Luz María Varela,
María Egea y Vanna Tursini
En esta exposición
se plantea un diálogo entre mundos aparentemente contradictorios,
como el interno (invisible, misterioso y desconocido) y el real
(visible, lleno de luces, texturas, velocidad y colores). Un sistema
social que estimula el tener sobre el ser, el placer superficial y
evasivo sobre la introspección y la contemplación; que utiliza el
cuerpo de la mujer como símbolo de deseos y pasiones carnales.
Cuerpo fragmentado y “plastificado”, descabezado, imposibilitado de
procesar pensamiento alguno. Mujer igual a estereotipo sexual que
vende; y la relación entre sexos, un encuentro banal sin mayor
trascendencia. Ese cuerpo de mujer expuesto, inflado, procesado
tecnológicamente para que pueda rebotar con eficacia contra la
retina de los distraídos transeúntes, tiene como fin único
propiciar el consumo, la vida fácil, liviana, juguetona;
deslastrarnos de la posibilidad de explorar la realidad con otra
mirada; de poder profundizar en ese misterio inasible de lo que
somos y del para qué estamos. Estas imágenes que invaden nuestras
ciudades solicitan de nosotros que seamos ciegos para convertirnos
en presas fáciles de aquellos que utilizan nuestra
sensualidad; ciegos para que no
tengamos más norte que la búsqueda del éxito y el triunfo siguiendo
modelos preestablecidos.
Es lamentable
verificar que en hoy día, inicios del S XXI, después de años de
buscar respeto, dignidad y equilibrio entre los derechos de la mujer
y del hombre, es cuando más se degradan los aspectos sagrados de
sus cuerpos asociándolos con placeres y deseos preponderantemente
instintivos. Resulta difícil encontrar que se honre la capacidad que
tiene la energía femenina para intuir, preservar, nutrir, compartir
y organizar; para ser en definitiva un elemento complementario y
esencial que pueda actuar de contra peso ante las fuerzas
guerreras destructivas que se han apoderado de los centros de poder
del mundo.
El arte ha sido y es
una vía para explorar lo tangible y lo intangible, tanto de lo
interno como de lo externo. En la actualidad se entiende que todos
existimos en una red de relaciones entre diversas partes de un todo
unificado y que, por esa razón, no podemos ya trazar fronteras
delimitantes entre las cosas; que nuestro hacer tiene una
repercusión inmediata en nuestro entorno aun y cuando no podamos
apreciarlo. Esta muestra pretende abordar la aparente dicotomía
entre el mundo exterior y la psique que yace dormida debajo de las
bengalas de colores del consumo y el placer.