José Vicente Rangel Ex-Vicepresidente Ejecutivo de la república Bolivariana de Venezuela (entre abril de 2002 y enero de 2007) |
¿También Ricardo Lagos? Publicado en La Tercera, Santiago de Chile, 23 de abril de 2007, p. 6 |
Ricardo Lagos y Hugo Chávez Fotografía: AFP / Archivo |
Lagos arremete contra Chávez y con una inocultable envidia desprecia lo que éste representa en la región, atribuyéndole como único valor la “chequera”. Hay normas de respeto entre los seres humanos cuando median relaciones producto de actividades comunes. En la política conviene reivindicar siempre este factor. En lo que a mí concierne, ni el más encrespado enfrentamiento político me lleva a pasar por sobre el respeto y la consideración. Más cuando se trata de diferencias cinscunstanciales con personas con las que uno coincide o discrepa cívicamente. Este es el caso del ex Presidente Ricardo Lagos. Con modestia invoco una amistad que se remonta a tiempos duros para él. Entonces aprendí a valorar su coraje y claro sentido sobre lo que había que hacer en su patria para salir de la dictadura instaurada por la derecha, con el apoyo de EE.UU. Coincidimos, siendo tanto él como Chávez presidentes y yo canciller de éste, en eventos internacionales. En ellos siempre busqué conciliar dos personalidades difíciles: la suya y la de Chávez. Y debo decir que, pese a reticencias de parte y parte, ambos coincidieron y divergieron con respeto. No exageraron las diferencias y no enmascararon las coincidencias. Por ello, no puedo ocultar mi sorpresa por la declaración de Lagos al diario mexicano El Universal el miércoles pasado. Me sorprendió el tono desconsiderado y superficial. Arremete contra Chávez y con un inocultable sentimiento de envidia desprecia lo que éste representa en la región, atribuyéndole como único valor el “carisma” y la “chequera”. Se trata de un juicio banal, fácil de rebatir, que constituye una ofensa para el 63% de los venezolanos que votó por Chávez en las elecciones presidenciales de diciembre, y también para los presidentes -sólo cito algunos- de Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Ecuador, Bolivia, Guyana, Nicaragua, naciones del Caribe, que no ocultan su aprecio por él. En verdad resultaría irrelevante desmontar lo dicho por Lagos si no coincidiera con una campaña de los sectores opuestos al cambio social en Latinoamérica. Mi interés es indagar el porqué de esta actitud. Chávez siempre fue respetuoso con Lagos. Nunca demostró celos ni manifestó críticas sobre aspectos polémicos de la conducta pública del chileno, lo cual pudo haber hecho. Omitió, por ejemplo, pronunciarse ante la alevosa conducta de su gobierno en el golpe en Venezuela del 11 de abril, y aceptó en cambio la explicación de que la actitud solidaria con los golpistas había sido obra de su embajador en Caracas. Tampoco cuadra la actitud que Lagos exhibe ahora con la que mantuvo durante su visita a Caracas, cuando buscaba el apoyo venezolano para la candidatura de Insulza a la Secretaría General de la OEA. El apoyo que acordó el gobierno de Chávez, respondiendo a la solicitud formulada –determinante en ese momento- fue a cambio de nada: sólo en función de la histórica amistad entre Chile y Venezuela. ¿Realmente, qué hay detrás de la agresión de Ricardo Lagos? Dada su reconocida inteligencia y experiencia política lo dicho por él no se puede atribuir a un desliz. ¿Acaso envidia hacia un liderazgo en ascenso que eclipsa el suyo, aun cuando Chávez no compite en ese terreno? ¿O quizá algo poco respetable como sería construir relaciones innombrables con vista a una futura candidatura a la Presidencia? |