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El día después de anunciarse la campaña "Batalla de Santa Inés",
comandada por el Presidente Hugo Chávez, después de la convocatoria al
referéndum nacional para decidir entre revocar o ratificar
el mandato constitucional de la Presidencia de la República.
Ayer en la noche estábamos reunidos en la Ave. Urdaneta
esperando el mensaje del Presidente, después de conocer que el
referendum revocatorio presidencial sería activado según la
decisión del Consejo Nacional Electoral. Yo esperaba que el
comandante Chávez saliera a la tarima y alentara la
determinación de la
población a enfrentar el fraude electoral que se había
realizado. Pero me sorprendió dirigiéndose a la nación desde un
salón de Miraflores a través de pantallas gigantes, acompañado
de las representaciones pictóricas del Libertador, el Mariscal
Sucre y la cabeza en bronce del general Ezequiel Zamora. Hugo
Chávez, con una actitud serena y muy segura, vestido con un
traje formal, comenzó por saludar y dirigir este mensaje a todos
los ciudadanos de la República, especialmente a los que lo
acompañábamos en la calle aledaña a Miraflores.
Comenzó su mensaje refiriendo la parábola
bíblica de la siembra de las semillas de la luz, la justicia y
el amor, según la cual los humanos recorremos los caminos de
nuestras vidas regando semillas a nuestro paso, aunque sólo
algunas arraigan en la tierra para crecer y transformarse en
árboles, mientras otras se quedan entre las piedras y la sombra.
Hizo un recuento de cómo la Asamblea
Nacional Constituyente había incluido la figura del Referendum
Revocatorio para todos los cargos de elección popular, principal
aporte del modelo de democracia participativa y protagónica de
la Constitución Bolivariana, y cómo esta Asamblea "sabiamente",
según sus propias palabras, modificó la propuesta que él mismo
hiciera, que determinaba con el 10 por ciento el número de los
electores necesario para convocar el referendum, asumiendo
"humildemente" esta "siembra" que ahora cosechaba. Finalmente,
quedó establecido el 20 por ciento como el número de firmas, que
con tanto esfuerzo acababan de consignar en el CNE las fuerzas
políticas de la oposición, después de miles de denuncias de
usurpación de identidades, fallecidos que firman, y diversas
irregularidades en el proceso comicial.
El Presidente apuntaló que "tenía un
corazón para querer a su pueblo, y una espada para defenderlo",
como escribiera Simón Bolívar, mientras empuñaba la réplica de
la espada del Libertador.
Felicitó al electorado y a los líderes de
la oposición por haber derrotado sus propias "bajas pasiones"
que los habían encerrado en posiciones antidemocráticas y
violentas, como el golpe de Estado, el sabotaje petrolero o la
llamada guarimba, y
celebró esta nueva oportunidad de transitar -por fin- los
caminos de la democracia participativa y protagónica
establecidos en nuestra Constitución. El primer mandatario
señaló que así la oposición definitivamente aceptaba, con este
acontecimiento histórico del poder constituyente de la
revolución bolivariana, los principios de la Carta Magna o el
"Libro de la Comunidad", como él mismo la bautizara la madrugada
del 14 de Abril de 2002.
El comandante Chávez aceptó también el
reto democrático electoral que hace la oposición a su mandato,
comunicándolo a sus seguidores en términos históricos e imágenes
poéticas, refiriendo la semejanza entre la batalla librada por
el general Ezequiel Zamora en el pueblo de Santa Inés durante la
guerra federal en 1859, y el poema "Florentino y el Diablo" de
Alberto Arvelo Torrealba, versos vivos en la memoria del pueblo
venezolano en las voces del contrapunteo entre los cantores José
Romero Bello y El Carrao de Palmarito. Leyendo algunos pasajes
del poema, resaltó también el parecido entre la aparición
espantosa del Diablo y los poderes políticos internacionales e
internos que enfrenta el proceso revolucionario.
Asumió él mismo la responsabilidad de
dirigir la campaña electoral, declarándose Comandante de la
Batalla de Santa Inés, metáfora del proceso para el referendum
revocatorio del mandato presidencial como base constitucional de
la ratificación de su mandato, estrategia de "combate
retrógrado" contra el avance del ejército de la oligarquía, que
le diera la victoria al general del pueblo soberano.
Luego, leyó una carta donde el Libertador
Simón Bolívar expresa que prefiere escuchar y seguir la voz del
pueblo a la voz de los sabios. Y para nuestra satisfacción,
salió del Palacio de Miraflores, subió a la tarima a cantar el
himno nacional y agregó unas palabras de aliento para esta nueva
batalla.
El Presidente nos conecta con nuestra
simbología histórica de pueblo en armas libertador de naciones,
nuestra alma poética y musical, el misterio y la sabiduría de
nuestro sincretismo religioso, invocando también las voces
ancestrales de la resistencia indígena. ¡No sabe nada!
El contenido y la forma de este mensaje
despertó una nueva energía en todos los ciudadanos que nos
congregamos en la Ave. Urdaneta, confundidos y decepcionados por
las recientes actuaciones del llamado Comando Ayacucho,
encargado de dirigir las solicitudes de convocatoria para
revocar el mandato tanto a diputados de la oposición como a
traidores del Bloque del Cambio, así como la movilización para
impedir el fraude electoral. No sólo reconocemos hoy que es
necesario apartarnos de la sensación de error, la frustración y
la insatisfacción por el deber que no cumplimos como
organización popular incipiente, o sencillamente incapaz, sino
que también reconocemos la urgencia de asumir con más fuerza la
formación de auténticos liderazgos revolucionarios desde la
participación protagónica del pueblo movilizado, y evitar tanto
la ingenuidad y el aletargamiento de la masa, como las
mediatizaciones-representativas-sectarias-conciliatorias-pragmatistas
del chavismo sin Chávez o los
adecos rojos.
Las expectativas sobre esta batalla no se
hicieron esperar.
La tarde de hoy, en los medios privados de
comunicación, que emprendieron desde ayer una campaña de
triunfalismo y exacerbación del resultado del proceso de reparo
de firmas para la solicitud de RR a la presidencia, apareció uno
de los personajes protagonistas de la oposición que descoya como
la pretendida contrafigura o candidato para enfrentar en una
elección presidencial al comandante Chávez: el gobernador del
Estado Miranda, Enrique Mendoza, declara que en cuanto escuchó
al Presidente nombrar la Batalla de Santa Inés, de inmediato fue
a revisar los libros de historia de la guerra federal venezolana
del siglo XIX, para enterarse de en qué consistía la nueva
estrategia que utilizará "el dictador del régimen", y no ser
sorprendido en combate.
Guerra avisada no mata soldados... Luego, Timoteo Zambrano,
otro dirigente opositor, declara también en una entrevista
televisiva que ellos estaban preparados para enfrentar la nueva
estrategia de Chávez, y habían activado unas unidades de
análisis dirigidas por los militares del golpe de Estado para
descifrarla y actuar a tiempo...
y si los mata es por descuidados.
Sólo que en nuestra opinión la estrategia
del comandante Chávez no será ejecutada en el futuro, como
afirman estos adelantados dirigentes de Acción Democrática y Copei, sino que ya
fue ejecutada en el pasado, la dimensión más propicia a la
historia y los muertos. También ellos son parte del pasado.
Desde el principio de la conspiración internacional, mediática,
económica y política emprendida contra los movimientos políticos
y populares liderizados por el Presidente Chávez, sobre todo a
partir de Abril de 2002, la Batalla de Santa Inés ha conducido a
la oposición a través del
camino real de la Ley, las
trincheras
de la subversión democrática participativa, protagónica y popular,
y la gran trinchera
definitiva de la Constitución Bolivariana de Venezuela.
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