Joaquín López Mujica Filósofo y músico |
¿La batalla cultural puede esperar? Ministerio de Estado para la Cultura y Constituyente Cultural Originaria agosto de 2004 |
Aun
con grandes esfuerzos, los
diferentes gobiernos desde el medinismo a la actualidad han realizado
intentos fallidos por
transformar el mapa cultural nacional. Se han perpetuado los
desequilibrios en la producción, circulación y consumo cultural de
bienes, servicios y reproducción de valores. Creado
el Ministerio de Estado para la Cultura, bajo la conducción del arquitecto
Francisco Sesto Novas, significa
un avance, por la focalización de la responsabilidad del Estado centrada en la cultura, pero
las tareas siempre postergadas se
hacen más evidentes y urgentes, es palpable el peligro al fracaso, todo
ello por la magnitud de las exigencias del desarrollo cultural. Es
que no es para menos, con las metas del programa gubernamental de generar
el acceso pleno a la cultura como obliga el Plan Estratégico 2001-2007; la urgencia de democratizar, el
alcance de la justicia social, la defensa de los derechos culturales, la
inminencia de la redistribución cuantiosos recursos económicos, y el
fortalecimiento de la
participación social, norte fundante de los polos de desarrollo endógeno. El tiempo apremia y, como instancia ministerial, va a necesitar de acertadas políticas de participación y protagonismo, no solamente de recursos económicos, instancias, procesos de reingeniería, dotación de nuevas estructuras, entes, programas y proyectos. Vivimos una coyuntura estelar e histórica, que podría proporcionarle al ministro de Planificación y Desarrollo, Jorge Giordani, la pieza que termina faltándole en el rompecabezas: el desarrollo cultural endógeno. La política cultural actual, ha tenido poco éxito en lo formal, conceptual, estratégico, con bajo impacto social y deficiente imagen internacional. El presente político parece sintonizarse, como nunca antes, con símbolos culturales que permanecían abandonados –Florentino vs. Diablo-. En la contienda electoral emergen enfrentados dos polos, por una parte la aspiración de la sociedad venezolana hacia el cambio contra el individualismo de las elites, la alegría ante una salida a la crisis sociopolítica en el ánimo de las mayorías desposeídas, versus la altivez de la prepotencia exclusionista, en fin la disputa de dos arquetipos y repertorios culturales, magistralmente revividos como antinomias por Chávez – idea del Presidente, por cierto y no del laboratorio del Despacho de Cultura- esencialmente un choque simbólico de contarios en el inconsciente de los venezolanos. La
gestión estratégica del Ministro Sesto, tendrá su “batalla
cultural” frente a los espejismos que refleja el
viejo recetario gerencial, la anacrónica figura del Ministerio de
Estado -que ya existió en la IV Republica- ajeno a los lineamientos
estratégicos, distante de la aspiración de construir un nuevo paradigma
cultural, aséptico ante las exigencias ético-políticas e ideológicas,
carente de una base
conceptual y doctrinal, sintonizado todavía a los residuos de la
administratibilidad neoliberal y con las banderas de un modelo cultural de
producción para consumidores, apostando todo a la industria cultural. Una Constituyente Cultural Originaria para acabar con el pasadoLejos
del escritorio, en la calle, las asambleas, con acciones en las
comunidades, al margen de la indefinición institucional, leales al
proceso revolucionario, tienen como protagonistas las bases, el movimiento
social de la cultura, que se pronuncia por una
convocatoria a una Constituyente Cultural, que tiene como norte desde la revisión
del concepto de cultura, la activación de
mecanismos de profundización de la democracia en sentido
participativo y protagónico con los nuevos actores sociales que se
incorporen a la discusión de un proyecto de Ley orgánica, la ejecución
de políticas, el diseño de instancias de participación, la creación de
entes culturales, la concepción de estructuras organizativas hasta la
utilización racional y equitativa de los cuantiosos recursos financieros. Esas
metas de la Agenda de la Constituyente Cultural, según sus voceros,
textos que circulan en encuentros, las marchas, los foros, periódicos
alternativos, paginas Web (www.debatecultural.net)
se mantienen y conservan ajenas a la programación oficial. Entre tanto el
CONAC se exhibe preso del eventismo,
a la defensiva, bajo la presión de la visibilidad,
con problemas semánticos en la emisión de mensajes masivos, sin
imaginación organizacional para encarar la relación con las bases
sociales articuladas a las redes sociales. Esa
es la realidad, en la práctica un ejército silencioso de activistas y
cultores populares, cronistas, cabezas de instituciones como Oscar Acosta
–Presidente de Fundarte- agrupaciones, colectivos, medios alternativos,
grupos socioculturales, docentes, talleristas, activistas, becarios en el
exterior y cooperativas, proceden a la construcción del perfil estratégico, se
califican como militantes del surgimiento de una nueva subjetividad, un
espíritu de cohesión social, ajenos a remembranzas del pasado, distantes
de los eventos declarativos, separados de esas las elites ilustradas que
entre whisky y buenos vino, siempre aparecen arrimándose al poder político,
para anotar el gol. Esa
base cultural busca construir una sociedad basada en circuitos y redes que
distribuyan equitativamente las oportunidades, por ello reaccionan ante la
inequidad presupuestaria, hecho público y notorio, registrado en
documentos firmados, signos claros para los ojos de cualquier contraloría
social que se le haga al CONAC en estos momentos. CONAC: Resistencia al CambioVivimos
tiempos difíciles para la realización de una Constituyente Cultural
Originaria, por
la resistencia institucional, la negativa del Viceministerio de la cultura
–recordemos las mesas de trabajo formadas en el 2003- abruptamente
cerradas en el mejor momento,
por lo tanto la imposibilidad del diálogo. Pero,
los protagonistas de esta Convocatoria a la Constituyente Cultural claman
por señalar que es fundamental la
revisión de las gestiones culturales mediante la contraloría social; el
replanteamiento de la fundamentación
teórica, la edificación de
un perfil estratégico frente
al peligro del ALCA, y otros imperios,
los ajustes ante el bajo grado de impacto social de las políticas
culturales. Una
de las paradojas del presente es que siendo un sistema soberano y legítimo
consagrado en la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela, desde el CONAC, se hace inoperante
preservar los derechos culturales de las venezolanas y los
venezolanos, en aquello que es la participación en la elaboración de
planes y proyectos, más
claramente se observan resistencias al impulso de un dispositivo de
participación contemplado en el ejercicio de la democracia participativa
y protagónica como es la
Constituyente Cultural Originaria. Sin embargo, creemos que la institucionalidad tendrá diálogo con los actores de la Constituyente Cultural Originaria, algunos piensan que el Presidente mismo ha asumido la iniciativa, pues la realización de una movilización de esa naturaleza puede lograr capitalizar y construir el tejido social que le falta a la cultura y la institucionalidad para alcanzar: la defensa de los derechos culturales; la protección legal, a fin de salvaguardar los poderes creadores del pueblo de intereses hegemónicos, de la lógica del mercado, las violaciones a la soberanía y la autodeterminación. |