Juan Calzadilla |
Entrevista realizada por Floriano Martins Jornal Abca, Brasil septiembre de 2004 |
JC.-Antes
de entrar en materia, me gustaría aclararte que participo en la Bienal de
Sao Paulo de 2004 en una sección especial que las autoridades del evento
han llamado Núcleo Histórico. En esta sección se exhiben propuestas o
reseñas de artistas plásticos de trayectoria importante o que han hecho
aportes significativos al arte desde una posición, por decir algo,
marginal o poco reconocida en el plano internacional y a veces, también a
nivel nacional. Ese podría ser mi caso. Tengo entendido que son muestras
que se disponen en espacios cerrados, más bien pequeños y acondicionados
como las salas de los museos, con referencias muy precisas y aislados del
eje central de la Bienal, que esta constituido
por la exhibición lineal, a lo largo de un extenso pasadizo, a
ambos lados y en dos niveles del gran pabellón, de un número importante
de obras de arte consideradas
por los curadores entre las más representativas de cada país
participante, confirmando prestigios,
publicitando y llamando
la atención sobre los artistas representados, sobre todo en lo que concierne al mercado de obras de arte
que está en línea con las vanguardias,
las grandes ferias, los museos
y el coleccionismo mundial. Creo,
por tanto, que, lejos de esta orientación globalista, el interés de la curadora venezolana por
presentar mi obra gráfica en Sao Paulo (de difundirla, no de
promocionarla, y pensando en el Núcleo Histórico) sólo puede
justificarse por lo que dice el
Comisario General de la
Bienal, Prof. Affons Hugg, autor de la propuesta
normativa que rige al evento y, con carácter vinculante, a todos
los participantes. Para Hugg, el
arte es un territorio libre cuyas fronteras indefinidas escapan a todo
control, sea de los estados o del
imperio, de la censura, de la moral o las religiones; un territorio libre
al que los artistas ingresan con sus obras para hacerlo aún más libre e
indominable, y en donde, como no se aplican aquí las leyes que norman la
política y la economía, todos los cambios, intercambios, transferencias,
robos y permutaciones, históricas o transhistóricas, son admisibles. Se
rompen paradigmas y continuidades y se adoptan, transplantan o reciclan
técnicas y lenguajes de otros artistas, espacios y tiempos, e incluso el lenguaje, las imágenes y los mitos de las
civilizaciones desaparecidas para hacer del aparato de la historia del
arte un organismo viviente, activado permanentemente. Historia o, mejor,
territorio hecho de transverberaciones, violaciones,
atribuciones y desconocimiento de fronteras genéricas, y que, por sobre todo, garantiza y legitima la
transdisciplinariedad en todos los lenguajes, de un territorio a otro. Es
en este aspecto corsario, incurso en las reflexiones
que Hugg hace respecto a la fundación no de uno sino de múltiples
territorios libres de la imaginación, donde se basa el argumento de la
curadora Elida Salazar para llevar mi obra a la Bienal de Sao Paulo. Es
decir, en cuanto a que se trata no de la obra óptima de un artista plástico
consagrado, sino la de un poeta de la escritura. Vale decir, de un transgresor
convencido. FM
- Em uma declaração coletiva do Grupo Surrealista de Madrid encontramos
que “la imagen no conserva hoy ningún poder mágico liberador. El arte
se ha degradado en otra forma de entretenimiento de masas, adquiriendo su
mismo valor. Se debería abrir una reflexión y un debate lo más riguroso
posible antes de inaugurar una nueva exposición.” Acreditas
que esteja saturado o atual modelo de exposição de obras plásticas? E
em que radicaria tal saturação? JC.-
Hablar de un arte degradado a través de sus manifestaciones hasta hacer
de él un “entretenimiento de masas” me parece todavía una concesión
lisonjera, un reconocimiento. Pienso que la degradación es más
estructural y se presenta afectada por el mercado del arte y los sistemas
de distribución globalizada de sus productos y por un coleccionismo
ostentoso, exquisito, que potencia los precios para marcar
más la diferencia entre lo que se considera como arte (élite) y
lo que está por debajo (masas). Si el arte recobrara una de sus
funciones de ayer, es decir, la de entretener al público, todavía
podría esperarse algo de él. Felices las ciudades cuyos museos están
llenos de un público ingenuo, de todas las edades, listo para asombrarse.
Pero esto ya es difícil de ver.
Lo que tenemos detrás de la sala vacía de cada exposición es muy a
menudo un marchand, que al mismo tiempo funge de curador, es decir, el que
decide qué es lo que el público debe ver. Yo
adhiriera a la declaración surrealista de Madrid si se conviniera, como tú
dices, en que el modelo de exposición está agotado, con esta duda: ¿Está
agotado el modelo o los mecanismos de dominación que lo manejan en función
de intereses que no reflejan el arte, sino a los
midia y a la parte financiera del negocio? La reflexión, por tanto,
debe partir de una crítica al sistema, a las relaciones entre poderes en
el mundo actual, para luego poder avanzar hacia un modelo nuevo, que no
sea sólo distractivo. FM
- Pensando em termos de Venezuela, onde estive recentemente e pude ver
como os espaços de exposição de obras vêm sendo aproveitados,
sobretudo concentrando-se na recuperação de acervos de grandes artistas
do país, como acreditas que devam funcionar os mecanismos governamentais
de apoio à produção artística. JC.- Ciertamente. Pero creo que los museógrafos pueden dar una mejor
respuesta que yo. Entiendo que hay ciudades como Caracas en donde, en
tiempos de gran bonanza económica, un poco atrás, se crearon muchos
museos, improvisadamente, sin un plan
previo, diciéndose o actuando todos como museos de arte moderno,
museos que venían a cumplir casi la misma función. En algunos casos,
como sucedió en Caracas, se
crearon por capricho de artistas plásticos o de sus patrocinantes que
querían que esas nuevas instituciones llevaran sus nombres, y así fue.
Museos ocupados más que todo en
programar retrospectivas,
recuentos históricos y los consabidos salones de todo tipo. Careciendo de
acervos propios, se convirtieron en galerías y descuidaron la formación
de colecciones patrimoniales y de una plataforma de investigación,
privando de apoyo a los artistas
locales del momento, a expensas de privilegiar todas las ocurrencias de
los curadores. Hoy tenemos un sistema museográfico atrofiado, cuando llegó
a ser el mejor de Latinoamérica. Algo como lo que les ocurrió a
Argentina y Brasil. FM
– Tua primeira visita ao Brasil se deu em função da VIII Bienal de São
Paulo, em 1965, ocasião em que aqui estiveste como assistente de Inocente
Palacios, então responsável pela curadoria dos artistas da Venezuela.
Vieram então Jacobo Borges, Gerd Leufert e Francico Hung. Na época,
andava bastante atuante em Caracas o grupo El Techo de la Ballena, do qual
eras um dos fundadores. De alguma maneira as propostas do grupo se fizeram
representar através dos artistas venezuelanos que aqui vieram? JC.-
Cuando yo asistí a la
Bienal de Sao Paulo en l965, las galerías de arte, del tipo de Denise René,
en París, eran las encargadas de promover el
envío de los artistas, porque en el fondo lo que interesaba era
ampliar el mercado de obras. En realidad se consideraba a la bienal
una gran feria de arte, como las que existen hoy en varias
capitales del mundo. No creo que esto sea lo que esté pasando
actualmente, pero en todo caso, agregaré que las propuestas de Jacobo
Borges y Francisco Hung a la Bienal hubieran
podido ser suscritas por El Techo de la Ballena, y eso me animó a ir a
Sao Paulo, dado que yo también había participado en la selección de
esos dos artistas, y escribí las notas que los presentaban en el catálogo.
Borges trabajaba en una figuración brutal, con la que hacía una
crítica al régimen autoritario de la época, y Hung era un pintor de
acción que se expresaba de manera gestual mediante una suerte de caligrafía
monumental, que desbordaba completamente los formatos. El estado
venezolano había organizado el envío, y yo, que había recibido cierta
influencia de Hung, me sentía responsable porque de alguna manera
había sido su descubridor y animador. Sin embargo, no quiero decir
que El Techo de la Ballena aprobara o apoyara el envío en sí. Su posición
era crítica y atacaba cualquier gestión oficial o privada que supusiera
continuar con la política de premiar, becar y oficializar a los artistas
o escritores; El Techo de la Ballena asumía, en aquella época, el papel
de francotirador, como pensaba Duchamp del Surrealismo de los tiempos
heroicos. Finalmente,
Hung murió sin haber desarrollado
todo su potencial, invadido por el alcohol, y Borges, convertido en ecólogo
verde, se apartó de la política. FM
– Já tivemos oportunidade de conversar a respeito de que a atenção da
Venezuela em relação à literatura brasileira não é correspondida. Há
dezenas de autores brasileiros bem editados na Venezuela, não havendo
praticamente nenhuma edição de escritores venezuelanos no Brasil. Este
desequilíbrio se passa também no plano das artes plásticas? E quais
fatores garantem a manutenção desse abismo cultural? JC.- Esa apreciación es correcta en cuanto
a la literatura y en especial a la poesía. En Venezuela no sólo
se ha traducido y editado bastante poesía brasileña, sino que se
la estudia en talleres literarios y en universidades. Pero no creo que
esto ocurra sólo con la poesía del Brasil –que sin duda goza de un
bien ganado prestigio en Latinoamérica. Hubo una época en que leíamos más
poesía francesa que venezolana, y de igual modo se la traducía con
creces sin que hubiese en esto reciprocidad alguna, pues en Francia se ha
divulgado muy poco la poesía venezolana. Y esto ha pasado, por supuesto
con España. Argentina misma es deficitaria
en este renglón, todo lo cual se ha explicado también por una tendencia
cosmopolita muy arraigada entre los escritores venezolanos. Cosmopolitismo,
autosubestimación o adulación que no dejan de ser una ventaja ante el
hecho de que la poesía venezolana haya tenido que ser descubierta por la
mirada del extranjero (y lo ha estado
haciendo, desde su perspectiva, Floriano Martins). En este momento
seguimos conociendo poco de nosotros mismos, pero sabemos que
afuera nos siguen y nos leen más de lo que nosotros a nosotros
mismos. Creo
que el éxito de Brasil es antiguo y se remonta a la época del Manifiesto
de la antropofagia, de Andrade, cuya versión en multígrafo circulaba
ya desde los años cincuenta por los pasillos universitarios. Por otra
parte, suena curioso que en Venezuela se lea a excelentes poetas brasileños
que en Brasil nadie conoce. Me lo hizo ver Ledo Ivo quien, a despecho de
ser un erudito, no conocía a los poetas brasileños que yo le nombré. FM - Tua aproximação das artes plásticas se dá como um desdobramento da poesia, a feição plástica da caligrafia, um tipo de mescla orgânica que não foi de todo compreendida pelas ortodoxias tanto formalistas quanto mais aparentadas ao mágico. Esta poderia ter sido a dissensão básica entre surrealismo e arte concreta. Até mesmo o delírio possui uma forma, não há dúvida. Mas qual o delírio da forma? Como expressa-lo? JC.-
Un desdoblamiento, si, en cuanto a que la caligrafía (como yo la
entiendo) es un lenguaje visual y la poesía un lenguaje verbal; ambos
tienen en común el proceso en que se originan, es decir, mediante un
movimiento automático que, a mi modo de ver, como creía Breton, se
remonta al inconsciente, allí en ese puente donde la mente deja de tener
control sobre lo que va a pasar. El
hecho de que la forma (o el poema) se materialice durante el proceso mismo
de pensarla y que el resultado no pueda ser premeditado, es justamente lo
que unifica
a ambos lenguajes y haga que por momentos sus procedimientos se
fundan, y se confundan: imagen y palabra, resultando de allí esa mixtura
que tu llamas ficción plástica de la caligrafía, o también: ficción
verbal de la plástica. Esto
hace la diferencia con el arte programado, con el constructivismo y el
concretismo, pero también con muchos lenguajes de la figuración que han
sido incapaces de penetrar en los procesos del pensamiento automático
para concientizarlos. El arte concreto, en su formalismo, se muestra desdeñoso
de la actividad profunda de la mente humana y, por tanto, de la conexión
del arte con la magia y el sueño, con lo arbitrario y el azar. Y esto
justamente, como tú dices, produce esa impresión de agotamiento y
cansancio que hemos llegado a experimentar en ese lenguaje, pero también
se produce esa disensión odiosa entre surrealismo y constructivismo que
no será superada mientras exista una voluntad programada que no dice
nada, enfrentada a otra
dispuesta a reconciliarse con la vida, con lo real y su misterio. FM
– Dizes em um poema que “toda a arte de hoje é um ato de má consciência”.
Má consciência de quem, propriamente? A idéia de originalidade é um
artifício imposto pela mídia. O artista imbecil, que desconsidera
antecedentes, ignorante do que se passa à sua volta, tem sido o mais
aclamado. Ao explorar tal classe de degenerados, o mercado de artes acaba
marcado por uma demasia abstrata. O homem está vazio de todo, ou vazio de
si está apenas o artista? JC.-
“Todo
el arte de hoy es un acto de mala conciencia” es una frase tomada de mi
libro Diario sin sujeto y al estar descontextualizada se vuelve
ambigua como el poema. Tanto como está expuesta a muchas interpretaciones
la frase de Dostoievski en El hombre del subterráneo: “toda
conciencia es una enfermedad”, o como la de Rimbaud en Las
iluminaciones: “La moral es una debilidad del cerebro”. Quizás
hice ese axioma para reflexionar sobre los errores que ha cometido la
sociedad cuando ha dejado que el arte se le escape de las manos para
convertirse en instrumento del poder económico. O en el poder mismo. Esas
podrían ser interpretaciones. Igual a como si, en términos de auto-reflexividad,
yo dijera que todas las traiciones a mi poesía las hice en nombre de la
crítica y el dibujo, cuando éstas justamente nacen de ella. Volviendo a
tu pregunta, pienso que la idea de originalidad, más que un artificio, es
una corrupción impuesta por los medios, y esto porque en un comienzo,
cuando la lanzó Baudelaire para definir su concepto de modernidad (y
transformada luego por Duchamp
en idea de la novedad), la originalidad era inocente y benigna.
Habría que ver dónde se puede rescatar, y de qué forma. Ese es
nuestro reto. A
propósito del vacío artístico como continuidad del vacío del creador,
tengo escrito un aforismo que podría, con un poco de astucia, llevarnos
al centro de la polémica. Dice así: Haced arte con basura. O
mejor, haced del arte basura. FM
– Até que ponto a fascinação que te desperta o desenho se dissocia de
uma percepção crítica, se
pensarmos em outras atividades que exerces? Recordo aqui uma declaração
do chileno Ludwig Zeller, em que dizia: “não misturar os insultos: uma
coisa é a crítica, outra é a poesia”. JC.-
Yo
pienso que Zeller está en lo cierto, en el sentido de que la crítica y
la poesía como actividades separadas por lenguajes específicos, son
distintas y diferentes. Igual pasa con crítica y poesía cuando quien
escribe el poema no es un crítico y el que hace la crítica no es un
poeta. Pero qué tal si el poeta fuera al mismo tiempo el crítico,
partiendo de la premisa de que la crítica de la poesía no la escriben
hoy los ensayistas y universitarios en rol de críticos, sino los poetas
(al menos eso es lo que ocurre en mi país). ¿Se podría entonces hacer
la misma separación que recomienda Zeller? Yo pienso que no, pues el
poeta comienza su obra crítica por la reflexión, dirigiéndose a su
propia obra como si fuera su interlocutor. Yo lo he dicho con el siguiente
aforema: ¿De
dónde han sacado que la poesía sugiere? Tal es lo
que la crítica dice. Pero ¿si además de sugerir también
pensara? ¿No sería esa su verdadera razón, digo
en caso de que la tuviera. En
cambió la función de ver es conceptual. Sólo
que está atrofiada en nuestra época. La
misión del artista consiste en despertarla, pero
antes que la recupere él. FM
– Falas de uma linha dinâmica e de tensão que o desenho propicia. Mas
esta linha dinâmica e de tensão atravessa toda a história da arte, e não
cabe considerá-la como um atributo especial na arte de nosso tempo. A
maneira como nos mostramos tão sofrivelmente desatualizados por vezes
parece-me um programa, algo sistêmico a que todos nos acostumamos. O
artista hoje em dia está diante do mesmo dilema existencial e não estético:
o que diabos representa. Então não haveria algo errado com o
sistema de representação? JC.- Quizás puedes estar en lo cierto cuando, traspasando los límites, sugieres que hay una línea dinámica de tensión semejante a la que impulsa el dibujo, una línea que atraviesa toda la historia del arte. Con esto intuyo que te refieres al dibujo como componente básico de las artes plásticas: aquí como boceto, más allá como diseño, en otra parte como estructura, pero siempre configurando y constituyéndose en sistema de representación, en motor de lo que vendrá, base de todos los géneros. Es pues una línea que pasa por todos los grandes períodos del arte occidental, desde el Gótico al Renacimiento y descendiendo el curso de la historia del arte moderno hasta el Cubismo, Picasso y el Expresionismo y así hasta el presente. En su esencia, el dibujo es determinante para la existencia y la continuidad del arte, siendo en sí mismo lo que contribuye a su diversidad y a la pluralidad de estilos y lenguajes y a los cambios. Pero no veo que nada se haya modificado porque se considere al dibujo, tal hoy, como un género autónomo. Y eso puede ser lo que, técnicamente hablando, sucede con los demás géneros, que dependen en menor o mayor proporción del dibujo y el diseño y que también siguen su propia línea dinámica de tensión. Lo que pasa es que, al tratar de definir mi obra plástica y de entender su relación con la escritura, afiliándola a algo, caigo en cuenta de que, en cuanto reflexiono sobre ella, advierto que responde a una línea de tensión que tiene que ver más con la vida que con el arte, y que como tal hace abstracción de la historia. Este es el dilema del artista calígrafo, de aquel para quien el gesto es más importante que el resultado. No está en ningún género y está en todo y fuera y dentro de los géneros. Su dilema es estar desactualizado, como el artista contemporáneo, como tú y yo, bien porque tenga mala conciencia o por negarse a asumir el progreso de la historia como algo en lo cual continúa inmerso, sin necesitar que tome conciencia de ello. |