Aníbal Ortizpozo Profesor y artista plástico |
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Eco-Art en la mira. Ecología, medio
ambiente y producción artística junio de 2004 |
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"hay obras de arte que son contaminantes”. OP Intermitentemente
en la intimidad de mi relación con la naturaleza, inmovilizado ante el
articulado poder depredador del ser humano, me asaltan reflexiones sobre la
producción artística referida a la Ecología y
Medio Ambiente, su puesta en escena, sus discursos y lecturas referidas
a su defensa. En
ese sentido valoro lo positivo del espíritu de aquellos artistas, que sin
vacilar, aún sostienen que la producción artística ha sido y es todavía el instrumento esencial en el
desarrollo de la conciencia humana. La
irrupción de movimientos ecologistas y ambientalistas en el escenario de las
nuevas formas de hacer política, permitió una práctica artística
relacionada con ellos y que algunos llamaron "Arte Ecológico o
Ambientalista”. Las observaciones
que se le hacen a esta producción artística, me refiero al campo exclusivo
de las Artes Visuales, podrían orientarse en dos
o más sentidos: primero, los resultados en el campo puramente estético,
luego el manejo de conceptos en la eficacia del mensaje ecológico y el
compromiso del artista.
Cabe aquí recordar a Theodor
Adorno quien defendió la permanencia del “arte”; como antídoto contra la
civilización enferma, subrayando con ello, lo ético de la estética, no
obstante somos muchos los que pensamos que este antídoto está mucho más
definido y eficaz fuera del arte. Los
creadores sabemos que la más genial obra de arte que se produzca en ese
sentido, no resolverá, ni terminará con los permanentes depredadores,
chupadores de subsuelo y agentes de la industria química y el desarrollo
minero autofágico en Venezuela. La
defensa que se hace el arte, en relación a la amenaza de la destrucción de la Tierra, aparece en forma evidente al
comienzo de los años 60. Los movimientos artísticos más cuestionadores
apuntaron hacia "la conquista del cosmos," el consumismo en expansión",
"la ubicua presión de los medios de comunicación
masiva",etc. con ello los jóvenes creadores además se
interrogaban insistentemente sobre el sentido de sus vidas. En
esos años la praxis artística rebasó entonces la tradición artística-cultural
tradicionalmente aceptada, se la consideró como una aberración pasajera,
caprichosa que se celebró en agrupaciones de vanguardia, clubes de
estudiantes y galerías informales. Los críticos y estudiosos más
conservadores, lo llamaron el “antiarte”. Sabemos
que el arte no escapa a modas, las que precipitan
cierre de ciclos y apertura de otros, allí surge el fenómeno de la
continuidad o no continuidad de lo que se está produciendo. En la práctica
de las autodenominadas vanguardias o neovanguardias es donde se observa que
ellas emergen y se hacen exitosas mediante la sistemática
descalificación de lo que continúa como una expresión artística más
estable, ajena a la moda, al cambio por el cambio o al cambio por el mercado. Frecuentemente
algunos movimientos artísticos contemporáneos que supuestamente buscan una
relación armónica con la naturaleza, se contradicen en cuanto a la ejecución
e instalación de la obra, la que realizan con materiales contaminantes,
estableciendo así una presencia hostil en el medio ambiente. Me refiero al
Land Art y Arte Efímero (Movimientos artísticos que contienen el trabajo de
aquellos artistas que actúan mediante intervenciones sobre el paisaje
natural. La intervención sobre la naturaleza tiene
lugar a escala sobre el paisaje por lo que las huellas que el artista
deja son macroscópicas y evidentes.) En otras palabras, con tal de realizar
una acción artística espectacular sobre montañas rocosas, desiertos,
extensos ríos y superficies nevadas, contaminan química y visualmente el
paisaje. Tambien
ciertas obras del “Arte Efímero”, que además de tener como soporte el
cuerpo humano, contaminan la naturaleza y sus cuatro elementos: el agua o el
fuego (pirotecnia), la tierra y
el aeroestatismo en el aire. Gran
parte del llamado Arte Ecológico está siendo realizado como una moda por
artistas e intelectuales "progresistas" como un simple cambio
mecanicista de lo temático en su obra, donde no se maneja una base conceptual y científica de lo que se quiere
comunicar. No
encontramos coherencia entre lo que se piensa
para adentro y lo que se hace a la naturaleza a vista y paciencia de
las autoridades e instituciones encargadas de protegerla. Puede
suceder que las obras producidas en el sentido ecológico caigan
exclusivamente en lo testimonial manejado con códigos de imágenes tan
simplistas o herméticas, que resultan incomprensibles y sin interés, alejándose
de lo esencial del problema; una jaula con pajaritos muertos, playas
contaminadas (a las que seguimos vaciando nuestras heces a través de las
redes cloacales invisibles a simple vista), cruces con caparazones reales de
tortugas, indígenas famélicos, delfines muertos para filmar un video en su
defensa. Me
pregunto si una exposición en defensa de las especies en extinción, que usa
sus pieles y caparazones para escribir con ellas las palabras "NO MÁS"
¿no resulta, desde todo punto de vista, contradictoria esta puesta en
escena?. También en exposiciones
artísticas ecológicas se ha hecho uso de materiales contaminantes
ambientales, en contradicción con lo que se quiere defender
y todo ello,
por un principio de libertad creadora equivocado. ¿Y
qué tal los graffiteros que usan aerosoles para protestar contra la destrucción
de la capa de Ozono? O
creer que se hace arte ecológico “conceptual “acerca de la industria
petrolera, lo económico, político y social de ella, sólo porque se use petróleo
como materia pictórica o soporte y luego hablar de la “estética del petróleo” El
peligro de hacer Arte Ecológico
por moda o mercado, sin conceptos, puede tener dudosos resultados. Como ha
dicho Joseph Beyus "el arte malo también es contaminación…ensucia y
contamina las paredes". Las
ruidosas y violentas imágenes del paisaje urbano nos indican que también las
ciudades se ensucian con variados productos del arte gráfico. Cabe aquí una
reflexión sobre las ciudades su “contaminación real” y “visual
“producto del comercio altamente competitivo de las industrias publicitarias
para grandes y pequeñas empresas. Se ha llenado las ciudades, sus edificios,
calles y vehículos de transporte público colectivo, de avisos, afiches y
carteles de todos los tamaños utilizando modernas técnicas gráficas como
los gigantes plotters sobre vallas urbanísticamente mal ubicadas, avisos
luminosos de los propios comercios, desordenadas señalizaciones de tránsito
y monumentos escultóricos de bajo nivel artístico, financiados y mal
instalados por instituciones como el Rotary Club, Club de Leones o cualquier
organización de la sociedad civil e instituciones del estado, burlando o
ignorando ordenanzas y permisos municipales vigentes. No
parece tarea fácil establecer bases viables para una relación de gran
libertad creadora e imaginación política entre los movimientos ecologistas y
los artistas. Tampoco parece haber acuerdo sobre lo que un artista considera
debe ser su posición frente a estos movimientos. Personalmente entiendo la
defensa de la tierra y su ecosistema de la mano con la aspiración a una vida
digna, especialmente de las grandes mayorías empobrecidas. Hasta
ahora las relaciones entre un
artista y su ecosistema han sido primarias y contradictorias: a)
La naturaleza como fuente de inspiración
y creación artística. b)
El uso de materias primas casi siempre contaminantes para
creación de obras. c)
La actitud no siempre correcta del creador frente a los cambios de esa
naturaleza (su compromiso consigo mismo como organismo vivo sin contraponer
entre organismo y medio ambiente). Si
bien es cierto que el arte hace más de 50 años dejó de ser una producción
de "belleza " para ser transformado por las “vanguardias” en el
llamado “antiarte”, hoy mayoritariamente el arte contemporáneo ferial,
carente de compromiso, se aleja de aquella producción crítica, situándose
preferentemente en el campo mercantil y búsqueda
de poder a través del éxito comercial. Por
otra parte, importantes obras de Arte Ecológico son subastadas en miles de dólares
y su mensaje anulado por el poder de compra de los mismos dueños de las
industrias químicas contaminantes. El poder mundial del imperio económico,
siempre ha absorbido los mensajes ecológicos de los grupos y artistas
ambientalistas alternativos, reduciendo todos sus discursos humanísticos al
valor de cambio en el mercado. Es
saludable tomar distancia y actitud crítica
frente a la llamada producción de Arte Ecológico o Ambientalista.
Algunas obras por ejemplo están referidas a aspectos exclusivamente
conservacionistas o ecologistas, que se alejan de la convivencia global y no
muestran interés en el mejoramiento de la calidad de vida del ser humano. Por
ejemplo, se ha hecho normal tratar los Parques Nacionales –espacios
protegidos de reservas naturales–, sin considerar sus habitantes, nuestros
campesinos y pueblos indígenas, y tratarlos como siervos al más puro estilo
de la Edad Media. Debemos tener conciencia que con nuestra oposición a la
tala de un área boscosa estamos defendiendo la vida existente en esos
espacios y sus habitantes. No
puedo dejar de referirme aunque superficialmente a la relación arte, cultura,
turismo cultural. Este tema amerita, más profundidad y extensión en la
reflexión porque la industria turística, (según datos estadísticos es la más
grande del mundo) evidentemente trae destrucción con contaminación
ambiental, desplazamiento de comunidades, desconocimiento de culturas y abuso
en general contra los derechos humanos de naciones y comunidades indígenas;
el derecho a la propiedad y uso de sus bienes culturales patrimoniales. La
liberación del comercio en la industria turística cultural crea con relación
a las culturas indígenas, conflictos de ética, venta de tradiciones,
patrimonios culturales, objetos, lugares sagrados, tierras y derechos a la
propiedad intelectual. Como afirma Devora McLaren: “El
turismo global amenaza a los conocimientos y a los derechos de propiedad
intelectual de comunidades indígenas, a sus creencias religiosas y tecnologías,
a sus lugares sagrados, a sus estructuras sociales, a la fauna, a los
eco-sistemas, a sus economías y derechos básicos, reduciéndolos a otro
producto de consumo agotable”. Debemos
debatir acerca de cómo la “cultura del consumo dominante” es incorporada
por el turismo en los pueblos indígenas poseedores de otros valores y modos
de pensar lo propio. Por ello resulta válido
el esfuerzo de apoyar y legislar para
que éstos pueblos tengan herramientas
con que defender el derecho a que sus culturas prevalezcan ante esa
avasallante intromisión que hace de la cultura de los pueblos indígenas un
producto comercial más objetos de profunda significación sagrada para ellos,
terminan produciéndose en serie. Otra
amenaza que la industria del turismo conlleva es el llamado Eco-Turismo
disfraz con que se arropa la usurpación que se hace a
comunidades campesinas e indígenas a través de ECO-viajes que incluye
la más variada gama de visitantes: científicos, turistas, investigadores,
estudiantes y comunicadores sociales, los que se dan a la tarea de recolectar
información, la que sustraen internados en las sierras y valles boscosos
robando ese acervo cultural tradicional en relación por ejemplo a las plantas medicinales, ecosistemas y
biodiversidad, como lo denunciaron comunidades indígenas peruanas a empresas
americanas que estaban patentando la tradicional MACA andina y la UÑA DE GATO
poseedoras de un alto poder nutricional la primera y medicinal anticanceroso
ésta última. Los pueblos indígenas deben tener el derecho a decir no
al Eco-turismo o turismo
“culturoso” que tenga impacto negativo en sus culturas y entorno. La
ciencia, la técnica, la economía y la política no siempre han propiciado el
advenimiento de una nueva sociedad, donde se haga posible la plenitud de la
vida del ser humano. El paradigma contrapuesto entre desarrollo agrícola y
destrucción del ecosistema por ejemplo, no ha sido resuelto ni menos
discutido en profundidad. He oído a dirigentes campesinos indígenas expresar
ante la destrucción de su ecosistema por
parte de acciones del Estado “¿no
se podría haber hecho de mejor manera?”. Efectivamente sí, hay muchos
medios labrar la tierra o extraer riquezas del subsuelo, sin destruirla. Las
Cumbres de Gobernantes sobre Desertificación, Energías Alternativas,
Protección de la Flora y Fauna, por ejemplo, no sólo no logran los recursos
económicos, tampoco establecen políticas y programas educativos para influir efectivamente
en una práctica cotidiana en la defensa de la tierra. Nuestros grupos
ambientalistas en Latinoamérica –en su mayoría– no han logrado
convertirse en movimientos sociales fuertes, como por ejemplo los Verdes en
Alemania, que impongan modelos de Eco-desarrollo sustentables. Con
criterios derivados de la ecología han surgido los llamados Eco-museos.
Son museos situados en paisajes
donde la naturaleza es rica en elementos geológicos y naturales y donde el
hombre ha dejado huellas de su paso, su vida y su trabajo (molinos,
mini-centrales hidroeléctrica, puentes, capillas, ingenios azucareros,
trapiches) dignos de visitarse y conservarse como patrimonio local. Es la
mejor manifestación del sentido amplio sin descontextualización del objeto
artístico en relación con el escenario natural y comunidad donde vive el
hombre. Finalmente
es justo reconocer que obras de “Arte Ecológico” no contaminantes, no
comerciales, bien fundamentadas, son evidentes oposiciones a los proyectos de
saqueo total de los recursos de la tierra. Actúan como resistencia a la
comercialización e idolatría comercial de la obra en la santa especulación
del mercado del arte, del que no se escapa nada. Abordemos
con creatividad el tema ecológico teniendo la mayor claridad conceptual al
respecto, empezando por reconocer en primer lugar, que las legítimas
necesidades de supervivencia del ser humano, no pueden basarse en la depredación
o destrucción de toda forma de vida en la Tierra. |
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