Mi
madre me contaba que en el colegio de monjas donde estudió, cubrían las
partes pudendas de las esculturas neoclásicas que le adornaban con
prendas de vestir. Hoy estudiando Arte en la Universidad Central de
Venezuela, me están haciendo adoptar la misma actitud de esas monjas
decimonónicas de censurar mi obra, programada para exhibirse durante las II
Jornadas sobre Diversidad Sexual, por haber desnudos masculinos en la
misma. Creo que si hubiese decidido usar como pinceles humanos a modelos
femeninas, tal y como lo hizo Yves
Klein en los años 60 durante
su performance, no hubiese tenido tal problema, porque estamos de acuerdo,
el uso del cuerpo femenino en
nuestra sociedad da para todo, incluso para la venta de cualquier producto
de consumo, no así el masculino. No entiendo que pasó por las
distorsionadas mentes de quienes emanó la prohibición
de esta performance, aparentemente estamos al borde de un nuevo período
de oscurantismo en el país, si es que alguna vez salimos de tal, o si es
que nuevos Torquemada decidirán por nosotros qué podemos ver, porque el
sexo “es una cosa mala” que tenemos que ocultar. Yo les conmino a
emascular cualquier escultura masculina que exista en el campus
universitario, a cubrir los senos de las Tres Gracias que adornan las
adyacencias de nuestra universidad, a continuar castrando nuestra
creatividad, para así poder
verles las caras de verdugos del arte que esconden tras la careta de
profesores universitarios.
Eso
es terrorismo, señores. |
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