Rodrigo Benavides

Fotógrafo

rodrigob@cantv.net

Comunicado a la comunidad fotográfica y cultural venezolana

27 de octubre de 2008

Introducción

Desde hace algunos meses ha circulado por internet una serie de escritos consecutivos dirigidos a descalificar y desprestigiar una labor que, como fotógrafo independiente, he desarrollado durante más de veinticinco años, dictando charlas, exhibiendo con frecuencia dentro y fuera de Venezuela individual y colectivamente, y formando alumnos tanto en Caracas como en el interior del país. Con el panorama dispuesto para ofrecer una perspectiva distinta sobre esta situación, se ofrece el presente texto para que contribuya a generar reflexión sobre el manejo de la opinión pública.

Entre el odio y la tiniebla

Vayamos a las precisiones. El fotógrafo Francesco Spotorno se ha dado a la tarea de iniciar y promover desde su blog personal una campaña perversa y malintencionada contra mi persona y la institución que dirijo, intentando sembrar -en un público fundamentalmente caraqueño, entre el que destacan estudiantes de fotografía- una imagen negativa. Para ello se ha valido de argumentos perniciosos y tergiversados a conveniencia. Refiere como punto muy importante su aburrimiento en las clases que dicté siendo profesor en Roberto Mata, taller de fotografía cuando él asistió como alumno a uno de dichos talleres hace siete años. Eran tan aburridas -aún hoy debemos recordarlo- que el propio Roberto aprobó la incorporación de cinco talleres distintos (Flash como herramienta, Todo es de color I y II, Formato 4 x 5 pulgadas y Copiado de alta calidad sobre papel de fibra), los cuales preparé expresamente y dicté en esa escuela. En ese momento, además, Mata consideró oportuno pedir autorización para publicar en su página web todos los artículos que a lo largo de un año yo había escrito en la columna fija Cristal visual, publicados en un diario de circulación nacional. Todo ese aporte que hice como profesor y fotógrafo autor parece que no tienen para Spotorno la más mínima importancia, al igual que el haber sido yo designado por el propio Roberto para seleccionar todas las fotografías a color de alumnos que fueron expuestas durante la celebración, en las salas del Corp-Group en Caracas, de los 11 años de actividad docente. Indica Spotorno que quise en su momento hacerle franquicia a la escuela de Roberto Mata. Muy lejos estoy de haber pretendido algo similar, ya que llevo, como ha sido ya dicho, más de veinticinco años de formación y reflexión continua en torno al lenguaje fotográfico, los cuales me han permitido transmitir conocimientos diversos a principiantes, fotógrafos en formación y a profesionales que han requerido consolidar y fortalecer su plataforma técnica y expresiva, haciendo uso de una economía de medios permanente.

Con respecto al polémico Mes de la fotografía. Caracas 2003, manifiesta que, a diferencia de Mata, yo no tomé ninguna posición pública al respecto. Me correspondió coordinar (asistido por Leo Álvarez) todas las actividades paralelas de dicho evento, de modo que conozco perfectamente bien (al igual que Leo) lo que ocurrió, ya que asistí a todas las reuniones preparatorias, a diferencia de muchos que se dieron a la tarea de intentar pulverizar, antes, durante y después de la apertura del evento, un esfuerzo tan importante y trascendente para el desarrollo y difusión de la fotografía venezolana. Remití una serie de escritos a los medios para ofrecer mi visión de lo acontecido, de modo que Spotorno miente. Se publicaron en El Nacional, El Universal y, posteriormente, en las ediciones nros. 23 y 25 de la revista Extra-Cámara, de cuyo Comité editorial formé parte. Es importante destacar, por otra parte, que Roberto Mata, taller de fotografía sí participó –a pesar de que Spotorno dice lo contrario- en el Mes de la fotografía, ya que un nutrido grupo de sus alumnos exhibieron sus imágenes en el sistema Metro de Caracas y otros espacios alternativos. Dicha institución académica cumplirá prontamente quince años llevando a cabo una relevante actividad ininterrumpida; tanto así que es la segunda escuela activa más antigua en Venezuela, después de la escuela Julio Vengoechea de Maracaibo.

Durante la presencia en Caracas de la casa editorial francesa Filigranes, presenté un ensayo documental sobre el funeral del gran cantaor gitano Camarón de la Isla, que Spotorno descalifica intencionalmente -como es ahora previsible suponer-, así como lo hace más extensamente sobre el proyecto documental La llanura improsulta, expuesto inicialmente en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas entre agosto y noviembre de 2007. Es un intento aventurado pretender que una investigación de once años (para el momento de su puesta en sala), aprobada y agendada el mismo día que presenté la propuesta ante el Director del museo, no tiene ningún valor, como si el hecho de haber trabajado intensamente durante un año y medio seleccionando las imágenes finales con el curador y diseñando con la museógrafa asignados los formatos de cada una de las copias realizadas en ampliadora tanto en blanco y negro como a color –tomadas en tres formatos distintos de cámara, a saber: 135 mm, 6 x 6 cm y 6 x 17 cm- que conforman los doce cuerpos temáticos del proyecto, hubiese sido una pérdida de tiempo, dinero y esfuerzo. En torno a éste, que contó además con la participación expresa de un celebrado poeta especialista en el tema de la identidad nacional y del llano en particular, se han hecho hasta ahora cinco programas para televisión. Yo respeto y celebro enormemente el trabajo que, también sobre el llano venezolano, hiciera en la década de los años setenta Christian Belpaire, de quien Spotorno pareciera valerse -como parte de su estrategia- para restarle importancia a la investigación arriba citada. No es coherente decir, como el declara ..."Nací, viví y sigo viviendo gran parte de mis días en el estado Barinas"..., a la vez que descalifica la presencia en la referida exposición de una serie de imágenes de personajes portando sombreros. Un llanero no reniega jamás de su gentilicio, y el sombrero es una de sus manifestaciones de mayor arraigo cultural.

A Spotorno, que desde hace poco tiempo es profesor en Roberto Mata, taller de fotografía, pareciera molestarle que yo haya tenido en años recientes presencia en el MAC y otros museos del país, como si la opción éticamente justa y honesta -según deja entrever- radica en no mostrar trabajos personales en ningún espacio que forme parte de la red de museos y afines. Es este un punto para reflexionar –más allá de los comentarios presentados a este respecto por Spotorno-, ya que existe en ciertos ámbitos del medio cultural venezolano la premisa de criticar, sojuzgar y señalar como traidores a aquellos artistas que presentan sus investigaciones y obras en espacios no privados.

Retomando su comentario final sobre lo fácil que resulta hacer reproducciones de obras de arte en estudio –entre otros aspectos que abordo-, he de señalar que, como practicante del libre ejercicio de mi profesión, he sido sumamente afortunado en poderme nutrir de ese formidable caudal de conocimientos y viviencias plasmados en las obras de numerosos autores destacados del arte venezolano y foráneo, ya que cuando un fotógrafo especializado ilumina las piezas que le son solicitadas, las ve, las analiza y las disfruta bajo condiciones de luz que ni siquiera sus propios autores tienen por lo general a su disposición. Son ocasiones valiosas para acceder, pues, a los orígenes de aquello que termina trascendiendo en lo individual y en lo colectivo.

El espíritu general y específico de sus apreciaciones no es otro que promover, en un segmento del universo fotográfico y cultural, un aislamiento hacia mi persona y la institución que dirijo, pretendiendo evitar el acceso a diversos aspectos que conforman la complejidad del lenguaje fotográfico en la sociedad contemporánea.

Existen más razones para conciliar el esfuerzo de los fotógrafos venezolanos que habitan en todas las regiones del país –no solo de Caracas- en beneficio de la valoración de sus trabajos y del papel que juega la docencia a nivel nacional, que razones para promover y avalar posturas como las de Francesco Spotorno.

Rodrigo Benavides, fotógrafo

Caracas, 27 de octubre 2008