Willy Aranguren Docente e investigador. Miembro AICA, Capítulo venezolano Candidato a Doctor en Educación, Universidad Fermín Toro, Barquisimeto |
Entre la noche y la fábula (La Obra de Nicasio Duno en la Galería Rafael Monasterios de la UCLA) mayo de 2006 |
De buenas a primeras, al tener un primer contacto con las obras inverosímiles de Nicasio Duno (Coro, 1954), se nos viene a la mente dos directrices establecidas en la Historia del Arte Universal y particularmente en el Venezolano: por un lado vislumbramos el mundo onírico de Marc Chagall y, por otro lado, las reminiscencias suelen aparecer desde una cara y noble tradición que, histórica y plásticamente hablando, tienen su asidero en artistas como Salvador Valero, Mario Abreu, León Egipto, Alirio Palacios, Jacobo Borges, M. Detinievsky, la Escuela de los Marabinos (Niño, Queipo, Peña, Bermúdez), entre otros. Sin duda alguna que la obra de Nicasio Duno está privilegiadamente orientada hacia los sueños, hacia el onirismo cuyo origen deviene además del potencial imaginario de las serranías de Falcón, con sus gnomos, sus duendes, sus encantos, con la tradición de las narraciones orales; con un rico legado del inconsciente colectivo, que no es nada racional, sino más bien imaginativo, creativo, con unas atmósferas que, a falta de gravedad, dejan pulular seres, lunas, ángeles, animales, aires siempre nocturnales y lluvias de oro. Intuyo además que la narración de los hechos se queda atrás, para más bien discurrir, vivir, vanagloriar ambientes y espacios mágicos y parsimoniosos, libertarios, poéticos siempre. Es una figuración precisa pero no realista, donde las mujeres sensuales cuidan de los pueblos, donde un toro mitológico sirve de hogar a una bella mujer, confundida con la naturaleza. No viven por cierto estos personajes y estas atmósferas en la gravedad, sino que flotan, permanecen en los aires, inventan y crean desde los espacios virtuales, se esconden en los entornos de una naturaleza subyugante, pletórica del Caribe. Y por estas vías Duno se convierte en un surrealista Sui Géneris, ricamente latinoamericano, y pausadamente universal, siempre desde Falcón que es su universo, de manera tal que sus representaciones se hayan muy lejos de espacios vacíos, anti-humanistas o exacerbadamente misteriosos. Duno posee otras orientaciones mucho más sublimes y alejadas de la realidad, siempre de una gran carga subliminal, desde sus memorias, desde sus ancestros, desde la negritud como baluarte de la humanidad. De tal manera que la fábula o leyenda no es eminentemente episódica o narrativa sino que la obra de arte es sueño que respira, sueño para la contemplación, para el placer hedonista del mirar, de ver reflejados nuestros imaginarios latinoamericanos y venezolanos en un lenguaje prístino, lejano y cercano, memorioso, ya alejado de los “ismos”. Así se construye, de forma genérica los mensajes emotivos y visionarios del artista donde el paisaje cuenta y donde las figuras cuentan, desde lo idílico, para además hacer aparecer a las novias, a los seres visionarios escondidos en la historia, en Jubidana, en los caballos cargados de mitología falconiana, en los ángeles cristianos, en los paraísos terrenales de la Venezuela anterior a 1492 y de la que heredamos de África. Duno rescató esos seres difuminados, fantasmales, hizo valer el poder de los duendes, sacó los pueblos de las piedras y de las montañas encantadas, se confabuló con la noche y con las lunas y se valió de la naturaleza abrumadora, para obsequiarnos estos poemas plásticos. Si hay alguna lección por aprender, amén del goce maravilloso de observar estas obras surrealistas, oníricas, a fuerza de fábulas y de noches, lo proporcionaría la condición de “espíritu legendario”, al decir del Maestro Juan Calzadilla, de Nicasio Duno, como regalo que nos trae para Barquisimeto, a partir de esta muestra organizada, de manera magistral, por la Galería Rafael Monasterios de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado. Duno nos deja su mundo interior cargado de sueños, fantasías y de vida escondida en la magia y en los entornos nocturnos. |