Chela Vargas

Docente UCV

vargasch@cantv.net

Hacia una ley Orgánica de Cultura

Intervención en el Foro sobre la Ley Orgánica de Cultura, organizado por la Subcomisión de Cultura de la Asamblea Nacional

16 de marzo de 2005

Agradezco la invitación de la Liga Parlamentaria de Amistad de la Asamblea Nacional con la UNESCO y a la Subcomisión de Cultura de la Asamblea Nacional a participar en este intercambio de ideas  sobre esta propuesta de Ley Orgánica de Cultura.

Agradezco especialmente a la diputada Milagros Santana, en quien admiro el empeño en mantener un abierto debate sobre esta materia, lo cual ha permitido enriquecer el proyecto inicial con la participación activa de diversos sectores ligados al hecho cultural. La presencia de cultores, artistas, pensadores y demás grupos de las diferentes expresiones de la cultura que plenan hoy esta sala, así lo demuestran.

Se me ha asignado como tema, analizar las bases constitucionales de la Ley de Cultura, en el contenido de algunos de sus artículos.

La Ley orgánica de la Cultura en su exposición de motivos expresa lo siguiente: “Una Ley orgánica de la Cultura debe ser general, breve, concisa e integradora, si bien representa un desarrollo de la Constitución, debe limitarse a exponer principios programáticos. (..).

Mas allá de representar un desarrollo de la Constitución, el Proyecto de Ley debe   plasmar en su contenido, la filosofía y la concepción ético-política que constituye el eje fundamental de la Constitución Bolivariana. Una concepción antropocéntrica que coloca al ser humano en el centro de las decisiones para avanzar en la construcción de una sociedad donde se pueda vivir la vida como humanos, con dignidad y para siempre.

Esta ética y esta filosofía que ha dado vida a la Constitución Bolivariana, la han  convertido en una poderosa herramienta que fortalece el imaginario y estimula el proceso creativo y cultural del pueblo bolivariano en su  acción transformadora. Su  versión de librito azul, cargado de principios transformadores, que ha pasado por las manos de miles de venezolanos, se ha transformado en un cuerpo dinámico que  sacude todos los rincones del país y de la América nuestra, estampando esperanzas. En este camino, una nueva cultura se ha generado.

Una cultura gestada en la protesta.

En la construcción del proceso constituyente bolivariano, el pueblo venezolano  a elevado su nivel de conciencia. Esto le ha permitido sacudir fuertemente la cultura falsa, manipuladora y antinacional que han tratado de imponer las oligarquías mediáticas antinacionales. Cada vez es menos el porcentaje de venezolanos que persisten alineados a esta cultura extemporánea y decadente sustentada en  el individualismo, el pragmatismo y el dinero.

En el enfrentamiento a este orden, se ha ido construyendo un nuevo imaginario, una nueva subjetividad, un despertar de la sensibilidad y de la solidaridad como elementos constitutivos de una nueva cultura revolucionaria.

Según el sociólogo francés Chombart de Law, “En la vida social de los pueblos está presente siempre la contradicción entre dos procesos opuestos “Un proceso de manipulación, expresión de la cultura y la dominación ideológica dominante, y un proceso de dinámica cultural, que parte del interior de los pueblos y que puede permitir revertir la situación de estas categorías dominantes. (...) En la medida en que los sujetos han tomado conciencia de esas manipulaciones de las cuales son victimas, se convierten en un poderoso motor de la acción y de la revolución (...) La cultura es enfocada aquí como una adquisición, un producto, un resultado, como una creación, un movimiento, una acción, de aquí la expresión cultura –acción. (...) Poner en evidencia esta dinámica cultural y su rol revolucionario en las transformaciones sociales es de vital importancia”. (CH de Lawe (75)

Por su parte “James Jasper (97) usa el arte como metáfora principal para analizar la creatividad cultural de la protesta” (Smilde, 2001)

“La protesta es, una forma de acción simbólica en la que grupos e individuos marginados del poder, protagonizan eventos que abren un espacio en el cual pueden alterar las estructuras simbólicas de un mundo que les tiene insatisfechos. Al hacer más claras las situaciones en un principio confusas y juntar elementos que antes estaban desconectados, los individuos se proveen de evidencias y explicaciones que subvierten las simbolizaciones dominantes y los participantes logran actuar sobre las estructuras culturales que sostienen situaciones que le están perjudicando. Su acción es ingeniosa en cuanto utiliza elementos de la cultura dominante, pero transformándolas o combinándolas de distinta manera para proyectar y fomentar una estructura cultural más acorde con el mundo que desean. Desde este punto de vista, la cultura no es sólo fuente de valores, creencias y disposiciones, sino también un medio y un blanco de lucha (Jasper 97, citado por Smidle 2001)

Los principios y artículos fundamentales de nuestra Constitución, han sido el producto y constituyen la síntesis representativa de esta praxis histórica revolucionaria. Su contenido, es el reflejo de la cultura viva, la que hace la gente desde su vida y los movimientos sociales en los cuales se ve envuelta.

En nuestra Carta Magna, aparece por primera vez en nuestra historia, el diseño de un modelo de sociedad sustentada en un conjunto de valores opuestos a los que  han cultivado hasta ahora las oligarquías dominantes. En su preámbulo podemos leer lo siguiente: “El pueblo de Venezuela en ejercicio de sus poderes creadores (..) Con el fin supremo de refundar la república para establecer una sociedad democrática, participativa, y protagónica, multiétnica y pluricultural, en un restado de justicia federal y descentralizado. Que consolide los valores de la solidaridad, el bien común (..) Promueva la cooperación pacífica entre las naciones  e impulse y consolide la integración latinoamericana “.)

Expresar el contenido de estos valores en el espacio de la cultura  es el propósito de este Proyecto de Ley orgánica.

En efecto en su Art., se expresa “La cultura venezolana es indisolublemente latinoamericana, es el proceso creativo, individual y colectivo, de los venezolanos y venezolanas, que en sus componentes diversos, modos de vida, valores costumbres y tradiciones, constituye la nacionalidad, como fundamento y expresión de identidad y soberanía, abierta al intercambio con otras sociedades que en su conjunto son patrimonio cultural de la humanidad”.

Art., 8, 9 y 10, se refieren a las medidas que tomará el estado para protegerla e impulsar su desarrollo. “El estado “desarrollará programas y e iniciativas dirigidos a estimular  el desarrollo de la cultura y utilizará la educación como instrumento para promover el aprendizaje y la práctica de todas las actividades creativas que impulsen el desarrollo. Así como también fomenta lo conducente a lograr la desaparición de barreras culturales que originen la exclusión y la marginalidad”.

La defensa del patrimonio

El patrimonio de los pueblos es uno de los blancos de la ideología neoliberal en su propósito de imponer la cultura homogeneizada por el mercado. Ante las cantantes arremetidas para agrietarlo, es necesario convertirlo en un escudo impenetrable. Todos los sectores sociales, sin exclusión alguna, deben conocerlo,  sentirlo, compartirlo y defenderlo. Nuestro patrimonio constituye la articulación histórica de sentimientos acumulados, acontecimientos compartidos, luchas no  bien contadas, símbolos, ritos y otras expresiones, construidas por el imaginario del pueblo en su disputa constante por preservar la alegría. Hacerlo evidente cada vez que acecha el peligro, es una tarea fundamental que nos involucra a todos. De acuerdo con lo establecido en los artículos correspondientes de la Constitución y su precisión en este proyecto de cultura, es necesario  trazar una política coherente por parte del estado para rescatarlo colectivamente, democráticamente.

En la parte final del Art. 99, de la Constitución se precisa la importancia de la defensa del patrimonio por parte del estado. “El estado garantizará la protección y restauración del patrimonio cultural tangible e intangible, y la memoria histórica de la nación. Los bienes que constituyen el patrimonio cultural de la nación son inalienables, imprescriptibles e inembargables. La ley establecerá las penas y sanciones para los daños causados a estos bienes. (Art. 99)

En correspondencia con este artículo constitucional, el título III del proyecto de ley dedica los artículos 28 al 33 a definirlo y a la especificación de las medidas correspondientes a su conservación, desarrollo y protección.

En los  artículos 27 y 28, se  expresa lo siguiente: “El patrimonio cultural de la Nación venezolana es el producto de la creatividad permanente de todos los grupos humanos que han  poblado nuestro territorio en distintas épocas y que en el presente conforman la sociedad venezolana” (Art. 27)

“El patrimonio cultural de la nación está constituido por todos lo bienes y valores culturales que son expresión de la nacionalidad venezolana, tales como: las tradiciones, las costumbres y hábitos sociales, así como el conjunto de bienes materiales e inmateriales, muebles e inmuebles de carácter histórico, arqueológico, etnológico, lingüístico, artístico, ecológico, científico, técnico, documental, bibliográfico y museístico”. (Art. 28)

El Titulo VI del proyecto de ley especifica las sanciones que permiten proteger el patrimonio en sus Artículos  47 al 52.

En los artículos anteriores hay una definición bien amplia y completa del patrimonio, sin embargo, en esta sección dedicada a las sanciones para los depredadores del patrimonio, pareciera que el patrimonio se reduce a bienes, a productos, a muebles e inmuebles.

Art. 47. - Aquellas personas que lesionen el patrimonio, tal y como lo establece la Ley, incurrirán en las siguientes faltas o delitos:

1.- El propietario de bienes muebles o inmuebles colindantes con áreas de interés cultural (..)  Deberá obtener las autorizaciones necesarias para la realización de obras que puedan afectar las características de la Zona o el movimiento. (...)  2. -Las personas que exporten de manera definitiva bienes muebles de interés cultural (...) 3.- Quien dañe un bien cultural.

Art. 50. La explotación ilegal de productos culturales” (...)

En la descripción de los bienes del patrimonio están las tradiciones, lo lingüístico, entre otros aspectos. Sería entonces acertado que se contemplen aquí sanciones,  correspondientes a quienes violenten las costumbres y la organización comunitaria ancestral de nuestros indígenas. También para quien deforme nuestros idiomas oficiales (castellano  e idiomas indígenas). Es decir tomar en cuenta otros bienes que no son precisamente “muebles inmuebles o productos” tangibles

La defensa de nuestros idiomas tiene significado importante en la preservación  de nuestra soberanía. Gramsci señaló, hace ya bastante tiempo, que un idioma no constituye simplemente una herramienta para la comunicación sino que además, y primordialmente, un idioma es una visión del mundo, una forma de esculpir la realidad. El mundo que pensamos en francés no es el mismo que pensamos en chino ya que los conceptos que utilizamos para delinear la realidad circundante no son iguales, de allí que cuando importamos los términos de otros idiomas,  conceptos que otros utilizan para definir su propia realidad perdemos el control de nuestra realidad.

En su intervención en el foro ¿Qué es hoy la soberanía? Bernard Cassen, manifiesta su preocupación por la necesidad de defender el idioma, en este sentido hace referencia a un artículo de  Bernard Cobs, un articulista  de un diario norteamericano quien había señalado al escribir: “globalization is nus” (nosotros somos la globalización)”, que en el área de la cultura hay cosas que son positivas y otras que son negativas para la globalización. Entre las cosas negativas –es decir aquellas que se deben combatir– menciona al idioma, si realmente queremos homogeneizar el pensamiento hay que expresarse en el mismo idioma porque los idiomas constituyen un factor que divide, que separa; en consecuencia,  si el mundo debe avanzar hacia la institución de un idioma común de la globalización, es natural y lógico que ese idioma sea el inglés”.

Colocar entonces nuestros idiomas dentro del patrimonio cultural. Especificar bien lo concerniente a su contenido y su defensa, se corresponde  con los principios establecidos en la constitución y con el Art. 33 de la ley: ”El estado fomentará, protegerá y conservará el Patrimonio Cultural de la Nación, especialmente frente a los intereses pecuniarios, (sería mejor mercantiles) e ideológicos que continuamente amenazan su existencia”.

El mecenazgo

Algunas líneas de acción deben precisarse en un Proyecto de Ley Orgánica de Cultura con relación a  la atención que debe prestar el estado a la  participación del sector privado en los planes culturales del estado. Generalmente en estos empresarios como lo anota Habermas “Está presente la competencia individual y los juegos lúdicos del postmodernismo de derecha esa tendencia filosófica y estética que  trata de expurgar el arte contemporáneo de sus componentes rebeldes y utópicos para encausarlo a la esfera privada. Tratan de desvincular las prácticas culturales de la lucha social  y establecer un nuevo mercado simbólico en que los criterios de selección y consagración se articulan con las variaciones internacionales de las vanguardias más que en las necesidades sociales del país.

Los “mecenas” de la cultura autodenominados  defensores de “la libertad creativa” se escudan bajo la idea de que  la actividad creativa y cultural está demasiado politizada. Se colocan de frente al “monopolio estatal de información y educación”. Su norte es facilitar  la penetración ideológica del pensamiento enemigo. Cumplen el papel de enlaces entre la cultura estatal y tradicional aprovechándose de los recursos del estado para alimentar sus intereses hegemónicos”. (Habermas, 87)

Es importante  la corresponsabilidad con el sector privado en la realización de proyectos culturales. Pero es necesario que esta participación esté incorporada a planes y programas liderados por el estado para evitar estas desviaciones.

Culturas constitutivas de la venezolanidad

Es fundamental, para la conservación y defensa de nuestra personalidad histórica colocar en primer orden la defensa de las culturas populares de la venezolanidad El Art. 100, así lo expresa: “Las culturas populares constitutivas de la venezolanidad gozan de atención especial, reconociéndose y respetándose la interculturalidad bajo el principio de igualdad de las culturas (...)

En el proyecto de ley en sus Artículos 8 y  10, se refiere a las políticas y medidas concretas que tomará el estado para su protección incorporando los incentivos para el desarrollo de la capacidad creativa de los creadores y creadoras y las medidas administrativas correspondientes.

Las culturas populares de la venezolanidad son la expresión de la tradición,  la  herencia, los valores que han orientado siempre nuestra lucha en la  construcción de una sociedad más justa. Forman parte de "lo real maravilloso latinoamericano”, aquello que se expresó en nuestras novelas desde García Márquez a Carpentier. El sabor a lo no totalmente domesticado; a la heterogeneidad de campos en convivencia y superstición, a una cultura incorporada pero no totalmente asumida, esta especie de mezcla, de collage en acto que lleva a confundir con el ensueño (...) (Folliari 97)

En esta, nuestra mezcla, ingredientes nacionales y aspectos de otras culturas persistieron, están  presentes y son necesarias en la estructuración de nuestras culturas populares. Esto significa, que no podemos reducir el concepto de identidad cultural a las raíces, al pasado. No podemos tampoco   enclaustrarlas con un prejuicio localista ignorando el carácter universal de la cultura. Nuestra venezolanidad es producto de un proceso histórico dialéctico, de síntesis, que se recompone en cada etapa y donde persisten, enriqueciéndose, los   valores identitarios.

Si atribuimos al proceso cultural de los pueblos  la dinámica de los seres vivos, podemos comprender mejor esta relación dialéctica entre identidad y universalidad.

“La característica  principal de los seres vivos es su capacidad de recibir y procesar información procedente de su interior  o del medio circundante y a partir de la misma y de sus propios requerimientos vitales transformar su estructura y su funcionamiento dentro de ciertos límites, con el objetivo aparentemente contradictorio, de transformarse y simultáneamente conservar su identidad. Esta característica recibe el nombre de autorregulación o autoajuste. El sistema modifica sus variables de manera tal que logra alcanzar una estabilidad dinámica la mas parecida posible al estado existente antes de recibir la información” (Wilches-Chaux, 89)

Esto nos indica que es importante expresar en el proyecto de ley que no está negado el carácter universal de la cultura cuando se insiste en la defensa  necesaria a las Culturas Populares de la Venezolanidad.

La Cultura es una sola

Queremos referirnos a la delimitación de Campos de la cultura.

En el proyecto de ley se hace hincapié en las condiciones de multilateralidad, multietnicidad, heterogeneidad y multiplicidad de la cultura, respondiendo a la idea de que en ella convergen creencias, tradiciones y emociones compartidas y articuladas en un proceso dialéctico, histórico. La cultura es concebida aquí, como una sola, con formas diferentes de expresión.

Sin embargo  el   Art.5,  expresa: “Para los efectos de la presente Ley se entiende como: Campo de la Cultura Popular el que comprende el quehacer humano de todos los habitantes de Venezuela que no requieren de una educación formal para su realización. Campo de la Cultura Académica es aquel al que se puede acceder únicamente mediante los requisitos de una educación formal. Campo de la Cultura Mundial es aquel donde convergen productos elaborados o no, provenientes de centros internacionales, cuya influencia  genera efectos de diversa índole, en los campos d las culturas académica y popular”. 

Entendemos la intención pedagógica u operativa, pero debe estar acompañada de una redacción explicativa donde se indique que esta parcelación se hace por estas razones.

Las comunidades centros de resistencia cultural.

No recuerdo quien comentaba, lo dicho por  un miembro de una comunidad cuando presenciaba un espectáculo con su gente. Decía que  disfrutaba de una manera muy especial sintiendo los mismos olores, las mismas maneras de respirar, el mismo alborozo en la alegría que vivía a diario en su comunidad.   Es en ese espacio comunitario donde se suman  trozos de emoción en el quehacer diario por la alegría. Allí se construyen personalidades colectivas que sustentan la pertenencia y la identidad.

“Hay que respetar a las personalidades colectivas, a partir de las asociaciones entre personas y familias  pasando por la comunidad, por la parroquia, por el barrio. Estas son personalidades colectivas de creciente orden y magnitud. Todas ellas deben existir porque sino, la persona humana queda totalmente desasistida de su medio” (E. Monsonyi, 82)

Fundar una nueva República Democrática y Participativa como lo establece nuestra constitución, requiere de una política cultural que recoja y estimule  la capacidad creativa que está presente en las comunidades populares. Son importantes los grandes espectáculos. Son necesarios como instrumento de educación y formación. Ellos elevan la calidad del pueblo espectador. Pero no pueden colocarse por encima de proyectos que estimulen las vivencias creativas del espacio comunitario. Allí se cultiva el imaginario popular creando  espacios  de  solidaridad, de alegría, de amistad, de pertenencia. El  Municipio, la Parroquia el Barrio, deben ser el  propósito de las políticas culturales.

La prioridad por los grandes espectáculos puede conducir  “al difusionismo”,  desviación que consiste en realizar grandes espectáculos gratuitos financiados por el estado con un alcance limitado del público. Este generalmente llega muy poco a las comunidades y cuando llega logra escasos efectos. Mientras tanto el mercado simbólico de las masas es dejado bajo la acción de empresas privadas. Medios de comunicación con gran capacidad de penetración y regulación de la vida. Se trata de rescatar la cultura viva la que hace la gente desde la vida y los movimientos sociales en que la vida se ve envuelta”. (J. Gragirena 92)

Por último quisiéramos insistir en la necesidad de un amplio debate cultural. El nuevo despertar de América latina y los cambios revolucionarios de nuestro país, así lo exigen. .

“Las perspectivas socioculturales están dejando de ser para América Latina el resultado de “un espacio supuestamente libre del espíritu” para comenzar a ser consideradas un espacio de planificación, estudio y debate político  ( J. Gragirena, 92) 

No se ha propiciado suficientemente en nuestro país este debate. Es necesario  hacerlo lo más amplio posible. Esto redundará positivamente  en la construcción de una política coherente que responda a las exigencias ideológicas del proceso revolucionario bolivariano. No entendemos porque se subestima la discusión de una Ley Orgánica para la Cultura, ni porque no se le da la importancia de herramienta fundamental, para  la consolidación de la nueva República democrática y patriótica.