Peli

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De las masas, a las masas

marzo de 2006

Comunicación revolucionaria, empresas de comunicación a escala industrial y la pedagogía de la liberación

1.      Un antiguo manual de supervivencia social

En el lenguaje cotidiano sentido común significa tener buen juicio, carecer de extravagancia, ir armado de espíritu práctico para tomar buenas decisiones. También se dice que algo es "de sentido común" para afirmar que es evidente para todo el mundo, hasta el punto que si alguien sospecha que algún aspecto del sentido común no es absolutamente cierto y sostiene obstinadamente una afirmación que lo contradiga, se le toma por loco o, en cualquier caso, se considera imposible dialogar con él. En realidad el sentido común es la forma más antigua y persistente del pensamiento, y la más extendida en todas las sociedades. Puede ser entendido como un mínimo común múltiplo social de la inteligencia, que cada uno de nosotros adquiere como parte del proceso vital intransferible con que los seres humanos formamos una cultura personal. El pensamiento del sentido común no sigue un orden lógico ni emplea metodologías o categorías teórico-conceptuales para conectarse con la realidad, pero es un estadio del pensamiento útil para actuar en el mundo inmediato, donde asume la forma de un manual de supervivencia social al servicio de los proyectos particulares de vida. No obstante, muy a menudo deriva hacia graves distorsiones de la inteligencia tales como los prejuicios; las supersticiones; los dogmatismos y el fanatismo, caldos de cultivo muy apropiados para la eclosión de la intolerancia que, como todos sabemos, es detonador de violencia social irracional. Aunque las distorsiones del sentido común suelen afectar esferas de actividad muy localizadas, crisis sociales históricas de mayor envergadura las catapultan desde el pensamiento personal hacia formas de pensamiento y acción públicas, tal como sucede con el comportamiento violentamente intolerante de la oposición al proyecto bolivariano.

2. El taller oculto de la inteligencia personal

El pensamiento del sentido común se conecta con la vida cotidiana mediante un método de aprehensión de la realidad que permanece oculto en las sombras de nuestra mente. En consecuencia, la relación entre mente y vida parece directa y autosuficiente, sin más apoyo y fundamento que ella misma. No percibimos el método con el que percibimos el mundo, y mucho menos sus distorsiones. Nuestra inserción intelectual en la vida se presenta como un sobreentendido, que además no tendría por qué revestir nunca un carácter problemático. Para el sentido común los problemas entre pensamiento y vida surgen cuando alguien da libre curso —¡insensatamente!— a especulaciones filosóficas, científicas o artísticas, ignorando las respuestas suministradas por el sentido común para vivir con los pies sobre la tierra. Las cosas existen, incluso cuando no las vemos. Sus géneros también existen, actúan por sus cualidades y sobre estas cualidades actuamos nosotros. Un bombillo proyecta su cualidad luminosa sobre los objetos de una habitación. La interceptamos en su camino y producimos una sombra. Una pintura artística es un espejo de la realidad que evidentemente perciben nuestros ojos. Lo que llega a los oídos es exactamente el discurso emitido. Es el calor sensible del fuego lo que se transmite al agua en la que cocinamos un huevo, y podemos transformar el agua caliente en fría, simplemente arrojando en ella un trozo de hielo. De ahí que la divulgación científica, traductora del lenguaje científico a lenguaje sencillo, genera en el público sorpresa taimada pero no necesariamente nuevas convicciones. La educación sistemática de la escuela, el liceo y la universidad suele ser vista principalmente como una escalera de ascenso social para salir de abajo, y no necesariamente como aporte  útil para vivir la vida. Mucho menos se la considera puerta de acceso a sistemas de pensamiento diferentes del sentido común, propios de otras esferas posibles de conciencia, conocimiento o sabiduría sociales.

3. Pilotos automáticos versus cambio social

El pensamiento del sentido común abarca todas y cada una de las esferas de nuestra actividad social cotidiana: familia; barrio; urbanización; caserío; aldea; ciudad; empresa; industria; transporte; universidad u organizaciones populares, etc. La recurrencia cotidiana de situaciones tiende a instrumentalizar el manual de supervivencia social como mapas mentales rutinarios, verdaderos pilotos automáticos de los que nos valemos para transitar entre nuestras relaciones sociales diarias. Los pilotos automáticos intelectuales permiten responder eficientemente a las situaciones recurrentes que confrontamos día a día, tales como mecanografiar documentos, manejar un automóvil, cocinar una sopa o ir de compras, pero pueden constituir un obstáculo insalvable cuando la vida configura situaciones radicalmente nuevas. ¡De pronto un ciudadano de clase media se da cuenta que los sectores más excluidos, segregados y vilipendiados de la población han logrado articular un frente político mayoritario! Los mapas rutinarios del afligido ciudadano colapsan, pero en lugar de analizar desprejuiciadamente la nueva situación con herramientas intelectuales apropiadas, dispara hacia la inesperada amenaza —ahora se sabe que con la entusiasta e interesada colaboración de la industria cultural— una andanada de prejuicios, supersticiones, dogmatismo y fanatismo intolerante. El pensamiento del sentido común, básicamente conservador y políticamente reaccionario, puede articular en un abrir y cerrar de ojos defensas extraordinariamente refractarias a la percepción objetiva de la realidad, y mucho más si lo que hay al frente son atisbos de cambio social. Seguramente usted puede calibrar las posibilidades de este dragón de mil cabezas, porque todos paseamos por la vida una versión personal. Los últimos siete años demuestran que las certidumbres del antichavismo intransigente afloran desde graves distorsiones del pensamiento del sentido común, que por lo general son un gran obstáculo cultural para cualquier intento de inducir cambio social en grupos humanos, tanto si se trata de iniciativas promovidas por líderes en algún barrio, cuanto si son expertos agrícolas intentando introducir cambios tecnológicos en la cultura tradicional llanera. El obstáculo se eleva a la enésima potencia cuando el pensamiento del sentido común y sus peligrosas distorsiones se enfrentan a un proyecto racional de cambio social revolucionario para Venezuela como el encabezado por el presidente Chávez.  

4. ¿Vino nuevo en odres viejos? 

El pensamiento del sentido común y sus distorsiones son un obstáculo pertinaz y muy extendido para el cambio cultural. El cambio cultural es condición sine qua non para un cambio social revolucionario irreversible, porque está directamente vinculado con la posibilidad de abrir la mente aferrada al sentido común a otras relaciones con el mundo, tales como la filosofía, la ciencia, la tecnología y el arte. En consecuencia, la posibilidad de actuar con iniciativas dirigidas al cambio cultural está directamente vinculada a las herramientas más directamente relacionadas con la formación y consolidación del pensamiento del sentido común, la comunicación social y la pedagogía asistemática. Buena parte de la discrepancia, el recelo y el rechazo del pensamiento del sentido común al chavismo se deben justamente a que la propuesta bolivariana no ha sido formulada con base en sus limitadas premisas. Por el contrario, es producto de un esfuerzo racional —basado en un modelo conceptual que articula varias fuentes filosóficas, doctrinarias y científicas— para investigar sistemática y permanentemente las causas de la profunda crisis social vivida por la realidad venezolana, latinoamericana y mundial, y articular un programa político, económico y cultural de cambio radical en las relaciones de poder dependientes del imperio, vigentes hasta ahora en nuestro país. La investigación y la exposición del programa revolucionario difieren del método epistémico del pensamiento del sentido común del mismo modo que un camino se diferencia de un zaguán. Son versiones del mundo coexistentes, no coincidentes. Hacen necesariamente cortocircuito cuando se tocan, ya sabemos que con la entusiasta colaboración de la industria cultural imperial. Por lo general nuestras vanguardias políticas definen el imperativo del cambio cultural que permitiría llenar la brecha como toma de conciencia, formación política o concientización, pero sin que quede claro para nada cuáles son los conceptos, los métodos y, sobre todo, las herramientas reales con las que se hará frente al proceso de cambio cultural. Ambigüedad antigua, porque la implementación de instrumental comunicacional y pedagógico consecuente con el postulado de cambio revolucionario de las relaciones de poder ha sido históricamente muy escaso: la agitación y propaganda leninista, las escuelas de cuadros, alguna cartillas y pare usted de contar. En realidad, desde hace mucho tiempo las grandes herramientas preferidas para la comunicación y la pedagogía revolucionarias han sido la pedagogía tradicional y las empresas de producción de comunicación a escala industrial para el mercado: televisoras; radioemisoras; agencias noticiosas; editoriales. Se sabe que en el terreno específico de la comunicación social el proyecto bolivariano desarrolla a marchas forzadas un sistema de empresas de comunicación estatal a escala industrial, contrapuesto al atrincheramiento opositor de las empresas privadas comerciales de comunicación industriales.  

5. La comunicación social de masas 

El programa de TV Aló Presidente asumió el reto de establecer un nexo comunicacional y pedagógico de nuevo cuño. Vincula metodología pedagógica y tecnología de comunicación social en un formato muy próximo a la divulgación científica, buscando colocar al alcance del público general honduras conceptuales, metodológicas o programáticas del proyecto revolucionario en lenguaje sencillo. No obstante, es proverbial la insistencia presidencial en la importancia de la ciencia y su lenguaje por excelencia, la matemática, y es evidente su empleo sistemático de instrumentos gráficos que ayudan a presentar y desenredar información, que no podría ser aprehendida en sus verdaderos nexos con la realidad concreta sólo utilizando lenguaje sencillo. Sin embargo, el resto del dispositivo comunicacional instrumentado por las fuerzas del cambio no parece orientado hacia objetivos semejantes, sino directamente a la sobre valoración de tecnologías de la comunicación social como el periodismo, la publicidad y el mercadeo para la concreción de cambio cultural. Nuestro sistema de producción industrial está en pleno desarrollo, pero el punto de vista imperial, propalado incesantemente por la industria cultural, sigue manteniendo su hegemonía en el mercado comunicacional y, por tanto, en la comunicación social empírica. La línea comunicacional imperial no es producto del azar ni de la torpeza, como creen algunos desprevenidos. Si hay algún punto en que el modo de producción capitalista imperial se muestra más vigoroso y entero, es precisamente en los intríngulis empresariales, científicos y tecnológicos desarrollados durante siglos por la industria cultural, hasta el punto que la metrópoli considera la comunicación social industrial ¡parte de su maquinaria planetaria de guerras preventivas! Uno de los puntos clave en que se apoya el esquema imperial es el paradigma de empresa de comunicación industrial para la libre competencia en un mercado propuesto e impuesto mundialmente por las metrópolis imperiales, que consiste en

  • un centro compilador, productor y emisor con tecnología de punta y profesionalmente conspicuo, olímpico, entre cuatro paredes, que compite con otros centros

  • un universo anónimo de receptores aislados, el mercado, alcanzado mediante un método comunicacional y pedagógico tradicional de arriba hacia abajo: catedrático, vertical, autoritario, burocrático, recetista y unidireccional.

En otras palabras, el paradigma tecnológico, comunicacional y pedagógico de la industria cultural urbi et orbi expresa y reafirma explícita e implícitamente las relaciones de poder vigentes. ¡Coincide estrechamente con el método de gestión de cualquier otra estructura social opresora vigente en el seno del capitalismo imperial! Nuestras empresas estatales de comunicación a escala industrial —salvo algunas iniciativas de Vive TV— sólo difieren del paradigma ortodoxo en la compilación, producción y distribución de contenidos alternativos, que no es poca cosa pero que no las convierte automáticamente en instancias comunicacionales concretando relaciones de poder diferentes. Los especialistas del campo bolivariano fabricamos productos comunicacionales y los distribuimos utilizando las mismas tecnologías y los mismos formatos que nuestros colegas de la industria cultural privada, y mediante un proceso productivo muy semejante al de una empresa privada comercial ortodoxa.  

6. ¿Verdades verdaderas o verosímiles? 

La realidad cotidiana muestra porfiadamente que no es suficiente afilar los cuchillos periodístico, publicitario o del marketing de las empresas comunicacionales estatales. De hecho no es suficiente sumarse, sin reflexionar cuidadosamente las consecuencias, al espectáculo de la lucha cuerpo a cuerpo en vivo y directo, querida, propuesta e impuesta por los fogueados escualos del mercado comunicacional como sustituto virtual del campo de batalla político concreto. El mercado comunicacional —como el resto del mercado capitalista— nunca se ha basado en criterios éticos tales como la información veraz y oportuna. Nunca. De hecho y desde hace siglos cualquier dato de la realidad puede ser tratado por cualquier empresa industrial de comunicación como insumo de una producción fantasiosa hollywoodense. ¡Una película de ficción o un noticiero no necesitan ser verdaderos sino simplemente verosímiles! En consecuencia, Ravel, Granier o Cisneros pueden darse el lujo de silenciar el obvio respaldo popular concreto y masivo al proyecto de cambio social y sustituirlo por masivo apoyo a la oposición. Pueden ignorar el enorme esfuerzo gubernamental y sustituirlo por una catástrofe nacional. Pueden fundar una Asamblea Nacional televisiva con los chamuscados líderes opositores. ¡Pueden defender sin tapujos los intereses imperiales! Las empresas industriales de comunicación del proyecto bolivariano —atrapadas como antagonistas por el espectáculo comunicacional— multiplican las andanadas de contenidos alternativos veraces y oportunos, pero tampoco está claro si los obuses alcanzan los objetivos previstos. Una vez que el prurito democrático representativo admite las reglas de oro del capitalismo imperial como si fueran estructuras de la sociedad humana inherentes e inamovibles —vbg., la libertad de empresa, la libre competencia en el mercado y la libertad de expresión— el verdadero problema no es producir y distribuir masivamente y gratuitamente una oferta de contenidos alternativos éticamente impecables sino lograr también que su valor de uso sea realizado por el público, que en buen romance significa que sean leídos, vistos o escuchados. Tarea nada fácil porque, en primer lugar, no hay ninguna certidumbre en cuanto a que los seres humanos escojamos a priori y necesariamente la verdad como aproximación a la realidad y, luego, porque la industria cultural imperial contrapone a la ética del humanismo veraz y oportuno sus leones amorales más ferozmente espectaculares. Confunden maliciosamente verdad con verosimilitud. Despliegan anzuelos exhibiendo los aspectos más sórdidos y abyectos de la condición humana. Aguijonean los prejuicios, las supersticiones, los dogmatismos, el fanatismo. ¡Azuzan la intolerancia! De hecho llevan décadas sustituyendo las distorsiones del sentido común locales por prejuicios, supersticiones, dogmatismos, fanatismos e intolerancia globalizada imperial. ¡Halloween a cambio de Día de Todos los Santos! Realizan una pedagogía promotora de la violencia como moneda corriente de las sociedades humanas. Promueven el sálvese quien pueda individual del american dream contra las supuestas sordideces del comunismo. Divulgan y defienden una versión fantasiosa del american way of life. Sustituyen mañosamente el sentido común incubado en nuestras culturas periféricas por un sentido común globalizado imperial, porque la industria cultural reescribe día a día y frente a nuestros propios ojos toda nuestra historia pasada, presente y futura con el filtro de sus propios intereses imperiales. ¡1984 de Orwell elevado al cubo! Si finalmente agotan el repertorio de tentaciones de San Antonio y los argumentos especiosos fallan catastróficamente una y otra vez, simplemente invalidan toda la realidad real silenciándola. La vida concreta sale del mercado.   

8. Cadenas y fuerzas del mercado 

Es sabido que la industria cultural imperial fantasea, falsea o calla la realidad real. Es archisabido que ninguna de sus empresas informará nunca veraz y oportunamente. La industria cultural consigue producir y reproducir incertidumbre social al reseñar la verdad palmaria propuesta por el bloque bolivariano ¡como un punto de vista fraudulento y minoritario! Justamente para contrarrestar las inevitables mentiras o el silenciamiento, el presidente se vale de las cadenas nacionales. Pero no se comenta que las cadenas también implican reconocer que las empresas estatales no lograrán captar audiencia masiva del mercado para su oferta ad hoc de información veraz y oportuna. ¿Por qué no la captan, ni antes, ni ahora, ni más adelante? Por lo que podemos llamar persistencia retiniana del sentido común imperial transferido e impuesto pacientemente por el paradigma industrial comunicacional desde hace siglos. Las empresas comunicacionales privadas han aguzado sus herramientas para mantener activado constantemente el sistema de prejuicios, supersticiones, dogmatismos, fanatismos e intolerancia del sentido común, ahora sustituido en muchas mentes por su versión globalizante. Ciertamente hay sectores de la población que anhelan otro rol para las empresas de comunicación a escala industrial, pero la mayor parte acepta como un dado inamovible el paradigma propuesto constante y masivamente por la industria cultural, que consiste simplemente en descartar completamente versiones objetivas de la realidad como componente de su producción. No obstante, un argumento muy utilizado en el campo bolivariano para justificar la invisibilidad o primacía de la verdad del proyecto bolivariano es la notable diferencia cuantitativa entre medios estatales y privados presentes en el mercado. En realidad, para un consumidor, usuario o receptor cualquiera la opción por cualquier producto o contenido comunicacional en cualquier momento dado es siempre igual, independientemente de la cantidad de ofertas que, por ejemplo en el caso de la tele, sólo hace más arduo el trabajo del zapping. Las cadenas suspenden temporalmente la posibilidad de optar, pero en el tiempo restante la oferta de contenidos alternativos, en las condiciones supuestamente “normales” de la libre competencia y libertad de expresión… ¡queda en manos de las fuerzas del mercado! ¡Zamuro cuidando carne! Ahora bien ¿se zanjará algún día la primacía informativa en el mercado comunicacional a nuestro favor sólo aumentando la intensidad del gallito cuerpo a cuerpo? ¿se inclinará finalmente la balanza a nuestro favor insistiendo tozudamente en la preeminencia comunicacional de las herramientas del periodismo, la publicidad y del marketing utilizadas en la lucha cuerpo a cuerpo en vivo y directo?  

9. ¿Industria cultural pero alternativa? 

Nuestras empresas de comunicación social a escala industrial tienen un rol de contención inevitable e imprescindible para apoyar finalidades políticas inmediatas, pero evidentemente insuficiente para un cambio cultural estratégico e irreversible. ¿La gestión revolucionaria de una empresa de comunicación industrial sólo consiste en desplegar contenidos alternativos o involucra simultáneamente transformaciones de fondo en el modus operandi heredado de la industria cultural imperial? Urge establecer si son herramientas contribuyentes a la democracia participativa revolucionaria  o si caminan hacia su solidificación como parte de una burocracia profesional alternativa olímpica, elitesca, vertical, burocrática, centralizada, catedrática, recetista e inexpugnable, detentora de la exclusividad de la comunicación gubernamental y revolucionaria, procesada en talleres ocultos de producción por fuera del alcance de las masas y sus organizaciones.  

10. ¿Medios alternativos o medios industriales a pequeña escala? 

Una vertiente más próxima al desarme estratégico de la industria cultural imperial es la proliferación por todo el país de pequeñas empresas comunicacionales: periódicos, radioemisoras y televisoras regionales o alternativas, que serán herramientas de la democracia participativa sólo en la medida en que se distancien radicalmente del modelo de empresa comunicacional impuesto por los sucesivos dominios imperiales. Hoy por hoy los medios alternativos parecen más versiones artesanales de la comunicación social industrial de mercado que instrumentos al servicio de la comunicación social empírica, que es la que debe ser considerada el instrumento más básico del cambio cultural y, por tanto, cimiento principalísimo de la construcción de nuevas relaciones de poder en el ámbito de la comunicación social venezolana, incluyendo su mercado industrial. La diferencia entre comunicación social popular, colectiva y liberadora, y comunicación social industrial del mercado es la misma que hay entre plaza pública y centro comercial privado. De hecho no hay ninguna otra esfera de la actividad social en que el conflicto contradictorio entre democracia representativa y democracia participativa se haga más evidente. La comunicación social industrial es una concreción, incubada durante siglos, de relaciones de poder autoritarias, burocráticas, verticales y unidireccionales, parecidas  y directamente proporcionales a cualquiera otra relación de poder imperante en el seno del capitalismo imperial, y que no cambiarán para nada por la sola introducción de un esquema de contenidos alternativo. Si urgidos por el prurito de controlar la ofensiva comunicacional del imperio propiciamos sólo el crecimiento indefinido de la comunicacional estatal sin una crítica teórica radical de los medios de comunicación industriales y sus tecnologías comunicacionales, y sin considerar para nada la preponderancia estratégica que debe alcanzar el nacimiento y auge de la razón micro comunicacional popular autónoma, estaríamos asistiendo simplemente a la formación y perpetuación de una razón comunicacional de estado y no de una razón comunicacional revolucionaria, propiciando la consolidación y fosilización de las mismas burocracias comunicacionales especializadas, políticamente correctas —pero inaccesibles para las masas— que contribuyeron fuertemente a asfixiar hasta el colapso el socialismo real del siglo XX. Aparatos por lo demás obvia y perfectamente revertibles a los intereses del neoliberalismo más radical, tal como quedó de manifiesto durante el derrumbe de los socialismos reales europeos y soviético. Básicamente con el mismo staff de especialistas, hoy son prósperas empresas privadas. 

11. La comunicación social es del pueblo 

Los medios regionales o alternativos y la comunicación popular empírica no pueden ser considerados en modo alguno como una micro extensión artesanal del paradigma productivo de las empresas industriales, ni mucho menos como sucursales a nivel de barrio de los medios de comunicación industriales estatales. Desde el punto de vista de la democracia participativa, que consiste en construir nuevas relaciones de poder desechando las viejas hasta un punto irreversible, el esquema centralizado manejado por especialistas de la industria cultural es una herramienta táctica, en tanto que la expansión ilimitada de la comunicación popular es un objetivo revolucionario estratégico. La guerra de posiciones de contención y contraofensiva informativa industrial es obviamente necesaria, pero cometeríamos un grueso error de apreciación si no entendiéramos que lo verdaderamente estratégico en el campo específico de la comunicación social revolucionaria —para éste año y los siguientes— es la transferencia masiva de recursos intelectuales y técnicos para que el pueblo organizado rearticule y extienda por sí mismo un sistema de comunicación popular autónomo, parecido al que intuyó y practicó en los tiempo del golpe por fuera del mercado comunicacional industrial, y desde ahí articule —desde abajo hacia arriba— un cambio radical en la filosofía, las metodologías y la propia estructura tecnológica y organizacional de realización del mercado de la comunicación social a escala industrial en Venezuela, incluyendo las empresas del estado. Los especialistas llegaremos a ser especialistas para la democracia participativa en relación directamente proporcional a nuestra disposición para establecer un diálogo creativo con el pueblo organizado. Para desactivar definitivamente el mecanismo imperial de penetración y subversión contrarrevolucionaria encomendado a la industria cultural, la guerra de trincheras en el mercado comunicacional debe ser acompañada por una guerra de movimientos intensiva y extensiva, capaz de sobrevivir cualquier eventualidad social. 

12. El cambio cultural es del pueblo 

En lugar del conjunto regular y facultativo de comunicadores, representantes, especialistas y productos reductores a recetas o traductores de hechos e ideas sociales según criterios periodísticos, publicitarios o del marketing, la concreción de la democracia participativa en el mundo cotidiano de la comunicación social implica instalar directamente y en la mayor cantidad posible de esferas o micro zonas en que la gente concreta la vida social, equipos de trabajo móviles, imbuidos de la metodología y las herramientas de la pedagogía de la liberación y, por tanto, capaces de transferirlos, rápida y masivamente a las masas y sus organizaciones, para que éstas dejen de desempeñar el rol anónimo de simples usuarios, periferia receptora o consumidores  del mercado comunicacional y asuman directamente su responsabilidad social en la creación de pensamiento crítico —político, económico, cultural— y en la divulgación local y extra local de la historia documentada de su praxis comunitaria

13. La toma de conciencia es un proceso sistemático 

Además de las inevitables técnicas periodísticas o publicitarias masivas desplegadas en el mercado de la comunicación social industrial, y en cierto sentido contra ellas, necesitamos sobre todo la recuperación y expansión de la comunicación popular propiciada por metodologías y herramientas de la pedagogía de la liberación concretadas en y por las comunidades mismas. La herramienta esencial es el diálogo popular sistemático, recuperador de la palabra del pueblo para el pueblo mediante una crítica de su propio pensamiento del sentido común, y que —como parte del mismo proceso— se apropia de nuevas herramientas para pensar y actuar que no formaban parte del bagaje intelectual utilizado hasta ahora en la vida cotidiana.  

14. La pedagogía de la liberación 

Devolver la comunicación social al pueblo y sus organizaciones involucra desde el primer momento un diálogo popular organizado y orientado derechamente a una crítica radical de la cultura globalizada imperial enquistada en su propio pensamiento, que por lo demás ya no es para nada tan vernáculo como quieren algunos enfoques flolclorizantes. Tal crítica radical de la propia cultura es necesaria como punto de partida para que cada uno y todos los participantes en el diálogo extroviertan colectivamente los cimientos ocultos de su pensamiento privado y distorsiones tales como prejuicios, supersticiones, dogmatismos, fanatismo e intolerancia. Esta indagación es indispensable para detectar el método empírico que determina su visión del mundo y que de otra manera nunca llega a ser percibido como una obstrucción. Si dispusiéramos de una metodología de trabajo transferible a las masas por su práctica inmediata, y destinada sólo a que cada persona fuera capaz de descubrir que hasta ahora percibía la realidad con el filtro de un método del que ignoraba su existencia, estaríamos muy cerca del objetivo. Esta metodología tendría que basarse necesariamente en un proceso sistemático de investigación o análisis colectivo —organizado alrededor de la detección de hechos y relaciones entre hechos pertenecientes al ámbito social inmediato de los dialogantes— que pusiera de manifiesto las inconsecuencias o insuficiencias del método empírico que llamamos sentido común en cuanto se lo saca de su ámbito rutinario, de un supuesto consenso colectivo y de la aplicación a priori de mapas mentales prejuiciados para relacionarse con la realidad inmediata. Tal metodología tendría que parecerse a la mayéutica socrática o, más exactamente, a los círculos de cultura de Paulo Freire, dedicados a la indagación colectiva y minuciosa del discurso popular vigente en una esfera localizada de actividad social, realizada directamente por los propietarios directos del lenguaje específico desarrollado en cada una de las esferas de actividad o micro zonas de convivencia que estructuran las sociedades humanas. No obstante, el verdadero objetivo de una crítica radical de la cultura no es arrasar la cultura local sino desprenderla de los elementos que la constituyen como caldo de cultivo de la industria cultural imperial globalizante. 

15. Cambio cultural: proceso simultáneamente personal y colectivo 

Del mismo modo que la formación de nuestra cultura es un proceso personal intransferible, también lo es la crítica radical del pensamiento del sentido común. No es eficaz si es realizada por expertos distanciados de las masas, que establecen conclusiones generales supuestamente válidas para todos los individuos y grupos. El pensamiento crítico emerge poco a poco de cada conciencia desde lo concreto inmediato hacia lo mediato y por medio del diálogo, como si fuera un doloroso parto de las ideas, tal como lo entrevió Sócrates. Uno de los grandes aportes de Paulo Freire a la solución del mismo problema fue la impugnación de la cátedra burocrática vertical que dictamina recetas políticas, económicas, sociales o pedagógicas de arriba hacia abajo, sustituyéndola por diálogo popular esperanzado, situado históricamente en este tiempo y en el lugar específico en que el grupo que dialoga construye su historia. El saber acumulado en las honduras del sentido común comienza a aflorar por primera vez en un contexto que le problematiza le empuja hacia formas agregadas de sistematización, con las que cada círculo de debate no sólo comienza a reapropiarse inmediatamente de su mundo sino que, exactamente ya le transforma en el proceso mismo de reapropiárselo. Individuo y grupo transitarán indefectiblemente desde un mundo fatalista inamovible, determinado por descomunales fuerzas divinas y humanas fuera de su alcance, a un mundo dinámicamente humanizado, en el que individuo y grupo se descubren como autores directos de la cultura, del cambio social mismo y, por tanto, de la historia. No obstante, el nuevo conocimiento individual y colectivo es una trabajosa resultante entre la nueva experiencia del pensamiento sistemático introducido y las viejas verdades del sentido común afectándose mutuamente.  

17. ¿Desde arriba o desde abajo? 

Suele hablarse del poder como si fuera una entidad concreta que es necesario asaltar y tomar desde abajo, como una ciudadela fortificada defendida desde arriba por una clase dominante atrincherada y asistida por el imperio con pertrechos. La discusión de los problemas comunicacionales involucrados en el cambio cultural muestra que el poder imperial es de hecho un conjunto dinámico e intrincado de relaciones que involucra a todos los actores sociales y que, por tanto, zanjar la cuestión del poder es un proceso concomitante con el cambio revolucionario en las relaciones de poder en todo el ámbito social. De ahí que la toma del poder detentado por la institucionalidad del estado venezolano debería ser entendida sólo como el marco más general, sólo como la generación política de condiciones para la instalación de un proceso de construcción de nuevas relaciones de poder en todas las esferas de actividad cotidiana en los que vive, trabaja, sufre y goza la gente: campo; escuelas; liceos; ciudades; instituciones estatales; empresas privadas; organizaciones del pueblo e tutti quanti. La combinación de las tareas revolucionarias realizadas simultánea y sincronizadamente en la realidad macro y micro social constituye la creación de un nuevo mundo posible que, no obstante, está en éste. Por tanto, quedarse en el nivel macro social solamente implicaría burocratizar el proceso irremediablemente, mientras que afincarse sólo en la microfísica del poder sería atomizar completamente la realidad social, su comprensión y transformación conciente, que es lo que en el fondo quiere la estrategia política globalizadora del imperio.  

18. Vanguardias, recetas y pensamiento crítico 

La instalación del nuevo poder debe ser entendida irrenunciablemente como una lucha continua por la hegemonía de las organizaciones del pueblo construyendo de abajo hacia arriba, y no como un mero proceso de reorganización o reforma del estado, de arriba hacia abajo. De ahí que todas las formas de organización y lucha a nivel micro social deban tender expresamente hacia la conquista de la hegemonía irreversible del pueblo organizado sobre el proceso de construcción de nuevas relaciones de poder en toda la nación, incluidas las estructuras estatales. Para avanzar en esta dirección, es preciso medir muy bien el impacto de líneas políticas supuestamente claras e infalibles, bajadas desde partidos u organizaciones estructuradas hacia los sectores populares, sobre todo por las vía expeditiva de las empresas de comunicación social a escala industrial con método pedagógico catedrático. La inyección de conciencia política desde afuera, bajo la forma de recetas políticas inapelables de los que saben es intrínsecamente y estratégicamente inestable, por lo que debe dar paso lo más pronto posible a la transferencia masiva de metodología e instrumental para subvertir y encauzar el desagregado y distorsionado “sentido común” hacia la construcción de pensamiento crítico aferrado a la acción transformadora inmediata y localizada, bajo la forma de una praxis revolucionaria popular conciente de su historicidad. Mientras más pensamiento crítico enraizado en el pueblo, más unidad. Esta es la toma de conciencia, educación política o concientización que necesitamos. 

19. De las masas, a las masas 

Si el objetivo táctico y estratégico es la unidad del pueblo, y si la unidad necesaria es un concepto político producido por el análisis de la realidad con instrumentos propios del pensamiento crítico, entonces el desarrollo del pensamiento crítico se instituye por sí mismo en la herramienta política unitaria de la revolución y del pueblo por excelencia. En los tiempos en que el Partido Comunista chino era todavía una fuerza revolucionaria conducida por Mao Zedong, acuñó una brevísima consigna: de las masas, a las masas. En su versión más amplia rezaba: recoger las ideas dispersas en el seno de las masas y devolverlas al pueblo convertidas en proyectos de acción. No es posible sintetizar más apropiadamente el rol del pensamiento crítico en la praxis del pueblo organizado. El pensamiento crítico se basa y florecerá precisamente en las ideas del pueblo, sistematizadas con herramientas del pensamiento hasta ahora monopolizadas por las elites reaccionarias y las vanguardias  revolucionarias, y en la multiplicidad funcional y descentralizada de sus organizaciones, demostradas como un instrumento del poder popular imbatible durante los eventos de abril de 2001, y la ruta más certera hacia la desactivación definitiva de las maniobras de la industria cultural imperial a expensas de distorsiones del sentido común popular tales como los prejuicios, las supersticiones, el dogmatismo y la intolerancia, que puede ser entendida como una síntesis de las demás. Por tanto, la expansión ilimitada del pensamiento crítico es la vía certera hacia la irreversibilidad de los cambios revolucionarios, la concreción de la democracia participativa y, por tanto, del socialismo del siglo XXI.