Mario González Valdés "El Huillimario"

Ginebra

maminigonzaval@yahoo.es

Colaborador y corresponsal de www.clarinet.cl

El conflicto y la lucha mapuche, una espina en el corazón de Chile y de los chilenos...

10 de marzo de 2007

"La historia es nuestra y la hacen los pueblos"

Presidente Salvador Allende

 

Este es un aviso, uno más que llegó a mi correo. Se los hago llegar al igual que este texto, para ser divulgado...y piensen...

http://www.alvial.cl/robles.htm

Desgraciadamente nuestro país, y nuestras autoridades que lo permiten, siguen dando el mal ejemplo. Las tierras mapuches siguen siendo usurpadas y vendidas. Cada vez su espacio natural, su propia tierra, que histórica y biológicamente les pertenece, se le reduce. En otras palabras el genocidio continúa y el pueblo mapuche paulatinamente se le va exterminando y se le está haciendo desaparecer. Se le reprime y se les desconocen sus derechos fundamentales.

Las leyes chilenas, sobre todo aquellas que se dictaron durante la dictadura, siguen vigente para seguir perpetuando el robo. Sus tierras pasaron ser una mercancía en beneficio de los generales del neoliberalismo. Si históricamente se fue perpetuando el robo de su territorio...su nación, durante la dictadura el robo de sus tierras se transformó en un medio de consumo.

Y la cosa sigue, desgraciadamente los mapuches y sus organizaciones confiaron mucho en Chile y su clase política para el retorno a la democracia. Y que ha hecho la democracia por ellos? Es una pregunta muy difícil y complicada en responder. Lo cierto que la marginalización y el extrañamiento casi definitivo es una dura realidad y una espina muy gruesa, en la no tan nueva democracia chilena. Los mapuches confiaron y se unieron en la lucha contra la dictadura como la gran mayoría de los chilenos, fue su error, porque para la izquierda chilena post golpe, y de antes también, la problemática mapuche no le era, ni fue nunca la primordial. 

Los mapuches deberían haber levantado con su lucha histórica un verdadero y único movimiento  de liberación, lejos de Santiago y aparte de las mezquindades políticas, más interesadas en recuperar el gobierno que llevar a la realidad el interés y los deseos de tanta gente, y de los mismos mapuches. No es tarde, nuevos vientos comienzan a soplar en América Latina  y en Chile también. Ellos, le gente de la tierra tienen el justo derecho de reocupar el territorio usurpado por la dominación chilena. Es y será lo esencial. Serán ellos, solo ellos, los que levantarán las nuevas banderas que comienzan a ondear. 

Los  territorios  mapuches han sido arrasados con la historia y la dominación chilena. Una historia de ocupación, dominación por la fuerza y de colonianismo que permitieron la apropiación de todo esa extensa y paradisiaca región que abarcó por el norte, el sur del río Butalebu, como se llama el Bío Bío, hasta  Chiloé. en su límite sur. Tierras y región que le fueron reconocidas por diferentes tratados y parlamentos por la corona española. Legalmente el "dominio" de Chile, a partir de los años 1880 en lo que fue y es la nación mapuche, es , puede y debe considerarse como una dominación colonialista , de invasión y de ocupación de sus territorios, territorios que no les pertenecían.  

El Chile republicano, el que nació con la primera y segunda declaración de la Independencias, como el Chile colonial se extendía hasta la ribera norte del Butalebu.La conquista chilena, por intermedio del genocidio más grande que se conoce en todo el continente americano, la llamada Pacificación de La Araucanía, entregó los territorios ocupados a colonos llevados desde Europa. 

Los bosques primitivos y el habitat natural comenzaron a desaparecer de sus tierras. La selva húmeda y fría que componía su territorio fueron arrasadas e incendiadas, hasta destruir su morfología y exterminar gran parte de su naturaleza. Los mapuches, jamás incendiaron y destruyeron su medio natural, por el contrario, la protegían porque esas tierras y esa región eran su vida. 

Y pese a todo ese robo, institucionalizado por el estado chileno, sigue, sus tierras siguen siendo traficadas. Los avisos publicitarios de venta  y remate de propiedes y tierras originarias mapuches es pan de cada día. Nadie ha hecho nada por impedirlo. Su paisaje geográfico ha tomado el nombre de esa ocupación. Las riveras de lagos, mares y ríos siguen llenándose con construcciones de descanso donde reposan los apóstoles y los cómplices del neoliberalismo. Mientras sus auténticos y históricos propietarios son , y siguen, siendo postergados y marginalizados. 

Al destruir su habitat y masacrar a su gente, Chile cometió y sigue cometiendo el exterminio. Sus manos, aunque las aparenta por su reciente historia política, no están limpias  A los mapuches se le ha negado el derecho de vivir, y eso, eso es genocidio, un crimen contra la humanidad. Lo dice la misma carta de las Naciones Unidas. 

El Estado chileno nunca ha accedido a sus demandas y a sus derechos naturales e históricos. La represión masiva ha sido siempre la respuesta. Desde las últimas décadas, incluyendo los años de la Concertación, se les ha aplicado la ley antiterrorista creada por la dictadura pinochetista, utilizada ya tácitamente semanas antes del Golpe Militar. Esa misma ley ha condenado a decenas de dirigentes mapuches, entre ellos los hermanos Florencio y Juan Marileo, Juan Carlos Huenulao y la teóloga Patricia Troncoso, que acaban de suspender una huelga de hambre y haber desencadenado movilizaciones solidarias en Chile y en el extranjero, como muestra de solidaridad en protesta a su detención y condena y para mostrar al mundo la dura realidad del pueblo mapuche. 

El investigador y delegado de las Naciones Unidas Rodolfo Stavenhagen, luego de dar su informe sobre la situación de los derechos humanos y de la comunidad mapuche, pidió al gobierno y a la justicia chilena que pactara con los detenidos y condenados, presos políticos, tomando en cuenta las demandas históricas de este pueblo. Informe y situación a la que ha sido puesta en conocimiento el organismo internacional. La "respuesta" de la justicia chilena, no fue otra que aplicar en "plena democracia" la legislación antiterrorista. 

La opulencia y la arrogancia del Estado neoliberal, simbolizada en la ciudad de Temuco, en la que se dice que la economía chilena y las cosas en Chile van bien...pero la mayoría de los chilenos están mal, tiene su principal contradicción en esa zona. Chile tiene en su poder el triste record de ser el segundo país  del mundo en los índices de pobreza y mala distribución del ingreso nacional.  La región de Cautín, La Frontera, donde se concentra la gran mayoría de los mapuches, encabeza de lejos esa proporción. A la verdad histórica de la pérdida, despojo y usurpación de sus tierras, la ocupación de su territorio desde los mediados del siglo XIX, se le agrega el haber sido condenado por el Estado chileno a la extrema miseria, a la exclusión y a su marginalización. 

Chile como Estado, nunca ha dado una solución adecuada al conflicto mapuche, tampoco lo ha tratado, debido a su propia arrogancia al considerarse formado por un solo territorio y por solo una sola etnia. Negándose legalmente  a reconocer la existencia de los diferentes grupos étnicos que la componen, en especial, los mapuches. Negar este hecho, desconocer su existencia ha sido y es su principal error. 

La activización y la movilización del conflicto, su reivindicación central, el del reconocimiento a su existencia, va no sólo a que se le reconozca su diversidad, va hacia la reivindicación histórica de esa existencia como pueblo y como nación. 

Las detenciones, las acusaciones de asociación ilícita, los atropellos, los allanamientos, dignos de una época recientemente pasada, no hacen otra cosa que levantar la acción reivindicadora de las organizaciones y nuevos dirigentes mapuches, rompiendo con ello los pocos vínculos institucionales con el Estado chileno, para levantar los ideales de una liberación territorial. 

La autonomía, la autodeterminación, la Nación Mapuche, no son términos desconocidos, ni vocabulario nuevo en su historia. Tampoco una acalorada y temporal utopía. Ya en los primeros años del siglo XIX, en Osorno los huilliches habían proclamado  la República Indígena, como respuesta y defensa a la llamada Pacificación de la Araucanía, que no fue otra cosa que el crimen masivo de mapuches y la ocupación del territorio por el ejército chileno. En 1931, se proclamaba en Temuco la República Indígena Independiente, duramente reprimida por levantar las banderas de constituir una nación independiente. No debe olvidarse que a mediados del siglo XIX, lejos de la tergiversada y manipulada historia oficial, Aurelien Antoine I,  se proclamó Rey de La Araucanía, unió a los mapuches de la zona sur y de la Patagonia, reivindicando el derecho de constituirse como una sola nación y reino, a lo largo y ancho de esa región, no anexadas y  ni ocupadas, en ese entonces, ni por Chile ni Argentina. 

Si el Estado chileno continúa a encerrarse en su prepotencia y arrogancia continuará a construír continuas respuestas hacia su política de exclusión hacia los mapuches. La represión trae y genera consigo más violencia. Todos saben como comienzan y se desarrollan esas verdades, pero nadie sabe como terminan. La arrogancia, es igual y sinónimo de fundamentalismo. En Chile esa  verdad es una institución,  donde el racismo y la discriminación, al igual que otras características  sociedad chilena, se mezcla con el clasismo, muy dominante en su mentalidad y en su cultura. Y el clasismo, sobretodo el chileno, es una forma de racismo. 

La lucha de los mapuches continúa, no es sólo el reclamo de las tierras usurpadas que pertenecen a su historia y a sus antepasados. La paciencia de los mapuches, el clandestino silencio tienen sus límites y éste se ha ido agotando y se agota cada vez más .La historia continúa, sigue, se escribe, y hay muchos que se han preparado y se preparan para ello.