Joaquín López Mujica

Filósofo y músico

j.lopezmujica@laposte.net

Teoría estética de lo sagrado (Parte I)    

2004   

A lo largo de la historia de Occidente, desde la teoría estética, se concibió el arte como patrimonio espiritual de la humanidad, desde entonces esta actividad creativa por su singularidad ha recibido numerosas definiciones, aunque con reduccionismos hoy inconvenientes. 

Se ha relacionado en primer lugar; la creación artística a una función política, el rol justificador, el monopolio del discurso y teoría de la acción de una sociedad. Resulta paradójica entonces la similitud con aquello que hoy quieren imponer unilateralmente los medios de comunicación privados: el monopolio de la verdad. 

La función valorizadora del poder encarnado en las imágenes, los símbolos y las palabras, se concentra  en el mundo antiguo Occidental, especialmente en la práctica cultural, las representaciones sociales y las construcciones discursivas de la aristocracia griega, lograba instalada en el poder transmitir designios,  no solamente mediante emociones catárticas  sino con preceptos e imperativos capaces de adoctrinar al pueblo mediante el logos o discurso.

En segundo lugar; se le ha conferido al arte la capacidad de crear, ser portador de una experiencia expresiva transpersonal o religiosa, al constatar que muchas de las obras han perdurado en el tiempo, haciendo abstracción de su imposición hegemónica, se erigen como valores de la perfección de la forma, se les atribuye una fuerza ordenadora semejante a los imperativos y atributos irreductibles  presentes, en los dioses antropomórficos de la mitología griega. 

Durante el desarrollo de los modelos socio-políticos, apegados a la teoría de la riqueza de las naciones de Smith,el socialismo de Marx, el utilitarismo de Stuart Mill, el evolucionismo de Malthus, o bien mediante los atavismos titánicos y psicopáticos del estalinismo, el fascismo de Hitler y Mussolini, se le asignó al arte, la misión social para las mayorías o minorías. Salvándola de determinismos, esa definición le atribuyó  a la creación espiritual, la categoría de esperanza escatológica (del griego eskatos y  latín escathon) una doctrina de la esperanza en tiempos de crisis.

De manera reciente, con el proceso civilizatorio en marcha de una mundialización creadora de ventajas y oportunidades en la esfera no-occidental, pero luego con la globalización unidimensional, los diferentes bloques de poder, el desajuste ambiental, el estancamiento de la economía mundial, la expansión  del terrorismo neoimperialista de Bush, muchos artistas y creadores sostienen en el legado del arte actual, su representación como metáfora del desarrollo humano sostenible, el anhelo ecologista y conservacionista.

Sobre el fenómeno del arte, se infiere una valoración expresa en las zonas culturales periféricas, como las denomina Samir Amin, desprendiéndose que los fenómenos del arte y la estética de las sociedades aborígenes y en especial de Venezuela, pueden abordarse a plenitud.

Ha pasado bastante tiempo, en nuestro país para que esa escasa investigación se haga dominante, a pesar de que la actual Constitución de 1999 constituye una reivindicación integral  de los pueblos indígenas cual versión contemporánea de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre.

Recordamos, en Venezuela, ha existido un amplio interés por la interacción de lo sagrado en las sociedades aborígenes y lo estético, hecho que debemos apoyar pues no hay soberanía sin reafirmación de la identidad y la diversidad cultural. Los trabajos  de Lelia  Delgado, Natalia Díaz Pena, Jeannne Sujo y Rony Velásquez, y previo ajustes bibliográficos y de rigor metodológico la voluntad y vocación de algunos investigadores de arte popular como Eduardo Planchart Licea y tesistas como Luis Fossi y Álvaro Pérez Betancourt, recientemente la tesis María Alexandra y María Carolina Ocque-Silva expresan un compromiso ante la escasa investigación en lo que se refiere a los fenómenos del arte y la teoría estética en las sociedades aborígenes venezolanas.

Todo ese amplio catálogo de experiencias, géneros y estilos artísticos, que tienen su origen en la Grecia de Platón, y el conjunto de dogmas, preceptos, juicios y las afirmaciones que se han hecho desde hace muchos siglos, de todo lo que ha sido estudiado por una rama de la filosófica denominada Teoría Estética, sin embargo, los fenómenos estéticos de las sociedades arcaicas contemporáneas, no han sido abordados con amplitud, excepto los trabajos de Alcina Frank, Kavolis y David Clarke, entre otros. 

Una nueva teoría estética, que se ocupe de lo sagrado sería posible, al trascender los viejos temas  que como disciplina ha abordado. A esa extensa bibliografía, que se ha impuesto, de manera hegemónica, en la academia y opinión especializada  de Occidente, le devienen inéditos espacios problemáticos, la conciliación con la antropología, la historia de las religiones, la arqueología. En ese sentido, queda incólume, el trabajo de Lelia Delgado quien en su Seis Ensayos de Estética Prehispánica, acento las bases para emprender este camino, al proponerse estudiar el contexto histórico, la ubicación de lo estético en el contexto social, su relación con lo económico.