Omar Orozco |
Los museos en la revolución 12 de febrero de 2009 |
“Para construir el socialismo es esencial construir, al mismo tiempo, sus nuevos cimientos materiales: los seres humanos nuevos” (Ernesto Guevara) La cultura y el momento histórico Para poder definir a los museos y su papel actualmente y en este país, es importante delimitar primero el momento histórico que vivimos en función de la sociedad nueva que estamos construyendo. Es reiterada por muchas personas la frase: “el momento histórico que estamos viviendo”, “nuevo proyecto histórico del país”, pero ¿cuál es ese momento o nuevo proyecto histórico que estamos viviendo?, ¿a que nos referimos? Considero que estamos en un periodo de transición hacia el socialismo y que este será un período muy largo, ya que tomamos la senda pacífica. Estamos en una etapa revolucionaria y es para este momento transitorio que debemos concebir el arte, la cultura y sus instituciones. La revolución y sus instituciones deben preparar las condiciones de la nueva cultura, construir la génesis de la cultura socialista. “No puede emprender la construcción de la nueva cultura antes de haber recogido y asimilado los elementos de la antigua” como lo apunta Trotsky. Como lo afirmamos anteriormente, se hace necesaria esta precisión porque de ella dependen las políticas y lineamientos a implementar sin quedarnos en la epidermis. Esta precisión conllevará inevitablemente a perfilar la nueva sociedad que queremos construir, que no es otra sino una sociedad socialista. En definitiva estamos en tiempos de revolución, de cambios, de transformación y no debemos creer como dicen algunos ilusos que ya estamos en una sociedad socialista, pues para llegar ella falta mucho trecho por recorrer. Estamos pavimentando el camino hacia una sociedad nueva, distinta, humana, equitativa y solidaria. Estamos en el momento en que “la revolución prepara las condiciones de la nueva cultura.” Estamos en un período transitorio en donde debemos crear las bases para que el pueblo socialista pueda crear su propia cultura y su propio arte. Pero no podemos acabar de un sólo plumazo con toda la cultura burguesa anterior, debemos como dice Trotsky: “Asimilar todo lo bueno de la cultura burguesa para elevarse al nivel de la tarea de la transformación de la sociedad en líneas socialistas.” Alan Woods señala que “El arte no comienza de nuevo con cada generación. Cada período descansa sobre los hombros de anteriores generaciones.” Lo que debe aportar la revolución venezolana a estas ideas en este momento transitorio es que esta asimilación y transformación debemos hacerla con un espíritu colectivo y participativo. Combatiendo por un lado, la estética burguesa que “rechaza a priori las influencias sociales que conforman el desarrollo del arte”, reduciéndolo a algo individual, personal, psicológico o divino. Por el contrario, el artista no vive aislado de la sociedad y recibe inevitablemente su influencia; y por otro lado la división del trabajo manual e intelectual, condición social del capitalismo que tiende a apartar a los seres humanos de la actividad cultural, del goce, disfrute y creación del arte y de las expresiones culturales, excluyendo de esta manera a grandes sectores sociales que se han dedicado a “la embrutecedora y angustiosa preocupación por el pan cotidiano.” Los museos en tiempos de revolución Como bien lo define Trotsky: “Toda clase dominante crea su propia cultura, y en consecuencia su propio arte” (…) “El desenvolvimiento de la cultura burguesa precedió en varios siglos a las revoluciones que dieron a la burguesía el poder político. Creando a si sostenes culturales (escuelas, universidades, academias, periódicos y revistas)”. En este sentido los museos no escapamos de ser considerados instituciones productores y modeladores de estéticas culturales. Por muchos años la hegemonía capitalista ha utilizado los “sostenes culturales” entre ellos a los museos, para ideologizar y consolidarse como sistema. La ideología, según Gramsci, es el cemento que funde la superestructura con la estructura. Los museos que hemos tenido hasta ahora han respondido a ese modelo, político, económico y social. Ahora bien, si en Venezuela nos estamos planteando y desarrollando un cambio de sociedad que va rumbo al socialismo, es lógico y pertinente que todas las instituciones deben ir a tono con estas transformaciones. Los museos han sido utilizados por la burguesía como ente modelador del gusto, de la estética y del valor de cambio del arte de esa sociedad que heredamos. Es por ello que respondiendo a una necesidad histórica el museo de esta nueva sociedad debe asumir una ideología distinta, ser un instrumento del pueblo para que este cree y recree sus propias expresiones, se sienta reflejado en él para se reafirme y trascienda culturalmente en la historia. Los museos, así como los centros educativos, medios de comunicación e iglesias son medios de producción de ideología, y para construir una sociedad socialista debemos buscar en estas instituciones una verdadera participación de la comunidad, donde se transforme de una propiedad privada de ideas individualistas, competitivas, comerciales en una propiedad social indirecta para que la comunidad tenga la oportunidad de participar activamente en las tomas de decisiones, por medio de sus propuestas en los proyectos y programas que allí se elaboren. Y debe ser un espacio donde no se produzca la división del trabajo manual de los obreros y el trabajo intelectual de los teóricos académicos (Marx), que contribuya con los “cuatro pilares fundamentales para el desarrollo integral del nuevo ser social, humanista y ambientalista: aprender a Crear, aprender a Convivir y Participar, aprender a Valorar y aprender a Reflexionar”. La misión de los mismos debe ser el de ideologizar, la de ir construyendo una ideología socialista, que no es más que incidir en el cambio del valor del arte como proceso humanista, integrador, socializador y no como un mero producto o mercancía. En este período de transición hacia un sistema socialista arrastramos los residuos del capitalismo, cabalgando en el lomo de esos “sostenes culturales”, arreándolos por un camino distinto al cual fueron creados. Cambiamos al conductor y el camino más no el carruaje, ese carruaje creado por la burguesía para defender sus propios intereses de clase. En este sentido si concebimos a los museos como instrumento para ir creando las condiciones para hombres y mujeres nuevos, buscan asumir el reto de vincularse con su realidad tendiendo generalmente a asumir la formula de la democratización cultural entendida esta como lo define Néstor García Canclini como una concepción que prevalece en los organismos públicos de Latinoamérica y que no es más que: “popularizar las artes de élite a través de la educación y la difusión”. Práctica ésta generalizada en las instituciones culturales donde prevalece el criterio colonialista de “culturizar al pueblo”, o “sensibilizar al pueblo” como si el pueblo no tuviese cultura, como si la única cultura que tuviese valor es la que está dentro de los museos, como si el pueblo careciera de sensibilidad, y tenemos que llevarle nuestra cultura para que el pueblo se sensibilice, aprenda y consuma. Mientras que por otro lado la democracia cultural va dirigida más hacia “oportunidades de acceso y de producción y de expresión” que de su consumo como mercancía. Y es aquí donde esta el trabajo es arduo, donde es importante aprender haciendo en colectivo, ejerciendo su derecho a la participación activa en la transformación de la sociedad como lo indica Freire, “asimilar lo que ya existe, reelaborarlo en un estilo propio, distinto del de las anteriores generaciones” (1). Bibliografía García Canclini. (2001) Diccionario de Malentendidos. Letras Libres. Cuba Gramsci Antonio. (2006) Vidas rebeldes. Ocean Press. Ministerio del Poder Popular Para la Educación. (2007) Diseño curricular del sistema Educativo Bolivariano. Caracas. Trotsky León. (2006) Literatura y Revolución. Heterodoxia. Fundación Editorial el Perro y la Rana. Caracas. Woods Alan. (2000) El marxismo y el arte. Fundación de estudios socialistas Federico Engels. Caracas. |