Juan Antonio Calzadilla Arreaza |
Simón Rodríguez y el problema del populacho junio de 2006 |
Respóndase al Populacho Objeta que Bolívar es Zambo
¿A quién o a qué estado o fenómeno social llamaba Simón Rodríguez aquí “populacho”, término definido por él mismo como GENTE DESPRECIABLE? Hay un estado del pueblo, o más bien, de la masa oprimida y sumida en la Ignorancia, que hace al ser humano despreciable. No implica esto despreciar de manera directa al género humano o al pueblo, significa más bien despreciar un cierto estado que convierte al pueblo en populacho. Un rasgo perceptible de este estado es el que ha provocado una cierta ira conceptual en Robinson: la acusatoria (la “objeción”) de que Bolívar es ZAMBO. Tal acusación es un argumento de gente despreciable.
El acusar de Zambo a Bolívar, se sabe, provenía de las oligarquías godas sudamericanas. La opinión popular lo recogía y repetía. Podemos suponer que la indignación de Simón Rodríguez abarcaba por igual a la oligarquía y a ese segmento de la opinión popular. Su concepto de “populacho” parece entonces singularmente amplio y “transversal”: godo y cholo pueden ser ambos populacho, y despreciables por su simpleza. No es una paradoja en el pensamiento robinsoniano el considerar a la Ignorancia como un mal que abate no sólo al sometido sino sobre todo al Egoísta dominador. El mayor ignorante es el que promueve y generaliza la ignorancia. No es extraño, pues, que el concepto de populacho pueda atravesar el estratificado conjunto social siguiendo los surcos de una ignorancia común al todo, promovida desde el egoísmo alucinado de la casta opresora.
Nietzsche, con términos más cercanos al siglo XX, habría dicho: opresores y oprimidos comparten unos mismos valores: ser blanco de primera extracción es lo bueno; ser zambo es lo malo. Ambos tendrían una moral común: una moral de populacho. Una lectura “de izquierda” del polémico pensador anti-alemán (como el mismo se jactó) nos dejaría ver el origen de los valores como resultado de una cruenta lucha de rapiña entre una “raza” dominadora o “noble” y una raza dominada, convertida en “esclava” por la fuerza y violencia de los dominadores. Lo que la raza noble o dominante fija como “bueno” y “malo” es distinto a lo que la “raza esclava” se da bajo los mismos nombres. Habría una moral trazada desde el punto de vista de la fuerza y el dominio, “moral noble”, y otra moral trazada desde la visión del sometimiento, “moral de esclavos”. Los valores (que son los móviles del deseo y de la acción) engendrados —y más tarde inseminados por la resentida “raza sacerdotal”— en la raza dominada, reflejan y expresan la condición de la servidumbre o de la mansedumbre, y hacen de esta condición o estado un valor positivo. De tanto ser esclavo, se acaba pensando y sintiendo como esclavo. El esclavo llega a valorar la esclavitud como factor positivo. Será bueno el sometido, será malvado el poderoso. Así el esclavo teme y aborrece todo lo que refleje un poder afirmador de la libertad y la creación. Presa de su óptica, no genera una defensa de la libertad como acción de los poderes creadores y activos del ser humano. La moral esclava tiene como valor negativo el poder activo y creador, tiene como valor positivo la sumisión y la pasividad. La moral esclava no quiere liberarse, más bien desea con una especie de inercia perpetuar la impotencia. Un pueblo que quisiera liberarse descartaría como valor la esclavitud y se arrogaría para sí el poder de crear nuevos valores, que es el poder de la raza noble originaria. Un pueblo liberado habría salido de la moral esclava para convertirse en un pueblo noble, pueblo de creadores y afirmadores de la vida y sus poderes. Cuando valoramos a un pueblo que lucha por su libertad no lo valoramos en tanto que esclavo, sino en tanto que da vivas muestras de encarnar el poder libertador capaz de convertirlo en un pueblo noble. Un nuevo valor libertario y republicano sería, expresado en términos de Simón Rodríguez:
En el texto Respóndase al Populacho, citado parcialmente al comienzo, Simón Rodríguez esboza un programa para que un pueblo ciudadano salga del populacho. Se trata de la creación de un pueblo, que no puede concretarse sino como autocreación mediante el trabajo ético sobre sí (la “Moderación” robinsoniana).
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