Paolo Gasparini

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Carta de Paolo Gasparini a los fotógrafos

Caracas, 27 de marzo de 2006

En fecha 29 de agosto de 2005 le escribí al Señor Ministro de Cultura, Francisco de Asís Sesto Novás para informarle de mi renuncia a la Junta Directiva de la Fundación Centro Nacional de la Fotografía de Venezuela (FUNDACENAFV).

Entre otras cosas le exponía lo siguiente:

Después de haber colaborado en reiteradas oportunidades con todos los demás fotógrafos para darle vida y continuidad al Centro de Fotografía, antes y después de haber sido decretado por Usted como Fundación en febrero de 2003,  acepté formar parte de la Junta Directiva y asistí a múltiples reuniones planteando la necesidad de “…constituir un espacio para la actividad fotográfica,  promover el trabajo de los fotógrafos,  desarrollar la investigación, el registro, la difusión… a través de programas que contribuyan a su evolución e impulso en todo el país…”, etcétera, etcétera. Después de haber presentado de común  acuerdo con el arquitecto Gilberto Rodríguez variadas proposiciones, proyectos e “…ideas para las líneas de acción…” y haber repetidamente enfrentado la prepotencia y sordera de su Presidente, considero completamente infecunda, superflua e innecesaria  mi permanencia en dicha Junta Directiva.

Actualmente, la situación es la siguiente:

Esso Álvarez, miembro principal, renunció “por razones personales” en febrero de 2005 y hasta la fecha no ha sido reemplazado. Gilberto Rodríguez, miembro principal, me planteó en varias oportunidades su decisión de renunciar por sentirse fuera de lugar en la Junta y no poder razonar con su Presidente, funcionalmente incapacitado para trabajar en equipo. Francisco Solórzano, “Frasso”, también miembro principal, prácticamente es un miembro permanente-ausente en las reuniones de la Junta Directiva del Centro.

Por último, mi contribución,  llamémosla así, ha sido un estéril enfrentamiento con su Presidente.

Los cuatro miembros suplentes de la Junta Directiva nunca presentaron proyectos y su presencia se limita a completar  el quórum para convalidar las sesiones.

… Hasta la fecha, los miembros Principales de la Junta no hemos sido informados o consultados para elaborar el Proyecto de Presupuesto Anual, tampoco sabemos cómo se administra el Patrimonio de la Fundación y cómo o quién presentó el Programa Anual  de Operaciones, la Memoria y Cuenta, los convenios y quién acepta o rechaza contribuciones o donaciones.

Desde hace varios meses la Junta Directiva no ha sido convocada para sus sesiones ordinarias. Tampoco se elaboró el Reglamento Interno, base fundamental e indispensable para establecer un orden y poner en marcha cualquiera de las decisiones discutidas y eventualmente acordadas como lo establece el Acta de Constitución.

No sé, realmente no sabría decir, si la Fundación de la Fotografía se encuentra en una situación ilegal o se trata de una tropelía institucional, arbitraria, confusa           y deliberadamente decidida por su Presidente.

A mi modo de  ver es como una máscara cargada de burocracia que encubre una gran pobreza de ideas y de proyectos.

A título personal quisiera saber cuánto le cuesta al Estado cada incauto ciudadano o despistado visitante que se asome al Centro de Fotografía: espacio permanentemente sobre- vigilado y diligentemente cerrado al público los sábados y los domingos.

Puedo decir que hasta el presente los proyectos presentados para su discusión y desarrollo no han sido tomados en cuenta y todas las decisiones se han tomado en forma personal y autoritaria por su Presidente, completamente inepto para escuchar a los demás.

En esta situación, es evidente que la función de la Junta Directiva del Centro de Fotografía ha sido desvirtuada y sus atribuciones atropelladas por su Presidente,   el señor Juan Vicente Gómez.

Por estas razones quiero subrayar que de ninguna manera soy corresponsable con las decisiones y  gastos de la actual administración. Nada tengo que ver con  el millón y medio gastado para el diseño del logotipo, ni por la página Web que nunca arrancó, ni con los cataloguitos (que llevan la aclaratoria “esta obra ha sido publicada en ocasión de las exposiciones...y  organizada por su presidente el Dr. Juan Vicente Gómez) puestos a la  venta a diez mil bolívares c/u (¿cuánto le costarán al Estado, cuántos miles se venderán? ), ni con el financiamiento de las exposiciones y menos que menos voy a sentirme responsable con los libros “de lujo” (¿de lujo para quién, para los exquisitos de los nuevos principados?) con los cuales nos amenaza  el señor Presidente de FUNACENAFV y que piensa publicar gracias al próximo presupuesto.

Generalmente, en las cartas de renuncia, para evitar susceptibilidades, molestias propias y ajenas, para simplificar, suele decirse que se ha tomado tal decisión por motivos personales.

Siempre he tomado muy en serio mi oficio de fotógrafo y la responsabilidad que conlleva asumir en el camino de la vida las cuestiones de fondo.

Por eso me acordé de una interesante carta suya, señor Ministro, sobre” las cuestiones de fondo de la cultura”, que usted le dirigió a Tulio Hernández  afirmando que ahora se van cancelando los principados, los feudos y las propiedades personales en las instituciones culturales… ¡Ojalá así sea!

Mientras tanto, considero que mi presencia en la FUNDACENAFV, directa o indirectamente, estaría al servicio del usufructo personal de su Presidente con lo cual estaría enfeudando de alguna manera otra forma de vasallaje cultural. Es decir, apoyar una pequeña dictadura, muy pequeña en verdad, pero con rasgos hereditarios de viejos abuelos prepotentes, sin ideas ni ideales, permanentemente confundidos entre la gerencia burocrática y el formalismo de las apariencias.

El Centro de Fotografía se ha vuelto un coto cerrado: cerrado al intercambio de ideas,  a la comunicación y a las posibilidades creadoras.

A pesar del pesimismo de la razón, como decía Antonio Gramsci, aspiraba que entre todos lograríamos hacer con FUNDACENAFV  un nuevo Centro de Fotografía, un espacio para la batalla de las ideas y la actividad fotográfica, la investigación, el registro y la difusión  de este lenguaje tan pertinente, tan puntual y efectivo siempre y más ahora en este momento de cambios.

Es por estas razones, estimado Ministro, que le pido aceptar mi renuncia a la FUNDACENEFV.

Quedo, de todas maneras, a su disposición para hablar sobre estas cuestiones de fondo que a ambos nos conciernen y nos preocupan.

En espera de su apreciada respuesta, le saluda, sinceramente, Paolo Gasparini.

Durante los siete meses que han transcurrido desde que entregué mi renuncia, no he recibido respuesta del Sr. Ministro. Sin embargo mi nombre y apellido siguen apareciendo en las credenciales, publicaciones y últimamente hasta en el cuchicheo mocho de la Web del Centro de Fotografía.

Por las mismas razones anteriormente expresadas quiero reiterar y subrayar una y otra vez que nada tengo que ver con las decisiones, programación, exposiciones de niñitas fotógrafas, gastos, vinos de honor y cachuchas con logotipos, publicaciones de cataloguitos o libros de lujo, y menos que menos con la supuesta “deuda” a ser saldada  con los premios nacionales con la cual nos amenaza permanentemente el Sr. Gómez Gómez en todas sus entrevistas mediante la publicación de un libro a ellos dedicado y “con textos, no de los eruditos y sesudos curadores, sino de estudiantes de la Universidad Bolivariana…” (Entrevista a J.V.Gómez, “Derribando a las élites inamovibles”,Diario VEA, 8 de enero de 2006).

Nada tengo que ver con todo esto, con esta falta absoluta de criterios y nada con las groserías de sus actuaciones. Entonces, le pido al señor Juan Vicente Gómez Gómez que por favor quite de una vez mi nombre de esa inútil y obsoleta Junta Directiva. ¡Él sabe perfectamente que he renunciado desde el 29 de agosto de 2005!

Como le decía en mi carta de renuncia al Ministro, tengo mucho años dedicados a la fotografía: llámese neorrealista, realista-socialista, de contenido social, comprometida, artística, de reportaje, de arquitectura, etc. o como quieran, pero, mal que bien una fotografía que siempre ha tenido que ver con el acontecer de la Historia, aquí en Venezuela, también en Cuba y en la América toda. Justamente por haber tomado muy en serio el oficio de fotógrafo y las responsabilidades que conlleva asumir en el camino de la vida las cuestiones de fondo.

Por eso quiero decirle al Sr. Ministro que, nosotros los fotógrafos, no alcanzaremos nuestras libertades expresivas invirtiendo los papeles, es decir, en vez de fotografiar las raíces y  nuestro árbol de la vida, dejarnos fotografiar en pelota por el último y recién llegado marchante de la sociedad del espectáculo-culo.

También, qué se sepa y se comente, como decían mis amigos cubanos, no me reúno con “los intelectuales a fumar alguna cosa e inventar universos paralelos”. Yo fumo tabacos cubanos y, como fotógrafo, y si se quiere un tanto “intelectual orgánico”, para recordar otra vez a Gramsci, esperaba que también nosotros los fotógrafos nos reuniéramos  con las instancias culturales para conocer nuestro destino y, de ser posible, obrar para que alguna huella de nuestra “visión del mundo” se reflejara en esta historia, por lo menos en esta pequeña historia de la fotografía …

Pero, creo que a partir de prepotencias institucionalizadas e insinuaciones genéricas, será realmente difícil, diría casi imposible.

Al  Presidente Gómez Gómez no le duró mucho tiempo el feúcho logo que bastante le costó al presupuesto del Centro y todavía no sabemos cuantos incautos visitantes han cruzado las puertas del Centro de Fotografía que allí sigue solo como un oso polar y vacío como un circo después del espectáculo.

Por último, quiero decirles a los amigos fotógrafos que en gran parte este estado de las cosas, lo que no tenemos y no tenemos, desde la participación, la representación, las publicaciones, etc. es el resultado de que no hemos sido capaces de organizarnos y articular nuestro propio discurso.

Creo que siempre somos el resultado del esfuerzo invertido.

En estos días se reanimó la sala La Fotografía, esfuerzo conjunto del  Ateneo de Caracas con la Galería de Arte Nacional “como un lugar referencial de este medio en la ciudad”. Quiero felicitar a los promotores y augurarles que no caigan, como tantas otras veces ha sucedido, en el vacío y el abandono.

Quisiera pedirles mantener vivo un gran sentido crítico en la programación de las exposiciones, exigir la máxima calidad para que la fotografía no sea solamente una ilustración más en este océano de imágenes inútiles.

Quisiera pedirles que no se contenten con el acostumbrado “!Te quedó bien bueno..., chévere!” y la palmadita en la espalda y el pobre catalogucho lleno de errores debajo del brazo para añadirlo al próximo currículum, inaugurando otra repetición más, otra repetición de lo mismo, y/o del otro, y/u/o del ego de siempre.

Si no nos exigimos más, si no profundizaremos más, si seguimos retratándonos el ombligo o la oreja, dándole la espalda al acontecer “real”, al árbol de la vida, a la “vida misma”, sin alguna duda los osos polares o burocráticos nos cercarán siempre más: no solamente para vernos mejor, vestidos o en pelota, sino para comernos mejor.