Willy Aranguren

Profesor Historia del Arte. UCLA. Crítico de Arte. AICA, Capítulo Venezolano

willyaranguren@hotmail.com         

Bitácora de las artes visuales: Juan Calzadilla un poeta que dibuja y un dibujante que escribe

junio de 2007

Juan Calzadilla (Altagracia de Orituco, Guarico, 1931) ha estado dibujando y escribiendo toda la vida, desde los años cincuenta. No me refiero a su condición de crítico de arte y escritor, cuyos resultados ya rebasarían los espacios de varios aposentos, entre cientos de catálogos, presentaciones para otros artistas, poemas y poemarios, ensayos e innumerables libros por el orden quizás de los 60.

 Juan ha sido más bien un hombre discreto, tímido, introvertido, con una capacidad extraordinaria de trabajo. Traigo a colación todos estos magníficos caracteres y actitudes, en esta breve crónica, considerando ese afán suyo, ya como artista plástico, como poeta y hombre sensible, por unir estos dos mundos, tan concretos pero tan ambivalentes y hasta de “tierras movedizas”, como lo son el acto de pintar, o de dibujar, a la vez de escribir.

 Todo el dibujo, la imagen, se convierte, en la obra de Calzadilla, en un mensaje per se, en “algo que dice”, “en algo que  expresa” por su propia forma, por su propio formato, siempre como una especie de caligrafía, de imagen caligráfica, de icono que transmite y que se convierte en abecedario de imágenes, de modo que la imagen es palabra y la letra se transmuta, haciéndose difícil  la separación. El dibujo para Calzadilla es ente orgánico,  papel y tinta con  vida propia, líneas que dejan “leer” formas humanas Ad Infinitum.

Los dibujos adquieren valores intrínsecos, independientes, propios de él (o sea del dibujo), como pocos lo han encontrado pues, sin proponérselo, el dibujo es la última y única finalidad que se persigue. Pero también es la forma, la palabra.  No es por cierto la pintura. Es el movimiento, la tensión, los espacios llenos y vacíos, el entrelazarse, el inmiscuirse como un todo lo que se persigue, el gesto automático libre que reúne la historia múltiple de nuestras vidas.

Nos encontramos ante un proceso creativo sui géneris que aborda estas dos modalidades de hacer arte pero que también es reflexivo, irónico, hasta devenido del inconsciente, del automatismo psíquico,  lapidario, crítico ante los hechos cotidianos, nobles o enajenantes del hombre.

La escritura-dibujo, en Calzadilla, entonces se convierte en elemento  significativo, en elemento sígnico, que no deja de ser sabroso para el disfrute y que tampoco deja de ser reflexivo, desde el autor y también desde el espectador. Tan es así que Calzadilla llega a comparársele con los artistas legendarios de las culturas orientales, como forma o método, sólo que su orientación no deviene en ejercicio, sino siempre en “pensar”  desde los procesos originados por la mano y por la mente. No en balde  Calzadilla fue seleccionado, en el 2005, como nuestro representante, por Venezuela, para la Bienal de Sao Paulo, mientras que sus dibujos, al lado de los de Gego, visitaron museos norteamericanos, en muestra de dibujantes latinoamericanos. Por toda su obra además se le otorgó, hace algunos años atrás, el Premio Nacional de las Artes Plásticas.

La primera experiencia es recogida, en librito, publicado por el CONAC, en el  2005, titulado Juan Calzadilla. Fragmentos para un Magma,  con textos del propio Calzadilla, Élida Salazar, Marco Rodríguez del Camino y Mari Carmen Ramírez. Calzadilla entonces es uno de nuestros más prolíferos y nobles dibujantes que escriben.