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Cambio revolucionario. Contraloría social y sistema capitalista agosto de 2005 |
La Democracia Capitalista Desde el concepto mismo de democracia puede desprenderse la idea de Contraloría Social, pero ha hecho falta colocar adjetivos a la democracia porque esta se ha establecido e identificado como el ejercicio de la dominación política por parte de la clase de los propietarios de los medios de producción sobre las demás clases y sectores sociales, en la sociedad donde impera de manera generalizada el modo de producción capitalista. La insurgencia del estado llano (el pueblo) contra el régimen político de los señores feudales y de su nobleza (la aristocracia), en correspondencia con los cambios en el modo de producción, produjo el régimen de libertades económicas, la igualdad ante la ley y la separación de poderes. Sin embargo, la sociedad que sustituye el modo de producción feudal (feudalismo) no implica una auténtica igualdad en la base de la sociedad; sólo supone una igualdad política general y formal dependiente del poder del capital, mediante los poderosos hilos invisibles del consumo y el mercado. Los siervos libres o escapados de los feudos se convirtieron en villanos (habitantes de las villas o aldeas) y allí florecieron los oficios y las artes de producir; primero a una escala de subsistencia, luego a escala local y después a escalas cada vez mayores, según el desarrollo de la capacidad productiva y de la ampliación y conquista de mercados. Las villas (aldeas) se convirtieron en burgos (poblados) y ciudades, y los villanos se convirtieron en burgueses y ciudadanos. El Estado y el gobierno ya no estarían en manos de una clase o una casta por herencia llena de privilegios, sino que, cualquiera que pudiera tenía la condición para gobernar. Los partidos se organizaron de acuerdo con los intereses de las diferentes clases y representaban esos intereses en la contienda política y en la vida social, ejerciendo como colectivo el control sobre el funcionamiento de la sociedad en función de esos intereses, pero admitiendo como generales los intereses de la clase o el grupo de clases dominantes. Esta admisión de generalidad expresa la sujeción de toda la sociedad al modo de vida capitalista y específicamente al sistema de trabajo asalariado del cual se desprenden, crean y recrean, la mayoría de los axiomas, conceptos, principios, criterios, modos de conducta y normas que sustentan y rigen nuestra actuación. Todo este complejo sistema de relaciones y representaciones en buena parte lo heredamos de Europa mediante la conquista y colonización, por un lado y, por otro, a través del pensamiento y el programa bajo el cual se realizó la independencia y la reorganización socio-política de la nación, reafirmada posteriormente con la dependencia del imperialismo norteamericano. Control Social CapitalistaExiste una contradicción insoslayable del modo de producción capitalista que se expresa también en la esfera de la política, aunque se enmascara bajo el ropaje de la libertad y la igualdad. Esta contradicción podemos exponerla así: la ubicación de las clases en el proceso productivo define la ubicación y poder de los sujetos y sectores en la sociedad y en el proceso político; entonces, por una parte en la producción existen los propietarios y los asalariados, lo cual establece la diferencia en la apropiación del producto del trabajo y en las posibilidades y calidad de vida que cada clase o sector social tiene; mientras por la otra, se presenta legalmente la igualdad, la libertad civil y política para todos: los propietarios y los desposeídos o asalariados. El resultado de esta contradicción es que la vida civil y política será regida, principalmente por las clases y sectores que ejercen la gran propiedad en la producción, y el control se efectuará para asegurar el funcionamiento de la sociedad en torno a los intereses y modos propios de los capitalistas asegurando la acumulación de capitales en beneficio de los más capaces, los más productivos y los que puedan manejar mejor las reglas de la acumulación. La institucionalidad responderá a los mismos intereses dominantes, de modo que cualquier conflicto entre el proceso de acumulación y los derechos de la población se resolverá a favor del proceso de acumulación, aunque se rompa el velo que cubre la desigualdad y finge la igualdad, a menos que esa ruptura amenace severamente la estabilidad general de la dominación capitalista, en cuyo caso se sacrificará el interés capitalista parcial involucrado en el conflicto, todo en beneficio de la supervivencia del sistema en general. La Contraloría Popular De allí que la contraloría institucional está impregnada del carácter de clase de la sociedad, mientras que lo que hemos llamado Contraloría Social sería más propiamente la Contraloría Popular, esto es, el control que ejercerán sobre el funcionamiento de la institucionalidad y la legalidad los sectores populares o las clases dominadas, normalmente no propietarias de los medios de producción y de los medios de vida o al menos de importantes cantidades de tales medios. Este control ejercido sistemáticamente, bajo un gobierno revolucionario que lo respalde de palabra y de hecho, fuerza la superación de la contradicción insoslayable del capitalismo, y en consecuencia, impulsa portentosamente las transformaciones económicas necesarias para socializar la propiedad de los medios de producción y para el establecimiento de formas o modos democráticos de gestión y dirección tanto de los procesos económicos, como de los procesos políticos. Con la contraloría social o popular puede acabarse con la falsedad de la democracia capitalista y construir la democracia popular, socialista o libertaria, capaz de asegurar la participación consciente y militante de las mayorías en la producción de sus modos de vida material, intelectual y cultural en armonía con el medio ambiente. |