Rafael Febles Fajardo

rafaelfebles@yahoo.com

En el bosque me perdí, en el bosque me encontré

2005

Cómo llegué hasta aquí, si me propuse ir a otro lado, el tiempo del cual no tengo disposición y mi sagacidad para caminar sin saber a donde voy. Simplemente me dejo llevar por el camino como si me empujara algo que no se que es y de donde viene, en fin pensamiento tras pensamiento, buscarle la lógica a ciertas cosas me hace irreverente, total para nada porque siempre estoy aquí conmigo y las circunstancias en el medio de todo y en el centro de la nada. 

Me dirán algo que yo no sepa, es posible, porque el encuentro con el camino que no escogí me hace transitar por el espejismo y la incertidumbre, para qué, si de todas maneras estoy aquí y perdido en esta inmensidad, en la naturaleza que me habla y no la entiendo. 

Qué debe ser, la imagen divina del ser amado en la cumbre de los árboles que me rodean, estoy satisfecho porque alcancé estar aquí sin proponerlo.  Siento que algo, falta me hacía, la inspiración por la vida me llega de pronto, los invito a  todos a que en mí, en mi presencia ante tal inmensidad se reflejen las ansias del disfrute gozoso del cual aprovecharé al extremo del entendimiento. 

Al estar solo, ante lo que veo, me siento acompañado por árboles, hojas que se mueven en el suelo enmohecido, aves van y vienen, sus sonidos acompasan mi pasaje, sonidos del pentagrama espacial y el olvido de lo terrenal me devuelve, lo que creí había perdido. 

Al elevar la mirada hasta la copa de los árboles, veo más que eso, es el infinito que irrumpe a  través de mis pensamientos, quiero decirles algo, si tuviéramos tiempo para escudriñar nuestra propia vida, veríamos un bosque inmenso repleto de respuestas, me lleno de tiempo que guardaré incólume en el archivo de la esperanza, está allí y estará siempre. La disposición a la certidumbre nos acompañaría entre hojarascas, rayos de sol, noches con luna, nubes cargadas, estrellas fulgurantes, si nos dispusiéramos a respetar el más allá de nosotros, que como ángel de la guarda nos acompaña  

Encontrarse es más sublime que salir del bosque, es la esencia del vivir, es la expresión del yo cuando se haya en uno mismo, que bello es el  existir y darse cuenta que es uno. 

He decidido en el bosque liberarme de mi propio silencio, que salga iracundo de la tumba y diga al espacio que me rodea, vida es esto, lo que me da vida. Lo que haya producido este encuentro conmigo, es producto de este desandar que me trajo aquí, sortilegio o destino, ya no importa, importante es que huí de mí y siento realmente  que estoy para realizar sueños, sí, lo que me proponga, porque ya me conozco y se quien soy, un amante de la naturaleza, de los seres vivos, de la creencia infalible de la ingenuidad existencial,  de la vida misma. 

Entré al bosque sin conocerme, extraño de mi  propio ser, ajeno a lo que creía había perdido, al inicio del camino repleto de naturaleza no entendía la fuerza interna que me empujó hasta aquí, la locura del desencuentro terrenal se convirtió en el hastío conmigo mismo, el aborrecimiento era mi andar, mis propios pasos eran las sombras de que algo andaba mal...Ohhh, naturaleza infinita, universo fulgurante y decisivo, la soledad de tu inmensidad me hizo recordar que no estamos solos, que nuestra compañía nos hace reverentes, que el ser humano que está en nosotros no merece tan solo una pizca de desprecio. 

Salí del bosque, me encontré en el bosque, el espejo que nos retrata me hizo reflexionar sobre la vida, no entiendo al que destruye algo que le pertenezca a la naturaleza, es abominable, despreciable, seguramente en algún momento la necesitará y la encontrará como me ha sucedido  a mí. Nunca nos perderemos, si llegamos a conocernos, quién soy y a quién amo, debemos estar claros sobre esto. Si la vida está en nosotros mismos, porqué desaprovechamos sus oportunidades. 

Lo material es secundario si no sabemos vivir la vida, es fruto de nuestras decisiones, en el juego de la vida existir y ser es lo más importante, lo demás viene por añadidura, es regalo del ser supremo, si  te encuentras contigo mismo, lo haces con el espacio que te rodea, con los seres que te aman y los que te odian, igual da, si conservas tu naturaleza divina, acaso te has preguntado alguna vez, para qué estamos en vida sino la disfrutamos con los demás, es una reflexión sencilla pero de gran profundidad si le otorgamos el valor que tiene. 

El Cristo del Señor se sacrificó por nosotros, que significa eso para ti, lo has pensado alguna vez, o sencillamente lo consideras un acto meramente heroico o banal, asumamos que el sacrificio al ser por nosotros y que este fue para que nuestra vida fuera perfecta, mirarnos a nosotros por dentro es ver en los demás lo que nos hace falta, no te parece.