Alex Ferguson

Universidad Central de Venezuela  

Una agenda alternativa

enero de 2011

El cambio en la UCV y, por cierto, en el resto de las universidades nacionales es un clamor general, aunque sus razones, métodos  y objetivos no  sean los mismos en cada grupo de actores que participa en ella. Para avanzar en ese proceso es necesario comenzar rompiendo el círculo vicioso de ofertas incumplidas, ineficiencia y centralismo autoritario que han conducido al actual estado de desconfianza generalizada en las capacidades institucionales.

Desde el 2001, un importante grupo de universitarios comprometidos con la transformación de nuestra Universidad, entre ellos y de manera destacada, el grupo de profesionales que conforman la Red del Observatorio Internacional de Reformas Universitarias (ORUS-VE) hemos venido planteando la urgente necesidad de un cambio sustantivo en las bases epistemológicas, en la organización y en los modos de funcionamiento de la educación superior. En tal sentido hemos fundamentado hasta la saciedad que la transformación universitaria debe ser pertinente, profunda pero plausible y realizada mediante la participación más amplia y democrática posible.

En este sentido, ninguna persona o grupo puede seguir pretendiendo la exclusividad del cambio que está planteado como clamor comunitario. Por ello es clave la capacidad de convocatoria que pueda generarse desde el alto gobierno universitario, dominado hoy por la intransigencia que deriva de una agenda oculta y por la radical incomprensión de lo que está ocurriendo en el país y el mundo.

De lo que se trata, entonces, es de comprometerse seriamente a involucrar a todos los actores capaces de activar propuestas y de impulsar procesos verdaderamente transformadores. El reto de la transformación consiste, pues, en insertar las demandas inmediatas, urgentes, de cambios organizativos, académicos y políticos.

    Así pues, las ideas y proyectos de cambio deben ser discutidos ampliamente en las instancias originarias del poder universitario  donde la discusión y el debate han estado ausentes por años y que por su inacción son responsables, con honorables excepciones, de buena parte de la crisis que vivimos.

En todo caso, una agenda para la transformación de la Educación Superior debe considerar los siguientes aspectos:

¨      El pensamiento que la piensa y sus referentes epistemológicos

¨      El papel y pertinencia de los gremios y organizaciones laborales en la dinámica universitaria

¨      El simulacro de democracia inherente al  esquema organizativo actual de la universidad.

¨      La pertinencia del esquema organizativo actual por Facultades, Escuelas y Departamentos

¨      La implantación de un nuevo modelo organizacional así como la modernización de la plataforma tecnológica y comunicacional actual, que nos permita una gestión eficaz y eficiente de los asuntos docentes, de investigación, de administración y de extensión...

¨      La impertinencia de la visión disciplinaria del conocimiento y su expresión en la estructura actual de profesiones y carreras.

¨      La ampliación y flexibilización de los estudios de pregrado y postgrado que respondan a la necesidad de diversidad,  autogestión y autoevaluación del conocimiento.

¨      La revisión profundamente de las formas de ingreso a la universidad, el sesgo excluyente de sus políticas de “cupo” así como la perversión de las “pruebas internas”  y de los “cursos propedéuticos” en los que se inscriben muchos pero que pocos aprueban.

¨      La educación para toda la vida.

En resumen, el debate transformador debe profundizar, tanto como sea necesario, hasta producir un proyecto alternativo, pues la propuesta gubernamental no nos satisface, cónsono con los requerimientos políticos, sociales, culturales, cognitivos y organizacionales del tiempo en que vivimos.

Tenemos una nueva oportunidad como consecuencia del paso atrás dado por el gobierno. Ahora se trata de abrir el debate interno y de visualizar otro modelo de universidad capaz y dispuesta a pensarse a sí misma en todo momento, que nos permita salir de este ambiente rutinario y burocratizado en el cual vivimos y en el que la pobreza académica, el autoritarismo y la ineficiencia tengan cada día menos espacio.