Carmen Hernández

Curadora y crítica de arte

carmenhernandezm@gmail.com

Elsa Morales, pasión por el arte

Exhibición a presentarse en La Estancia, Caracas, desde el 9 de mayo de 2011

mayo de 2011

La muestra de Elsa Morales, pasión por el arte propicia un reencuentro más integral con la producción creativa de esta artista a partir de una selección de trabajos diversos y poco conocidos por el público, realizados en la última etapa de su trayectoria. Se han reunido algunas pinturas, objetos y un número significativo de obras sobre papel y así como algunas piezas en materiales poco convencionales, que convocan el diálogo entre la expresividad lineal y el colorido pictórico, desde una perspectiva simbólicamente híbrida y menos apegada a la narratividad figurativa.

Durante su trayectoria artística, Elsa Morales creó una amplia poética sobre la fraternidad que comenzó en los años sesenta con el registro de las contradicciones sociales de la vida urbana, para luego incorporar un imaginario más íntimo relativo al amor y a la sensualidad, representado por alusiones eróticas de la relación de pareja, a través de una interpretación muy particular de la pareja bíblica, o del imaginario femenino que incluía el desnudo o un universo íntimo asociado a la naturaleza.

En su primera etapa se observa gran interés por problemas relativos a la desigualdad social, los efectos de la sociedad de consumo y en especial, la violencia relativa a los “derechos humanos”, como la condición de los prisioneros o la represión policial. También en los años setenta emergen referencias a la guerrilla, incluyendo interpretaciones de figuras paradigmáticas en lo político, como el Ché Guevara. Cuando la artista trata estos temas, crea narrativas más explícitas que pueden evidenciar a los sujetos opresores, tanto por sus posturas como por el colorido que los identifica. Aunque en esta ocasión se han seleccionado pocas piezas reflexivas sobre el entorno político, se ha incorporado una que se inscribe en un pugna dolorosa para la sociedad venezolana, como fue el paro petrolero de 2002. La pintura de gran formato, titulada Antes que el gallo cante antroformiza a dos perros para representar a Carlos Ortega y Juan Fernández como feroces fieras que se apropian de la naturaleza y acaban con la armonía, pues la paloma de la paz, constante en la pintura de Morales, cae desde lo alto, en un escenario nocturno.

Elsa Morales

Antes que el gallo cante, 2003

Acrílico sobre lona

185 x 173 cm

Colección Fundación Elsa Morales, Caracas

Asimismo, la noción de solidaridad se introduce a través de la representación de la paloma, asociada con la paz por los imaginarios políticos de la época, y que luego, desde los años 80, impulsa el interés por diversas aves que vuelan libremente, reposan plácidamente en espacios floridos y generosos, incluso sobre los techos de un poblado, o acompañan a algunas figuras de la iconografía cristiana, como la Divina Pastora. Pero la religiosidad en Elsa Morales se relaciona con una energía vital que emerge de la naturaleza y que involucra a los sujetos en un sentimiento de armonía.

El paisaje, las flores y las aves forman parte de ese entorno natural que ocupó un lugar importante en su recorrido artístico y en los últimos años, comenzó a formar parte de una hibridación orgánica de las formas, que responde al impulso de la artista por enunciar el sentido erótico de la pulsión femenina ligada a la naturaleza.

Elsa Morales

Sin título, 2006

Acrílico sobre papel.

70 x 50 cm.

Colección Fundación Elsa Morales, Caracas

Aunque el erotismo sugerido por el desnudo femenino y las parejas amorosas, enmarcados en escenarios de regocijo natural, se mantienen en el tiempo; en los últimos años de la trayectoria de Morales se observa una síntesis que podría definirse como una feminización de la cultura y que posiblemente se relaciona con el deseo de transformación social experimentado colectivamente en nuestro país en la última década.

Algunos rostros entrelazados con pájaros y flores en un torbellino lineal, expresan la pasión por representar el sentido amoroso de la vida, donde conviven los sujetos con la organicidad natural, en una dimensión espacial convulsionada por la pasión. Algunas de estas piezas recrean el eterno femenino de manera similar a algunas pinturas realizadas por el pintor cubano René Portocarrero desde los años 70. También se pueden observar referencias a las tramas dibujísticas empleadas por algunos integrantes del llamado “Nuevo dibujo”, que ponían en entredicho los límites entre figuración y abstracción.

Elsa Morales

Sin título, circa 2005

Técnica mixta sobre cartulina

66 x 48  cm

Colección Fundación

Elsa Morales, Caracas

De manera desenvuelta, Elsa Morales fue incorporando textos a sus imágenes de formas entrelazadas, lo cual se relaciona con su práctica poética y tal vez, sin proponérselo, estaba enunciando un distanciamiento con las características de la estética llamada “popular”, más orientada a recrear iconografías tradicionales relativas al paisaje local y a mitologías históricas o religiosas. Ya Francisco Da Antonio advertía tempranamente esta particular condición de la artista que no se ajustaba a la inscripción en las formas del llamado arte “popular” o “ingenuo”, pues parte significativa de su producción mostraba interés por las paradojas de la vida urbana.

Elsa Morales

Sin título, 2006

Acrílico sobre papel

70 x 50 cm

 Colección Fundación Elsa Morales, Caracas

Es posible que el papel, de formato más manejable, le haya ofrecido a la artista más libertad de acción para explorar esa síntesis de las formas que en muchas ocasiones incluye textos amorosos, estimulando un diálogo entre la imagen visual y el texto. Además, en estos trabajos, lo figurativo y lo abstracto se muestran imbricados en una discursividad orgánica que redimensiona su propia narratividad, por lo cual, se apunta a una metáfora de la sensualidad discursiva, en la cual predomina la gestualidad.

Elsa Morales

Sin título, circa 2000

Técnica mixta sobre papel

32 x 25 cm

 Colección Fundación Elsa Morales, Caracas

Este acercamiento a una faceta poco conocida de la obra de Elsa Morales responde a la necesidad de mostrar esa pasión por la vida y esa pasión por el arte que la impulsaba constantemente a experimentar en el campo de la representación, sin desligarse de sus sentimientos y reflexiones, desplazándose por la visualidad pictórica, la trama dibujística, la palabra poética, la realización e intervención de objetos de uso cotidiano, o de ensamblajes con evidente tono político. Para Elsa Morales, la experiencia artística era vivida de manera integral, motivo por el cual su casa fue siempre lugar de encuentro festivo, donde la amistad y la solidaridad convivían con la alegría y el colorido de sus trabajos allí presentes. De alguna manera esta exposición intenta recrear ese sentimiento de generosidad que entreteje a la mujer, madre, hermana, amiga y artista.