Jesús Puerta Universidad de Carbobo |
Universidades y burócratas enero de 2011 |
Vamos a decirlo directamente: para mí, la nueva Ley de Educación Universitaria (aún en proyecto) es una oportunidad extraordinaria para lograr los cambios necesarios en las universidades venezolanas. ¿Es perfecta? Por supuesto que no. Lo bueno o lo mejor que tiene no es algún artículo en particular sino el proceso de transformaciones que, de otra manera, no se habría iniciado. Esos procesos han sido preciosos en la historia. Las universidades son instituciones sumamente conservadoras. Tanto, que se justifica completamente la apreciación de Rigoberto Lanz de que por sí mismas no pueden transformarse. Para determinar cuáles son las fuerzas que pueden ayudar a ese cambio, habría que acudir a la historia.
Se han mencionado tan sólo dos factores concurrentes en la marcha de la universidad: los burócratas del gobierno y los miembros de la institución. Habría que apuntar que este esquema es sumamente pobre y simplificado. En primer lugar hay otras fuerzas, agentes y circunstancias que han llevado y pueden llevar a la transformación. En segundo lugar, la dicotomía burócratas/universitarios no es tan nítida como se quiere hacer ver.
De hecho, las actuales autoridades universitarias del país tienen todas las características del burócrata y, peor, del politiquero de oficio, que usufructúa un cargo en función de objetivos que no tienen que ver con el conocimiento. Paralelo a ello, profesores y dirigentes estudiantiles han adquirido las cualidades de simples empleados de ocasión, pendientes casi exclusivamente de la quincena o de las prebendas. La “búsqueda de la verdad”, en demasiados casos, se ha convertido en la búsqueda del billete o de la plataforma política que permita “figurar” en nuestra massmediática política. Los auténticos científicos están muy lejos de las instancias de poder de las universidades y se han refugiado en sus centros o laboratorios que sobreviven gracias a sus propios esfuerzos o a las gracias de la LOCTI otros mecanismos alternativos.
En cuanto a los agentes de las transformaciones universitarias, si revisamos la historia, siempre han tendido a identificarse con los mismos actores de las grandes transformaciones sociales y políticas de conjunto. Y allí entran también los gobiernos. Aquí la “historia externa” de las universidades es determinante: el paso a las universidades napoleónicas, el final de la universidad colonial con los decretos del Libertador.
Se me recordará el rol fundamental del movimiento estudiantil. En Córdova, por ejemplo, o en Venezuela hacia 1958. Es cierto. El punto es que esos movimientos estudiantiles formaban parte de movimientos sociales y revolucionarios más amplios. ¡Qué contraste con el “movimiento estudiantil” de ahora en Venezuela! Dependiente del soborno de las autoridades, producto de un proceso de encanallamiento que tal vez haya arrancado en los ochenta y profundizado en los noventa, cuando la negociación por los votos del claustro fue envileciendo cada vez más a ambos sectores de la burocracia “universitaria”. El conservadurismo de la “nulidades engreídas” y esa canalla de grupos “estudiantiles” son fuerzas que impiden cualquier cambio; pero además defienden como fieras sus trincheras de poder agitando el trapo de la autonomía, que para ellos es simplemente su propio atrincheramiento en su poder político y financiero. Esa decadencia política del movimiento estudiantil explica que sus dirigentes sean los mismos que, en una mezcla grosera de Fukuyama y el peor Betancourt de los sesenta, han conducido a la oposición de error en error, derrota en derrota.
La ley es un empujón al proceso transformador de las universidades. ¿Desde “fuera”? Sí, y eso no le quita ni un gramo de pertinencia. Es lógico haber conseguido las resistencias que ha encontrado. Es un hecho ante el cual sólo cabe acompañar y estimular, o enfrentar y tratar de detenerlo. Y una manera de acompañarlo es con la discusión, por supuesto. Un debate donde están afectados conceptos que van más allá de los que se suelen usar para hablar de la universidad. El de “socialismo”, por ejemplo. Pero ese sería el tópico de otro artículo. |