Alberto Monteagudo Cineasta - docente P.N.I. Nº 1595 - CI 24 221 452 |
El humor NO se revoca 5 de julio de 2004 |
La próxima película del humorista y cineasta estadounidense Michael Moore se llama “El día que quisieron revocar el Humor”. Su trama se desarrolla en un país tropical sudamericano dueño de una de las reservas de petróleo mas grandes del planeta, en donde un tirano que llegó al poder y se ratificó en varias elecciones monitoreadas por organismos internacionales, pretende privar al Pentágono, de la gasolina sin la cual su maquinaria bélica se transformaría en chatarra, impidiendo al presidente de los Estados Unidos llevar adelante una cruzada mundial a favor de los derechos humanos. En un primer momento, y con la colaboración de agentes encubiertos en ese país tropical entre los que se encuentran ex guerrilleros izquierdistas, logran derrocar al dictador, dando lugar a uno de los episodios más risibles de la historia política mundial, resultado del cual aquél es devuelto sin un rasguño al pueblo que lo aclama. Mientras ello ocurre, un joven científico estadounidense (encarnado por Robin Williams), cuya teoría sobre la relación entre fascismo y mal humor había sido calificada de “poco seria” por el establecimiento científico conservador, logra por fin hacerse escuchar. Su tesis se basa en que el buen humor es contagioso y que no hay odio, intolerancia, o racismo capaz de sobrevivir a una dosis mínima de éste; y menos aún del que se cultiva entre los nativos de aquel país petrolero. La carencia de esta condición- argumenta- es la causa de los continuos fracasos que viene soportando la oposición a su gobierno . Luego de escucharlo, el presidente estadounidense, sus consejeros y los miembros de su gabinete (todos personificados por Harnold Zchwarzenegger en memorables efectos especiales) concluyen que mas que dotar de buen humor a la oposición (algo poco menos que imposible) lo aconsejable es quitárselo a los partidarios del dictador y a la vez inyectarles una dosis de amargura, intolerancia y rabia equivalente a la que ha llevado de derrota en derrota a los golpistas. El propósito de tal razonamiento es que, despojando del mas mínimo sentido del humor, tanto a la oposición como a los partidarios del gobierno, todos ellos se vuelvan fácilmente vulnerables ante una invasión destinada a someter al país entero a los designios del ALCA, la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. El plan fracasa cuando en el referendo revocatorio (que el dictador instituyó para derrocarse a si mismo), triunfa el NO y es ratificado en el cargo. Mientras tanto, Michael Moore (que también aparece en el film), deja al descubierto el sainete montado desde la Casa Blanca por un presidente que casi se ahoga comiendo “pretzel” y cuya familia es socia de Bin Laden, el terrorista contra el cual inició la cruzada mundial para conseguir el petróleo que necesita para combatirlo (¿entendieron?). Así, en medio de las carcajadas y la pita de su país y del mundo entero, el presidente norteamericano y sus colaboradores, pierden las elecciones. Mientras tanto el joven científico, ahora casado con una nativa del país tropical y petrolero, descubre que existe un gen (que el dictador en su alocución dominical calificó de “Bolivariano”) que impide que los ciudadanos se maten entre sí y que en cambio se opongan a cualquier incitación a la intolerancia , el odio y la amargura. En las escenas culminantes, en el mundo entero multitudes de ciudadanos de todas las razas, credos, colores, partidos, sexos, edades e ideologías políticas, portando carteles con imágenes de Martin Luther King, Gandy, Bolívar, Jesucristo, Zamora, John Lennon, Che Guevara, El Principito, Artigas, Cantinflas, Cheo Feliciano, Alí Primera, El Chapulín Colorado, Carlos Gardel, Felipe Pirela, Aquiles y Aníbal Nazoa, Vives Suriá, Charles Chaplin, entre miles más (incluyendo la figura sonriente del dictador tropical), se abrazan y besan muertos de la risa. En una toma final , un helicóptero desaloja de la Casa Blanca al último de los presidentes de una U.S.A. capitalista. Desde Hollywood: Alberto Monteagudo |