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El payaso en la antigüedad.
También conocemos antecedentes muy remotos que nos dan una idea de la
existencia de estos personajes en la antigüedad.
Desde esta época ya le sería otorgado a este personaje un privilegio que le será reconocido a lo largo de la historia: el poderse burlar del rey, hacerle sugerencias, e influir contundentemente en sus decisiones, aunque este beneficio debía ser ejercido con tacto y cautela, pues de sobrepasarse o equivocarse, nuestro chistoso personaje podía pagar con su propia vida. Se sabe que para construir la muralla china fue necesario que muchas personas sacrificaran su vida. El emperador, no contento con esto, tuvo la idea de pintarla, con lo cual todo el pueblo se estremeció pero sólo el bufón Yusze se atrevió a sugerirle, medio en broma medio en serio, que no lo hiciera y el emperador al fin cedió, ahorrándose con ello muchos años de trabajo y muchas más muertes.
En otras partes de oriente aparecieron los "Lubyet ", o "hombres
frívolos", que caminaban y tropezaban llevando parasoles haciendo una
pésima imitación de los miembros de la realeza. Ya hace cerca de unos 2000 años, en Grecia, los payasos irrumpen en lo que podría ser denominado como el antecedente de las atelanas, tradición seguida por los romanos en la que se presentaba una obra teatral y los payasos aparecían en los intermedios, o al final, interpretando una propia versión cómica de la obra. Homero nos habla también de Tersites, que divertía a los guerreros griegos en las retaguardias de las áreas de combate y Virgilio relata las fiestas del Ager, en las que personajes enmascarados, o maquillados, improvisaban diálogos humorísticos y representaban costumbres populares. Dentro de los payasos romanos se hicieron famosos Cicirro, que usaba una máscara con cresta de gallo y actuaba como tal, cacaraqueando y batiendo brazos a guisa de alas, y Estúpido, que llevaba un traje de parches y un gorro puntiagudo. Filemón fue querido por todo el pueblo y es famosa su anécdota: el emperador obligaba a los cristianos a hacer sacrificios a los dioses y, si el cristiano se negaba, era sentenciado a muerte. Un Cristiano le pagó a Filemón para que fuera al templo y ofreciera por el sacrificio y, estando apunto de hacerlo, el payaso se percató de que el también era cristiano y se negó a realizar el sacrificio. Con pesar de todo el pueblo Filemón fue ejecutado y hoy, por su inquebrantable fe y valentía, es reconocido como santo: San Filemón. Desde un comienzo estos payasos fueron patrocinados por los patricios, gentes adineradas que disfrutaban de los espectáculos ambulantes de bufones, entre los que se contaban algunas mujeres. Cuando el emperador romano se convierte al cristianismo, desaparecen los teatros y, con ellos, las famosas atelanas que también se interpretaban en calles o plazas romanas. Entonces los payasos se ven obligados a errar por las plazas y mercados de los diferentes países europeos, convirtiéndose en seres nómadas.edad media y los bufones de las cortes. Por aquel entonces se celebraba la feria en los principales distritos rurales. Una feria podía durar semanas enteras, la gente vendía, compraba y miraba los espectáculos ofrecidos. En este ámbito aparecen los personajes que serían conocidos como "gleemen",en Alemania y Escandinavia, y como "jonglenrs", en Francia. Eran hombres atléticos y fuertes, acróbatas, cantantes, músicos y entrenaban perros, osos y caballos y hasta conejos que tocaban tambor con las patas. Otro payaso cumplía una función muy simpática: debía mantener a raya al público que, dispuesto a manera de círculo, observaba los diferentes espectáculos y, principalmente, el del mimo. Entonces el payaso pasaba cerca al público y, golpeándole en broma, ya fuera con una estaca con un globo atado a uno de sus extremos o una escoba, gritaba pidiendo espacio para recitar sus trovas.
Jeffery Hudson, un hombrecillo de menos de medio metro de altura, fue el último bufón de la corte de Inglaterra. En una ocasión, mientras el rey Carlos I y la reina Enriqueta María estaban comiendo con el duque de Buckingham, y ya se disponían a cortar un enorme pastel traído por los sirvientes, Jeffery salió de éste dando brincos. Como "alegres consejeros" se les conocía a los bufones en Alemania, porque dentro de sus agudas observaciones incluían sabios consejos.
Un antecedente: la Comedia del Arte. Arlequín lleva un disfraz de parches en forma de rombos y, algunas veces, un antifaz o un tricornio en la cabeza; Brighella va vestido de blanco y verde; Polichinela ( cuyo nombre proviene de Paolo Chinelli, uno de los primeros representantes de la farsa delsiglo XVI) viste de blanco y con gorro puntiagudo y el Doctor lleva un atuendo negro y unas mascara de mejillas rojas. Arlequín era un sirviente muy pobre, pero ambicioso, y por lo general se metía en líos, por lo que era apaleado. A su amo, un mercader avaro llamado Pantalón, no le gustaba que Arlequín pretendiera a su bella hija, Colombina, y evitaba a toda costa que su bello retoño se viera con su sirviente. Entretanto, éste odiaba a Brighella que, al ser más corpulento e inteligente que Arlequín, lucía siempre una máscara de ojos rasgados y sonrisa astuta. Polichinela o Pulcinello era un astuto matón que portaba un garrote, para darle una zurra a quien no compartiera sus ideas. El doctor, amigo de pantalón, era un borrachín ( por eso llevaba las mejillas rojas) que unas veces se desempeñaba como médico, y otras como abogado o profesor, y siempre lanzaba arengas sobre temas insulsos, dándose aires de hombre culto. Otro personaje, Capitán, se la pasaba alardeando sobre sus hazañas y su furia, pero realmente era un cobarde. Más tarde, en Francia, aparecería Pierrot. Triste y de cara blanca, sería otro eterno enamorado de Colombina y, como veremos más adelante, influirá de manera decisiva en la conformación del payaso moderno, que surge con la desaparición de la comedia del arte y la ascensión del circo moderno, cuando vemos a un Pierrot romántico y enamorado de la luna, una luna solitaria, porque su amada, Colombina ha desaparecido para siempre de la escena. Esbozo del payaso moderno. Se cree que la palabra "payaso" se deriva de un tal Pagliaci, pero sobre este hecho en realidad no hay mucha documentación. Lo que sí es cierto es que se considera como el primer payaso moderno de la historia a Giuseppe Grimaldi, célebre a tal punto que el gran Charles Dickens escribió su biografía. Nacido en 1778, Grimaldi comenzó a actuar desde que tenía dos años y fue mimo, cómico y volatinero. Los expertos lo consideran el pionero del género Clown, término que, sin bien en nuestro idioma traduce payaso, tiene en el inglés una procedencia bien diferente. Así pues "clown" es derivado de clod, que traduce aldeano, y ello se debe a que los primeros payasos de circo vestían a la usanza de los campesinos. Ahora bien, ese payaso o clown, interpretado por Grimaldi, no era otra cosa que una réplica del Pierrot de la Comedia del Arte, ya que igual que él, llevaba el rostro blanco. En los albores del s XIX, a pesar de su desaparición, la Comedia del Arte sigue influyendo, como hasta hoy lo ha hecho, los diferentes espectáculos circenses y obras de teatro. Así, no es raro pues encontrar a un Grimaldi que, en 1806, actuaba como payaso en una pantomima titulada "Arlequín y la Mamá Gansa" y, posteriormente, ejecutaba sus "arlequinadas", en las que construía objetos o personajes con cosas raras, como un hombre hecho de vegetales, con el cual boxeaba, valiéndose de un par de nabos como guantes.
Así que, cierto día, un hombre deprimido y triste fue a ver al médico. Este lo encontró bien y le dijo: "necesita algo que lo alegre, vaya a ver a Grimaldi, él lo hará reír". A lo que el paciente respondió: "Pero, doctor... yo soy Grimaldi".
Clowns y augustos. Existen notables diferencias en la apariencia y carácter de ambos personajes. El clown generalmente viste de manera recatada, con un traje de lentejuelas, la cara maquillada de blanco y cejas circunflejas. Es astuto, dotado de un humor conservador y hasta podría decirse que reaccionario. Por el contrario, el augusto usa disfraces extravagantes y coloridos que nunca le que- dan a la medida, siendo muy grandes o extremadamente estrechos. Por lo regular calza unas zapatillas enormes y una redonda nariz roja. Es crítico, mordaz, rebelde e ingenuo. Hace el papel de tonto y siempre se tropieza y recibe golpes por parte de su compañero. Claro está que esa ingenuidad, esa estupidez del augusto, es premeditada, estudiada y debidamente planeada, para hacer la contraparte del clown, ese payaso inteligente y de apariencia un poco solemne frente al desaliño de su desgualetado compañero de escena. Aunque también es común que el augusto se dé sus toques de caballero dandi portando unos guantes blancos.
Sobre el origen del término augusto hay diversas hipótesis.
El augusto es el perdedor en tanto el clown es el ganador. Si ambos se disputan un balde de agua, o un pastel, siempre el augusto termina emparamado o con la cara embarrada de pastel. Más tarde, cuando se forman los tríos, aparece el trombo, o ”contra su gusto”, que tiene la misión de salir a desbaratar el trabajo realizado por sus dos compañeros.
Antonet, como decíamos, antes de ser clown, fue augusto. Por eso, no es de extrañar que entrenara como tal a quien formaría, a su lado, una de las parejas más afamadas y respetas en el mundo de los payasos, Grock. Grock era un payaso, músico, acróbata y contorsionista, nacido en suiza, y conoció a Antonet en Sudamérica. Ambos actuaron algún tiempo como augusto y clown respectivamente, pero luego se separaron, al parecer por diferencias, ya que, como tanto se ha dicho, Antonet era bastante temperamental, hecho por el cual se vio obligado a cambiar de pareja en varias ocasiones. El augusto Beby, ha sido la más destacada. Todavía hoy los expertos se disputan sobre si la pareja más perfecta de payasos ha sido la de Grock y Antonet o la de éste con Beby. En cuanto al mejor augusto no hay dudas, Grock, cuyo nombre original era Adrián Wehtfach, se lleva todos los galardones. Triunfó en muchas partes pero cuando llegó a España no fue aclamado con la misma efervescencia. Tal situación ha sido atribuida a que, primero, se le hizo una publicidad contraproducente en aquel país, al regarse el cuento de que en realidad era un hombre millonario, poseedor de un castillo en la ribera del Rhin; y, segundo, creó una escuela tan enorme que, cuando llegó a España, ya muchos de sus discípulos habían deslumbrado con sus actuaciones y números de presentación. Llegó a tener un circo y se rumoreó mucho sobre su supuesta tacañería.
Se atribuye a John y William Grice la institucionalización de la música en
las presentaciones de payaso, a tal punto que se ha sostenido que, payaso
que no interprete algún instrumento, no es payaso. Fueron también famosos
por sus farsas y números musicales Aurol, Medrano y Pujol. Dan Rice, tal vez el payaso americano más famoso, bailaba y cantaba mientras su cerdo amaestrado hacia gracias.
También los hermanos Duroff, de Rusia, tenían un cerdo llamado "Chuska" que fue entrenado para lanzarse en paracaídas, con un globo amarrado a cuestas. En España, Popey ha sido reconocido como el payaso (augusto) más importante en los últimos tiempos. Los hermanos Díaz presentaban un número en el que el clown golpeaba un muñeco. Luego el augusto hacia lo propio hasta destrozarlo y se ponía las vestiduras del muñeco. Entonces el clown golpeaba al augusto vestido de muñeco con lo que en una ocasión le tumbó los dientes accidentalmente. En adelante Emilio Díaz, el augusto, hubo de seguir usando dientes postizos y, como si fuera poco, en otra ocasión su hermano le partió un labio al arrojarle un pastel con mucha fuerza. En aquel país también se hicieron célebres los Rico y Alex, que fueron invitados para actuar ante el rey Víctor Manuel de Italia, los Carpi, los Tonitoff, Pompof y Thedy, y sus vástagos Zampabollos y Nabucodonosorcito. Chicharito y Guerrita fueron augustos de soiree, cuya especialidad consistía en ridiculizar las acrobacias de los expertos.
En fin, la lista de payasos afamados es interminable pero no podemos dejar
de hacer justicia al mencionar algunas mujeres payasos como Miss LouLou,
que dio comienzo a su profesión como acróbata y funambulista, y, luego, se
casó con el augusto Attof, con quien formó pareja. Oranda Cristiani y la
señora de Riquelme, a diferencia de la mayoría de las clonesas que optaron
por el papel del clown, interpretaron con éxito el rol del augusto. Pero
la primera mujer payaso fue Elizabeth Silvestre, quien, en 1835, trabajó
en el circo de Pablo Franque en Inglaterra. Los payasos, en suma, pueden tener diversas habilidades. Pueden ser acróbatas, músicos, malabaristas, entrenadores de animales, cantantes, bailarines, cuentachistes y, en fin, pueden desempeñar en el escenario toda suerte de acciones y presentaciones inimaginables que dependen, en buena parte, de las capacidades y, sobre todo, de la creatividad de los propios payasos.
El hecho es que hoy día este oficio se ha visto desmeritado, no solo por la visión que el propio público muchas veces tiene de él, sino por que sus representantes no son conscientes de la cabal importancia de la función que desempeñan: la de hacer reír. Ya Rubén Darío, en su cuento "El rey burgués", denunciaba este hecho al relatar la jactancia con que un rey dejaba apresado en el olvido, fuera del palacio, en medio del frío y la muerte, a un viejo bufón, mientras el orgulloso monarca se regodeaba celebrando con suntuosas viandas, en compañía de turiferarios, filosofastros, y supuestos sabios hombres de la corte. En nuestro medio vemos muchos augustos pero pocos clowns. Y son augustos más por su apariencia, porque muchos carecen de esa inteligencia, esa sagacidad y esa perspicacia, que son menesteres a la hora de jugar a ser, o actuar como si fueran, idiotas. Hoy se nos ha olvidado, o tal vez hemos desconocido, que, aquella idiotez de los augustos, iba cargada con un humor mordaz y crítico y que era una idiotez aparentada. Tal vez por eso el payaso de nuestra cotidianidad, aquel que es contratado en fiestas y piñatas o que hace las veces de perifonista por las calles y aceras del centro de nuestra ciudad, reniega de su condición, o se avergüenza de ella, cuando en realidad este oficio que, por qué no, podría ser también profesión, tiene una historia tan bella, un pasado fascinante, rico en anécdotas, personajes, curiosidades y todo lo que se quiera. No hemos aprendido, también por ignorancia, a ver mas allá de un maquillaje que nos resulta ridículo y una mirada triste, profunda, del ser que interpreta el payaso, porque una cosa es el payaso y otra quien lo interpreta, pero uno y otro aúnan sus esfuerzos, sacrifican sus vidas, por arrancarle una sonrisa a las nuestras, y es por eso que creemos que es justo hacer un reconocimiento a estos nobles personajes que tantas carcajadas le han robado a la historia.
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