Miguel Vera

Artista chileno

Cuando nació mi prima Alma
diciembre de 2004
miguelveras@skilltech.cl

Érase una vez, por ahí por el año 66 en la clínica de Carabineros, esperando el nacimiento de mi prima Almita (hoy es 1/2 mina). Yo jugaba con mis primos Dante y Jorge a los pistoleros en la calle, seguramente...

(Mis primos al lado de la Trola de mi tío Dante quién antes tuvo un Jeep de esos de la II Guerra y, si cantaba "Los 3 chanchitos desobedientes" de corrido, me sacaba los miércoles a dar una vuelta en Jeep... tendría unos 5 o 6 años).

De pronto viene el anuncio: "La Almita ha nacido, vengan". Entramos a la pieza donde estaban todos los parientes pero en curioso silencio mirando la guagüita nueva. Unos 20 parientes rodeando la cama de mi feliz prima... Alma.

La maternidad era manejada por monjitas con un tocado tipo Sor Bertril, de "La novicia voladora", famosa serial de esos años. El "curioso silencio" era porque las monjas ni hablaban; tenían lleno de letreros "Silencio" y mis familiares acataban fielmente esta silenciosa orden de silencio.

Con estos malditos comenzamos a contarnos chistes pa callao al lado de la cama de la parturienta. De repente un chiste muy bueno, me tenté de la risa, apreté la guata y PPPUUUUMMMMM, un feroz peo (nótese el color), que retumbó pasillo por pasillo en esa inmensa maternidad sin ruidos.

Silencio sepulcral, todos mirándome con cara amenazadora. Pasaron varios segundos, para peor nadie decía nada y sentía el peso de sus miradas desde arriba, yo abajo en el suelo era nada. Los malditos cómplices comenzaron a reírse... en silencio, yo rojo como tomate. Mi abuela, la misma de las peinadas con agüita de su lengua en la Quinta Normal me increpó: 

"Miguel, cochino, ándate para afuera"... (abuelita era dura, austríaca y sólo una vez en la vida la vi reir (*) ) me fui con la cabeza gacha muerto de vergüenza y justo me agarran dos sor Bertril que también escucharon el grito de liberación de mis intestinos oprimidos y me retaron hasta llegar a la puerta. ¿A alguno (a) le ha ocurrido algo por el estilo?

(*) la abuela fue casada a la fuerza por matrimonio arreglado entre familias (era una práctica antaño) desde que nacieron, a los 16 años. Una vida poco feliz. Tocaba piano y el abuelo violín. Daban conciertos aunque mi abuelo era profesor de Química en la U. El abuelo Dante tenía "fiebre de heno", que no es otra cosa que alergia y estornudaba unas 20 o 30 veces dando clases. Los alumnos le contaban a viva voz los estornudos al pobre abuelo, hasta que quedaba exhausto. La leyenda familiar asegura que también al pobre abuelo se le salió mas de algún peíto entre tanto esfuerzo,... es mal de familia. Si se ponía vaca con las notas, le ponían su Fiat Topolino

(Fiat Topolino)

entre dos postes o árboles, levantándolo a pulso entre varios alumnos. El abuelo me heredó su violín, bien destartalado eso si. Para un trabajo de "Técnicas Especiales" por ahí por 5to o 6to básico necesitaba algo de madera terciada y no encontré nada mejor que sacar un pedazo de la tapa suelta del viejo violín. Cuando ya había hecho la cagadita, vi por dentro del violín un sello apenas legible que decía así "Joseph Guarnerius fecit Cremonae anno 1737 IHS", me las mandé. Un Guarnerius viene debajito de un Stradivarius en calidad y fama, según supe después. (La inscripción la acabo de verificar y obtener de Internet). Valdría harta plata pero, en fin...

Volviendo a mi abuela, al morir heredé su piano vertical, el que tocó para mi hermana y para mi solo una vez, unos meses antes de morir, luego de años de insistirle. Ese piano era bueno y cada vez que la visitábamos tocábamos con la Cecilia 'obras' como la "polca del perro" a dos dedos o "los pollitos dicen" en fa menor, con uno solo. Un buen día la abuela seria, grave, dura y sin emociones (aparentemente), accedió a tocar. Se sentó en el piano, en esa silla giratoria de madera negra con la que jugábamos tanto y mas de alguna vez nos mandó de porrazo lejos y tocó como diosa algo de Beethoven una media hora. Lo cerró luego, no comentó nada, mi hermana y yo mudos de impresión (pensábamos que ni se acordaría de tocar). Nunca mas lo abrió.

Escribiendo estas cosas me ha ocurrido algo muy interesante:

Casi todos los acontecimiento "graves" y "terribles" de mi vida, retrospectivamente mirándolos parecen un chiste, como en esta anécdota: fue un simple peíto. A lo mejor la vida es como un chiste que uno no sabe manejar. Pienso que los problemas que hoy me tienen acogotado mañana serán una anécdota también... Que cruel sería (pero me tinca que es así), que luego de muerto a uno le hacen repasar estas cosas en perspectiva y se ve que no supe sacarles provecho, sólo sufrí con ellas. Esas diapositivas que les contaba en otra "crónica", que se ven en un recuento rápido antes de irse cortado, las han visto muchas personas -no sólo yo- y tal vez sean un ordenamiento menor de cosas que quedaron improntadas en uno.